Hubo saqueos, pero en la Anses y el Banco Central…
Cristina Kirchner pareció no caber en sí de felicidad y se le ocurrió
decir, risueña, que los argentinos han cometido saqueos en el fin de año
pasado, pero gastando con sus tarjetas de crédito en los comercios.
Una Presidenta jocosa, risueña, festiva, mientras buena parte del país está
más cerca de acompañar el estupor y el llanto de Santiago Kovadloff tras el
sepelio del fiscal Nisman. Aquel que, según la primera versión de la festiva
mandataria, se había suicidado, y que ahora resulta que ha sido asesinado, con
el único objeto de perjudicarla y ocultar que el país está de fiesta loca, de
desenfrenadas vacaciones.
En el país que gracias a ella no tiene estadísticas de pobreza desde hace
dos años (y en los últimos ocho tampoco eran confiables), que falsifica las de
inflación, ella misma decide que la cantidad de veraneantes es récord. Con los
mismos soportes probatorios con los que primero habló de suicidio y luego de
homicidio de Nisman.
La Presidenta acompaña la trasnochada obsesión de su ministro de Economía
-al que convoca en público con las mismas palabras y modos que usará con su
caniche- de controlar todos y cada uno de los precios y costos de miles de
millones de productos, procesos y transacciones. Un absurdo completo. La
tentación de querer ser Dios y manejarlo todo. Un mal frecuente entre los
economistas.
Control fallido
Sin embargo, la Presidenta acaba de confesar en público que a casi 12 años
de que el kirchnerismo llegó al poder no puede controlar los servicios de
inteligencia.
La administración que se obsesiona con fijar el precio del pan no sabe qué
hacen sus propios espías. Lo admite en una cadena nacional doliente (de sí
misma) para aparecer en la siguiente muerta de risa.
Un reciente trabajo del Centro de Investigaciones Sociales y Económicas
(CISE) de la Fundación Libertad mostró que los saqueos efectivamente ocurrieron
en 2014. Pero sus autores no fueron consumidores con sus tarjetas de crédito en
los comercios, como dijo Cristina Kirchner. Fueron ella misma y su
administración apoderándose del patrimonio de la Anses y del Banco Central. Sin
esas "ayudas" el rojo fiscal, dice el CISE (y coinciden otras
consultoras), habría sido de alrededor de 233.000 millones de pesos. Con todos los
manotazos y los maquillajes, fue más o menos la mitad.
El rojo superó en 70% el de 2013, y el método de "zafar"
descapitalizando las agencias estatales que respaldan la moneda y las
jubilaciones no fue una novedad, sino la repetición de una tradición del
"modelo".
"Los traspasos de estos dos organismos [al Tesoro] han crecido de modo
más que notorio en los últimos años. Puntualmente, avanzaron 136 veces entre
2003 y 2014, pasando de 900 millones de pesos a 123.139 millones de pesos el
año pasado. Respecto de 2013, las asistencias de ambas entidades se
duplicaron", dijo el CISE en su último informe.
Presión record
Ni la recaudación récord, a fuerza de aplicar la mayor presión fiscal de la
historia sobre los ingresos provenientes del trabajo personal, alcanza. El peronismo
acompaña a una Presidenta que grava de manera inaudita a los trabajadores. Si
fuera por la alícuota del impuesto a las ganancias, la Argentina sería uno de
los países con más empleados millonarios entre sus habitantes.
Tristemente, no es así. El kirchnerismo, al que el Partido Justicialista
sigue defendiendo (al menos, en los dichos públicos de sus principales
dirigentes), ha logrado varias proezas: dejar al país sin trigo, sin carne y
sin lácteos para exportar y transformar el progresivo impuesto a las ganancias
en un tributo de carácter regresivo.
Los gobernadores de Santa Fe y de Córdoba no quieren seguir sufriendo el
descuento del 15% de la recaudación bruta de los impuestos cuya recaudación
luego se coparticipa entre las provincias.
Ese descuento va a parar a la Anses, de acuerdo con el pacto fiscal que
firmaron la Nación y las provincias en 1994, tiempos en los que el menemismo
dispuso cubrir de esa manera el bache que produciría en las ex cajas
previsionales provinciales el arranque del sistema de las AFJP, a las que
presurosos se afiliaron en aquellos tiempos Néstor y Cristina Kirchner.
Las AFJP no existen más y todos los aportes personales y patronales van a
la Anses, que muestra así un jugoso superávit. Se usa para sostener el gasto
público, cuya enormidad es sólo comparable con su ineficiencia.
¿Puede tener "precios cuidados" un país que no puede custodiar al
fiscal especial del caso AMIA? Si no fuera trágico, sería ridículo.
La Anses ha estado vendiendo bonos en dólares, comprando bonos en pesos,
todo para sostener la ficción de que el país vive de fiesta y de vacaciones.
Mientras la Presidenta anuncia que dará transparencia a los servicios de
inteligencia, dispone por intermedio de sus ciegos seguidores y aplaudidores
que la información de empresas y sociedades -sobre todo las de ella- serán cada
vez de más complicado acceso para el público y, sobre todo, para el periodismo
independiente, centro de los odios presidenciales.
© Escrito por Jorge Oviedo el
lunes 02/02/2015 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
(*) Es periodista, especializado
en economía y en la actualidad es el editor del suplemento económico dominical
del diario La Nación. Ejerce el periodismo desde 1979, cuando comenzó a
trabajar en la sección Deportes del vespertino El Andino, propiedad del
matutino Los Andes, en Mendoza. Hasta 1989 se desempeñó en Los Andes y ocupó
las funciones de subdirector de las secciones Espectáculos, Libros y Autores y
editor de Para Ver y Oir y Mundo Joven. Además, trabajó en las agencias
Noticias Argentinas (NA) y Diarios y Noticas (DyN). Desde octubre de 1994 hasta
julio de 1998 fue redactor especializado en temas económicos en el diario LA
NACION y, desde agosto de 1998 hasta marzo de 2000, fue Prosecretario de
Redacción del diario BAE (Buenos Aires Económico). joviedo@lanacion.com.ar
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