Censuras, mentiras e
hipocresías mediáticas…
Todos "buenos muchachos"...
La censura a Alberto
Fernández, primero criticada por este y luego desmentida por él mismo… Eso sí,
apenas pasaron cuarenta minutos de una afirmación a otra…
Primero, los hechos.
Pasadas las 11 de la noche del martes, intempestivamente fue
levantado del aire el programa que conduce Marcelo Longobardi por el canal C5N,
mientras era entrevistado el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández. Otro
invitado al programa que esperaba en ese mismo estudio su turno (que nunca
llegó), el ex conductor de CNN Alberto Padilla, twitteó de inmediato que había
sido “testigo presencial de la represión a la prensa en Argentina. Sacaron del
aire a Longobardi por orden de la Presidenta Kirchner”. El tape del programa,
que habitualmente es repetido en dos ocasiones durante la madrugada de los
miércoles, nunca más fue visto en pantalla.
Pese a los evidentes esfuerzos (y deseos) de Alberto
Fernández en mostrarse como víctima, lo que habría desatado la ira oficial, con
los consecuentes llamados a Hadad, fue el amplio espacio que Longobardi le
había dedicado minutos antes al periodista, escritor y ex funcionario menemista
Jorge Asís, que desde su blog adelantó el año pasado las desprolijas maniobras
(por llamarlas de algún modo contemplativo) de Amado Boudou en el caso Ciccone.
Asís habló esa noche largo y tendido sobre ese escándalo en un canal con mucho
acceso, en ambas direcciones, al Gobierno.
Un sinfín de curiosidades.
Luego de pasar al ostracismo, tras ser la tercera pata del
matrimonio Kirchner, Alberto Fernández viene intentando casi con desesperación
volver al ruedo. Cómo iba a dejar pasar la oportunidad que le ofreció el
papelón de C5N. Así fue que su voz apareció grave y preocupada el miércoles a
la mañana en el programa de Nelson Castro por Radio Mitre, del Grupo Clarín.
Allí sostuvo –entre otras cosas– que se trató de “un hecho lamentable, de una
mediocridad absoluta”, “no quiero lucrar con un hecho tan patético”,
“Longobardi me dijo: ‘Nos levantaron el programa’. Lo que yo escuché es que era
producto de las presiones que estaban recibiendo del Gobierno”. Y cerró con un
magistral “nunca pensé que podía pasar algo así en Argentina”.
Como por arte de magia y apenas 40 minutos después, el
“censurado” Fernández bromeaba en el aire de Radio 10 –la emisora de Hadad– con
Longobardi, Oscar González Oro y el propio Hadad. Jocosamente, el ex jefe de
Gabinete pedía que no lo cortaran en ese momento y aceptó gustosamente y sin
chistar la explicación del mandamás mediático, que pidió disculpas por el corte
abrupto de la emisión televisiva con el argumento de que se había excedido en
el horario. Hadad también sobreactuó: “El día que Alberto Fernández esté
censurado (en alguno de sus medios, se entendía), ese día preferiría no
trabajar más en esta profesión”.
Más allá del análisis descontextualizado que se podría hacer
de esa última frase (algo así como que a Fernández jamás lo censuraría, pero a
todos los demás…), no dejamos ceder a la tentación y vamos por la inversa: la
contextualizamos. Gracias, entre otros, a Alberto Fernández, Hadad consiguió
hacer pie en la TV durante el kirchnerismo. Tras un poco afortunado desembarco
en Canal 9, obtuvo de los K la renovación automática de la licencia (al igual
que todos los grupos empresarios que se quedaron con los canales abiertos
durante las privatizaciones menemistas, incluido el devenido enemigo Grupo Clarín),
lo que le permitió luego venderla. En 2007, Hadad también logró el apoyo
oficial para parir C5N (rebautizado por entonces en los pasillos periodísticos
como “Cristina5Néstor”).
Cómo va a censurar a Fernández.
La clase magistral que debería encarar Hadad es que explique
su método para lograr que C5N sea el canal de cable que más pauta publicitaria
recibe del Gobierno nacional, del Gobierno de la Ciudad y del Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires. Bueno, con sólo verlo detenidamente cualquiera se da
cuenta.
Causa gracia o risa (en tren de reprimir impulsos bastante
más vehementes) que Alberto Fernández busque aparecer no sólo como víctima
política o de censura, sino además como un adalid de la libertad de expresión.
Con claroscuros incluidos, Fernández fue junto al matrimonio presidencial el
arquitecto del modelo K. El contribuyó como pocos a este sistema político que
desde el año 2003 baila al ritmo de la caja, sea para acariciar y seducir o sea
para golpear y castigar. Su rol resultó clave y fundamental para que Editorial
Perfil en general y el diario PERFIL en particular no sólo fueran discriminados
brutalmente con la publicidad oficial, sino que además fue uno de los artífices
para que sus periodistas no recibieran información gubernamental o fueran directamente
excluidos de las rondas informativas con los medios (esto fue mucho antes que
Clarín o La Nación tomaran nota de las agresiones contra la prensa).
Fernández, el emblema de la libertad de expresión, se negó
sistemáticamente a dar cualquier entrevista a PERFIL (mientras tuvo y tiene un
trato preferencial con el Grupo Clarín) y recién el año pasado, cuando vio que
sus intentos de volver a la arena del poder eran infructuosos, envió señales
para hablar con este diario. Lo entrevistó Magdalena Ruiz Guiñazú, a propósito
de la aparición de un libro de su autoría que pasó sin pena ni gloria, lo que
sucede habitualmente con aquellos personajes que no pueden ocultar ni reprimir
el triste dolor de ya no ser.
Increíble pero real.
El affaire Hadad, por llamarlo de alguna forma, presentó
otras rarezas que al final no resultan tan raras. Aunque usted no lo crea,
Víctor Hugo Morales salió el miércoles a avalar la postura “hadaísta” y
kirchnerista –que casualmente coinciden– de que no había habido censura, que los
horarios hay que respetarlos, que de dónde sacan esa barbaridad de que los
funcionarios llaman para presionar y “por qué no nos animamos a pensar sin
sesgos”.
El equilibrado Víctor Hugo, que con tal de respaldar todo lo
que hace el oficialismo es capaz de hacer lo que nadie hace en el periodismo
argentino (defender a Hadad), no se quedó en eso y ofreció el jueves en
Continental un diálogo (dudo en calificarlo de entrevista) sin desperdicio con
el propio Hadad. Las flores que se tiraron son dignas del primer puesto en el
ranking de la transversalidad mediática kirchnerista, lo que motivó que ayer
PERFIL reprodujera semejante pieza. Y es la gota que rebasa el vaso de mi mea
culpa por haber sido uno de los impulsores de que Editorial Perfil diera a
Víctor Hugo un Premio Perfil a la Libertad de Expresión hace tres años (cuando
VHM todavía no era esto). Suplico perdón públicamente.
Claro que no toda la prensa oficialista reaccionó como
Víctor Hugo, el entregado. El medido 6,7,8 de Diego Gvirtz decidió una vez más
editar la realidad a su gusto para intentar mostrar a cualquier desprevenido
que C5N es un “canal opositor”. Sí, leyeron bien. Suerte que hay archivo de
imágenes. Para sostener semejante chiste sin ponerse colorados, como ocurre
habitualmente, mostraron toooooodas las veces que apareció Alberto Fernández en
el canal de Hadad y varios dirigentes opositores. Claro, a Gvirtz se le
debieron pasar, o no encontró los tapes, de las innumerables y más que
amigables salidas al aire de Amado Boudou, Julio De Vido, Nilda Garré, entre
muchas otras estrellas de la constelación oficial, erigidas en figuritas
difíciles (por no decir imposibles) para cualquier medio no K. Hay que avisarle
del olvido a Gvirtz, que no puede estar en todo.
En gráfica, para Página/12 fue apenas una noticia breve
perdida (su pluma más influyente, Horacio Verbitsky, nunca ocultó sus
diferencias ideológicas y de prácticas profesionales con Hadad), mientras que
el tema no dio ni para una breve en el ultrarecontramilitante Tiempo Argentino.
Algún malpensado creerá que semejante invisibilidad (extendida a todo el Grupo
Veintitrés, el mayor receptor de pauta oficial nacional) podría tener relación
con que Sergio Szpolski, el accionista de más peso, fue socio de Hadad y suele
decirse que entre bueyes no hay cornadas. Insisto, algo así sólo se le puede
ocurrir a los malpensados.
Regreso del hombre invisible.
En el mismo terreno de las desconfianzas podría
interpretarse la vasta cobertura dada al tema por los diarios Clarín y La
Nación, que lo llevaron a sus respectivas tapas, y el centenario diario hasta
le dedicó su editorial del jueves.
En las coberturas informativas, con un tono más equilibrado
La Nación y con uno más de barricada Clarín, lo que no es sorpresa, ambos
cargaron las tintas en las presiones del Gobierno (un deporte al que el
oficialismo es tan afecto, lo que lo transforma ya en algo lamentable pero
obvio), dejando un poco de lado el detalle de que el éxito de dicho mecanismo
depende del presionado. Apenas un detalle.
Lo que es mucho más que eso es la reaparición con vida de
Jorge Asís. No, no estaba muerto, válgame Dios. Pero desde hace muuuuchos años,
los lectores de Clarín, los oyentes de Radio Mitre y los televidentes de TN no
sabían nada del polémico periodista, escritor y ex funcionario.
El motivo de semejante muerte mediática en vida: en los años
80 cometió la imprudencia de publicar Diario de la Argentina, un libro con la
trastienda de la redacción de Clarín de la cual formó parte. Eran tiempos donde
nadie se metía con Clarín. Asís lo pagó con su invisibilidad en los medios del
Grupo. Su suerte se convirtió en una lección de lo que podía pasar con aquéllos
que se cruzaran en su camino, lo que se multiplicó cuando decidió dejar de ser
sólo un diario para iniciar su exitosa carrera multimedia. Otro que había sido
condenado al ostracismo fue el senador radical Ricardo Laferrierre, un entrerriano
vehemente que propició durante el alfonsinismo un proyecto de Ley de Derecho a
Réplica. Clarín se opuso, lo combatió y se acabó la carrera política de
Laferrierre.
Lo mismo, pero a la inversa, ocurrió durante el menemismo
con aquellos funcionarios que le permitieron a Clarín quedarse con Mitre y,
sobre todo, con el Canal 13. ¿Se acuerdan de Eduardo Bauzá, Roberto Dromi o
Eduardo Menem? Intocables en las páginas de Clarín. Todo Positivo. La lista de
ejemplos en uno y otro sentido sería extensa. No me lo contaron: nací y crecí
ahí.
Pero volvamos al castigado Asís, que recibió condena
perpetua clarinesca hasta este incidente. Gracias a su condición de presunto
censurado por el Gobierno, el miércoles en Mitre y el jueves en Clarín, Asís
volvió a existir para el principal conglomerado de medios del país. Nada menos
que como enemigo y censurado por el kirchnerismo. Qué mejor pasaporte para
volver del exilio mediático.
Hipercrítico de la Presidenta, Asís debería reconocer al
menos que esta especie de revancha se la debe a Ella. Pero no creo que se lo
vaya a agradecer.
© Escrito por Javier Calvo y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 17 de Marzo de 2012.
El video: