La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
Su
apellido hecho estadio. Enrique, nieto de Tomás Adolfo, es mendocino y su
corazón está en Parque Patricios. "Es el mayor orgullo que tiene nuestra
familia", comentó.
El
Palacio Ducó, enclavado en el barrio porteño de Parque Patricios y donde hace
de local Huracán, el rival de este viernes por la noche de Godoy Cruz,
también tiene su costado mendocino.
El estadio lleva el nombre de Tomás Ducó, ex presidente del
Globo, ideólogo del proyecto y la construcción.
Su descendencia vive en Mendoza. Uno de sus nietos, Enrique,
nos cuenta lo que genera que su apellido sea el nombre de una cancha.
"Vamos a Parque Patricios y nos sentimos en nuestra casa. Es nuestro lugar
en el mundo, esté la Comisión Directiva que esté. Siempre hubo una relación
cordial. El mayor orgullo que tiene nuestra familia. Tenemos 6 bisnietos,
entonces hay Ducó para rato", dijo.
Cada vez que se hacen una escapada con su esposa Liliana y se
enteran de su presencia, los hinchas le demuestran todo lo que significó su
abuelo. "Parque Patricios es un barrio emblemático. Es típico de Buenos
Aires. Es familia, tango y fútbol. Tiene la esencia del porteño. Cada vez que
vamos nos gusta ir a la platea de socios porque ahí lo vivís de otra manera. Y
siempre hay alguno que conoció a mi abuelo para contarte una anécdota y eso me
encanta. Ahí sentís el calor del hincha", comentó.
Ducó fue presidente de Huracán en varios períodos entre 1938
y 1954. "En su juventud había sido jugador de Huracán que en aquel momento
se llamaba Defensores de la Ventana. Para que tengan una idea, en esa época el
club llegó a tener 20 mil socios. Hoy debe estar entre los 14 o 15 mil. Si bien
no hubo grandes logros deportivos, si se consiguió en la parte de
infraestructura", afirmó.
De ahí al Globo se lo consideraba el sexto grande por la
cantidad de socios y su estructura teniendo triple voto en AFA.
Una parte de la historia de Huracán tiró raíces en Mendoza y
esta noche los Ducó seguirán alentando a su Globo.
Fue militar y cronista deportivo
Nació en Buenos Aires el 20 de setiembre de 1901 y falleció
el 31 de enero de 1964.
El estadio de Huracán lleva su nombre porque fue el artífice
principal no solo de la construcción del Palacio sino también de la actual sede
social. Fue interventor de Lotería Nacional y Casinos, presidente de la empresa
Costera Criolla y de la Liga Argentina de Básquetbol. Además fue cronista de La
Nación.
En su época militar llegó a ser Teniente coronel y participó
en el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) que tuvo una gran injerencia en el golpe
que derrocó a Ramón Castillo como presidente y comenzó con la llamada
Revolución del 43. Tras ser depuesto Pedro Ramírez e intentar un levantamiento
lo meten en prisión, le dan de baja como militar y recupera su libertad.
"Fue una época muy difícil porque a mi abuelo lo pasan a
retiro. Tenía sus diferencias con Perón. Pero tenían códigos. Aunque eran
rivales en lo político, se respetaban mucho. Lo dejó que siguiera como
presidente de Huracán. Hoy no hubiese sido posible", comentó. Enrique.
Patrimonio histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El estadio de Huracán es uno de los mayor capacidad en el
fútbol argentino.
Actualmente está autorizado para 48.314 espectadores. En 1939
adquirieron los terrenos y en 1943 comenzaron a construirse las tribunas. El
primer partido fue el 7 de setiembre de 1947. El Globo venció a Boca por 4 a 3.
Desde 1967 lleva el nombre de Ducó. En el 2007 la Legislatura porteña lo
declaró Patrimonio Histórico y de Defensa Estructural de la Ciudad de Buenos
Aires.
Hay un proyecto de nombrar Palacio Ducó a uno de las
estaciones de subte cercanas al estadio. "La obra está a la altura de los
mejores estadio del país.
Está como lo hizo mi abuelo, salvo algunas
remodelaciones mínimas.
Amalfitani y su señora son los padrinos del estadio y
mis abuelos son los de Vélez", dijo Enrique.
Dolores Etchevehere: “Mi hermano tiene
causas por evasión y lavado de dinero”…
El Ministro de Agroindustria, Luis Miguel
Etchevehere. Fotografía: Cedoc
La familiar del flamante Ministro de
Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, lo denunció por “estafa”. Además
criticó su reciente designación: “Es gravísimo que Macri lo elija”, sostuvo.
Mauricio Macri y Luis Miguel Etchevehere
Dolores Etchevehere, la hermana del Ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, denunció este sábado durante una entrevista radial que su familiar "tiene causas por evasión y lavado de dinero”.
Además, criticó que el presidente Mauricio
Macri lo haya nombrado en ese cargo.
"Es gravísimo que (Mauricio) Macri elija como
Ministro a mi hermano que tiene causas por evasión y lavado de dinero”, aseguró
la mujer al criticarla designación de Etchevehereal frente de a cartera de Agroindustria.
“¿Por qué elige
como Ministro a una persona que tiene causas penales en la
Justicia Federal y que vació la empresa del Diario Paraná, donde debe sueldos
hace tres años?”, expresó en diálogo con el programa Crónica Anunciada,
emitido por FM
La Patriada 102.1.
En ese contexto, advirtió: “Quizás lo designó porque tiene algún compromiso
que cumplir”. Asimismo, manifestó que en la actualidad existen “17
causas tanto en el fuero civil y comercial como en el penal, en la Justicia
ordinaria y Federal”, y agregó: “Las empresas de mi hermano están todas
intervenidas judicialmente, y los balances no están aprobados”.
“Mis hermanos
realizan maniobras fraudulentas en las empresas familiares de Entre Ríos.
Fueron llamados a indagatoria, pero interpusieron una nulidad para que no se
conozca la verdad sobre la información aportada por la AFIP”, señaló.
Dolores Etchevehere denunció
haber recibido intimidaciones directas, aunque desconoce el
origen de las mismas: “Me amenazaron a mis hijos por teléfono, con información
muy precisa, están siguiéndome;
esto es aparte de las agresiones que recibo por parte de ellos (sus
hermanos)”, relató.
La hermana el flamante ministro ahondó en la acusación
realizada por los hermanos Cornejo, trabajadores del campo de la familia
Etchevehere, quienes permanecieron
durante 38 años “en condiciones serviles”: “Ellos trabajaban en el
campo de mi hermano en condiciones de indigencia, sin baños. Ante esta
denuncia, Luis los llevó a declarar frente a un escribano y les dio 10 mil pesos a cada uno para que
se callen la boca”, contó.
“Mis hermanos sienten fundamentalmente un desprecio por
las personas”, concluyó.
El Globo cayó 2 a 1 en Mendoza ante el Tomba. Ángel
González en la primera etapa y Santiago García en la segunda convirtieron para
el local. Ignacio Pussetto había puesto el empate parcial para el conjunto que
dirige Gustavo Alfaro.
Por la octava fecha de la Superliga, Huracán
visitó esta noche a Godoy Cruz en el Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza.
En el primer tiempo, el equipo dirigido por
Gustavo Alfaro no pudo crear muchas situaciones de peligro, a pesar de poseer
mayor tenencia del balón. A los 6’, Marcos Díaz salvó al Globo tras un rebote
en Santiago García. A la media hora de juego, Romero Gamarra intentó desde
afuera del área, pero el balón se fue cerca del travesaño. A los 42’, llegó el
primer tanto del partido para Godoy Cruz en los pies de Ángel González.
Durante la segunda etapa, Huracán fue decido a
revertir el marcador. Habiendo pasado 3 minutos de juego, Ignacio Pussetto le
dio el empate parcial al Globo. A los 15’, un remate de Toranzo no pudo ser
bien controlado por Burián y, tras varios rebotes, Diego Viera envió el balón
al córner. A los 27’, Santiago García intentó desde lejos y convirtió el
segundo gol para el local. Casi en el cierre del partido, Lucas Villalba fue
expulsado.
El próximo partido de Huracán en la Superliga
será ante Vélez en el Estadio Tomás Adolfo Ducó, el sábado 18 de noviembre a
las 21:30 hs.
Godoy Cruz 2
Leonardo Burián; Cristian Báez, Diego Viera, Leonel
Galeano (Tomás Cardona), Fabricio Angileri; Pol Fernández, Fabián Henríquez
(Victorio Ramis), Gastón Giménez; Ángel
González, Santiago García y
Felipe Rodríguez (Luciano Abecasis). DT: Mauricio Larriera.
Toda la bronca. Toda. A que no podía
ver el partido por tele, (al final la pasé espectacular con amigos en una
cervecería, llena de hinchas del Globo) se sumó perder sin merecerlo y la
bronca se agranda cuando ayer me confirmaron que dieron el partido que jugó
Boca sin codificar… vuelo de bronca, je.
Llegábamos con toda la ilusión y la alegría
a Mendoza. Si ganábamos éramos los escoltas de la Superliga y se notaba
en la semana previa que el plantel estaba contento, con muchas ganas. Y
empezó el partido bien, tranqui, moviendo la bola de acá para allá, pateando
desde afuera, de vez en cuando alguna pared y mientras tanto el rival no hacía…
nada. Pero claro, ellos tienen al Morro García que de la nada inventa una
jugada que de tan rápida que fue, sumado a que estaba viéndolo por pantalla, no
llegué a darme cuenta como lo hizo. Pero la injusticia la sentí
fuerte. Todos nos mirábamos encogiendo los hombros y mostrando las palmas
de las manos.
El segundo tiempo llegaba y la ansiedad era
total. Huracán estaba bien, como que sabía que se tenía que dar vuelta la
cosa y el Kaku roba una pelota y se la pone a Pussetto, quien define al primer
palo y la cervecería explotó. Y tomamos aire y la sangre volvía a
circular normalmente. A partir de ahí, fuimos dueños del partido.
Tuvimos muchas, muchísimas situaciones para marcar. Se veía venir nuestro
segundo gol. Un disparo de Toranzo es uno de los que me acuerdo y una jugada de
(otra vez) Nacho Pussetto termina en lo que para mí fue un penal no cobrado por
el juez Abal. Pero como Huracán era una máquina, no me calenté mucho…
hasta que una jugada rara se arma y sale un pelotazo imposible de inquietarnos
pero Nervo sale mal al cruce y claro, lo vengo diciendo: ellos tienen al Morro
García. Y perdimos.
La bronca me duró todo el fin de
semana. A punto tal que hoy es lunes y el partido fue el sábado y recién
tuve fuerzas para escribir la nota. Pero ya, más tranquilo, me doy cuenta
que Huracán es un buen equipo y que puede perder pero va a ser muy jodido para
el rival o va a tener que tener la “suerte” que tuvo Godoy Cruz.
El finde que viene no hay futbol y el otro
jugamos de local con Vélez. Partido fundamental, que hay que ganar como
sea ya que los tenemos a tiro en la tabla de abajo y sería un envión anímico de
esos que vienen muy bien. Obviamente hay que dar vuelta la página y
pensar en lo que viene, personalmente lo veo bien al Globo.
¡Saludos Quemeros!
Carlos Biondi. Posted: 06 Nov 2017 06:36 AM PST
(Patria Quemera)
La verdadera
historia de la enfermera del cuadro que pide silencio en los hospitales y
clínicas de medio mundo…
Muriel
Mercedes Wabney
Era argentina y modelo. Presentó colecciones de Harrod’s, participó del
programa de TV de Jean Cartier, y mostró los vestidos de la estrella
norteamericana Linda Darnell. Los secretos detrás de la foto que la hizo
anónima y famosa al mismo tiempo.
Todos la conocen.
Medio mundo o más. Pero nadie –o muy pocos– saben su nombre. Ella, su cara, su
gesto, acompaña a millones en la alegría de un nacimiento, en el suspenso de un
quirófano, en el dolor del final de una vida. Es, urbi
et orbi, "La
enfermera del cuadro". De ese cuadro que preside
hospitales, clínicas, maternidades.
Su gesto es más
que elocuente: un dedo índice sobre los labios. Shhhh. Silencio. Una orden
suave, nada autoritaria, que pide crear en las salas de espera un ambiente
sereno: apenas un murmullo, a pesar de la ansiedad, de la euforia, de la
desesperación, de las protestas. Los sucesos límite que convocan a la voz
humana en toda su escala sonora…
¿Quién
es?
Primera noticia
nacional y popular: como Favaloro, Maradona, Messi, el dulce de leche, Gardel,
la calle Corrientes… ¡es
argentina!, aunque su apellido lo desmienta.
Se llama Muriel Mercedes Wabney. Era modelo. En 1947 firmó un contrato de exclusividad para
presentar las colecciones de Harrod's, la versión calle Florida de la célebre
cadena inglesa. Orgullosa todavía en Londres, y una triste ruina entre
nosotros…
Una
vieja foto de Península Valdés
Y no fue todo:
modeló para Ducilo, una empresa y marca de telas, para el modisto Jean Cartier
y su programa "El
arte de la elegancia" (Canal 7, tevé black and white, finales de los 50), y
en un desfile paseó los vestidos que usó Linda Darnell en el film Por siempre ámbar: Twenty
Century Fox, 1947, dirigida por Otto Preminger.
Según la única
historia rastreable del cuadro "shhhhh", revelada por la ya
desaparecida revista Paralelo 38 en
los 70, la idea fue de un tal Juan
Craichik, jefe de visitadores médicos de la empresa "Taranto",
fábrica de instrumental y laboratorio.
El hombre reveló
en una entrevista de Paralelo 38 que
la chispa se le encendió en 1953, mientras visitaba por su trabajo un hospital
de Rosario. "La sala estaba atestada,
y cada tanto una enfermera pedía, sin éxito, silencio. Entonces se me ocurrió crear
una imagen elocuente que cumpliera la misma función".
El
“símbolo” se volvió universal
Presentó el
proyecto en su empresa, lo aprobaron, convocaron a varios modelos
profesionales, y ganó Muriel Mercedes Wabney.
¿Qué se tuvo en
cuenta para ungirla protagonista? Craichik explicó que "su cara era distinta, suave, armoniosa, de
mirada dulce…, autoritariamente dulce".
La sesión
fotográfica duró toda una tarde. El autor de la idea dijo que la empresa "Taranto" no lucró con la
distribución mundial de esa imagen: "la regaló a hospitales, maternidades,
clínicas, etcétera".
En cuanto a
Wabney, rara vez aceptó hablar públicamente, dijo que era casada, que no tenía
hijos, y negó confesar cuánto le pagaron por la foto y su multiplicación ad infinitum…: casi tan enigmática como su anónima cara
impartiendo silencio.
La
famosa tapa de Paralelo 38
Hoy, mayo 12, la
recordamos porque es el Día
Mundial de la Enfermería, aunque en la Argentina el Día de la
enfermera se celebra el 21 de noviembre.
Y no es poco.
Porque Wabney, mujer de mediados del siglo XX, engarza su historia en la más
emblemática enfermera de la historia: Florence
Nightingale, nacida en el entonces Gran Ducado de Toscana el 12
de mayo de 1820, y murió en Londres el 13 de agosto de 1910, cuando en la
Argentina no se apagaban todavía los fastos del Centenario de la Revolución…
Enfermera y
también escritora, fue epidemióloga, estadígrafa sanitaria, y pionera de la
enfermería moderna.
Florence Nightingale
Primera mujer
admitida en la hermética Royal Statistical Society británica, inspiró a Henri
Dunant a fundar la Cruz Roja.
Pero no logró su
fama con tinta y sobre papeles: empapó sus manos y su alma entre las atroces
heridas de los soldados de la guerra de Crimea.
La llamaban "La dama de la
lámpara", por su hábito insomne de rondas nocturnas alumbradas por esa
luz. En 1883, la
Reina Victoria la honró con la Real Cruz Roja. En 1908 recibió las Llaves de la
Ciudad de Londres.
Y aunque no lo
sepa, cada vez que alguien obedece el pedido de silencio de Muriel Mercedes
Wabney desde su cuadro, también convoca el indomable espíritu de Florence
Nightingale.
Porque a su
manera, las dos abren sus alas sobre las risas o las lágrimas humanas.
Murió Daniel Viglietti, con él
se murió un vanguardista, un artista descomunal, el tipo que llevó la
sofisticación hecha canción y guitarra a una masividad imposible.
Miren la tapa de ese disco. Es Trabajo de
hormiga, de Daniel Viglietti, grabado en vivo en el Luna Park en
1984. Ahí estoy. Adelante de todo. Tenía primera fila, al medio. Si hay gente
adelante es porque hubo algunos colados de las filas de atrás que se sentaron
en el piso.
Tenía 16 años y fui con mi hermano César al Luna Park el día en que se ponían
en venta las entradas, a las seis de la mañana, a hacer la cola. Ahí saqué las
entradas. Después fuimos al concierto con mi mamá, Marisa, con mi papá, Néstor,
y con César, que es el de rulos y jardinero, remera celeste con mangas rojas,
el que más destaca en la foto.
El primer momento en que Daniel Viglietti interactuó en
mi vida, mi primera anécdota, fue a los tres o cuatro años. Yo tenía la edad
que tiene Trilce -mi hija-ahora, más o menos. Vivíamos en Valentín Alsina,
típica casa del Conurbano, con jardín modesto, limonero, rosas, jazmín del
país. Había una canilla que a mí me encantaba abrir. Me lo contaron después mis
viejos, yo no lo recuerdo, era muy chico.
Mis viejos me retaban, me decían que no la abriera, y yo
iba y la abría. Siempre. Sí, como hace Trilce ahora cuando le gusta algo. O
simplemente cuando quiere llamar la atención hinchando las pelotas. Abría la
canilla hasta que mis viejos se cansaron y la ataron con un alambre. Me dicen
que cuando la fui a abrir, no pude, obviamente. Y que, al ver que lo que me lo
impedía era un alambre, empecé a cantar: “A desalambrar, a desalambrar”.
Obviamente, canté eso porque a mis viejos les encantaba Viglietti. Y se la pasaban
escuchándolo.
Viglietti es para mí como Mafalda o Los Beatles: un gusto que me marcó de
chico y que me iba a acompañar toda la vida. Con una diferencia: Mafalda y Los
Beatles son puertas universales y es obvio que funcionan de esta manera. Tienen
tantos niveles de lectura que cualquier chico del Mundo puede entrar al arte,
sumergirse en una obra que los va a acompañar siempre.
En momentos en que la izquierda no parece estar pasando
su mejor momento, revisar la obra de Viglietti y compararlo con lo que el
imaginario nos dice que es la obra de Viglietti, se parece mucho a un ejercicio
necesario y hasta indispensable.
Viglietti, en cambio, es mi héroe imposible, el tipo que, a priori, no
parece crear para que lo escuchen los niños. Pero siempre hay anomalías. Y esas
anomalías pueden ser constitutivas.
¿Por qué soy como soy? Hay un montón de respuestas
posibles. Pero sin dudas, una de ellas es: soy como soy porque fui un niño que
creció escuchando a Daniel Viglietti. Y también soy como soy porque fui
creciendo descubriendo las múltiples capas que había en ese artista magistral
que es, fue y será siempre Daniel Viglietti.
Viglietti es, ante todo, un gran malentendido. Por un
lado, en el imaginario colectivo se lo confinó al universo de “cantor político”
o “cantor de protesta”. Así titulan la noticia de su muerte la mayoría de los
diarios, que tienen que actuar respeto pero jamás lo entendieron. Claro que ese
confinamiento, ese malentendido, lo llevó a tener un público amplio, masivo,
cuando ese canto urgente era también una necesidad de un público amplio.
A diferencia de otros autores de trazo más grueso y una
simpleza acorde al mensaje político que se quería transmitir, Viglietti siempre
fue un sofisticado. Inclusive cuando se puso más directo o rozó, en los textos,
lo panfletario. Sus letras más directas están acompañadas por piezas de
guitarra deudoras de la escuela clásica: Viglietti fue alumno de, entre otros,
Agustín Carlevaro, maestro uruguayo y referente mundial de la guitarra de
concierto.
Su primer disco tiene un nombro propio de la música
erudita: “Canciones folklórica y seis impresiones para canto y guitarra”. Da la
sensación de que se trata de un músico de raíz clásica o erudita, haciendo
música popular. Como si fueran las composiciones de Ginastera o Villa-Lobos.
¿Coincidencia? No, ni un poco. Al contrario, coherencia absoluta.
Si hay un signo distintivo en la obra de Daniel Viglietti es la vanguardia,
su tozuda e inquebrantable vocación vanguardista. Era un tipo de izquierda, sin
duda. Un tipo que no dejaba duda de su condición política en ninguna de las
cosas que hacía. Pero era, ante todo, un vanguardista. Alguien que, como León
Ferrari o Mauricio Kagel, pretendía que vanguardia y política confluyeran en
una misma dirección.
A diferencia de muchos cantautores “de protesta” que eligieron simpleza
para llegar al pueblo, Viglietti jamás cedió ni un poco de sus convicciones
artísticas. Ni como autor, ni como difusor de otros autores. Porque Viglietti
fue también periodista, escritor, investigador, comunicador. Pero quiero hablar
aquí de su obra artística. Y de su condición de difusor desde lo artístico.
A diferencia de
muchos cantautores “de protesta” que eligieron simpleza para llegar al pueblo,
Viglietti jamás cedió ni un poco de sus convicciones artísticas. Ni como autor,
ni como difusor de otros autores.
En los 70, cuando buscó difundir a autores contemporáneos o un poco más
chicos, menos conocidos que él, hizo el disco “Trópicos”. Allí cantó temas de
Silvio Rodríguez (un perfecto desconocido en ese momento), Noel Nicola o Chico
Buarque, otro desconocido, al menos en Argentina y Uruguay. Cuando volvió del
exilio, puso como telonero de sus conciertos a Leo Maslíah (que es fan de la
obra de Viglietti e hizo una gran versión en piano del tema “Gurisito”), Jorge
Lazaroff o Luis Trochón.
Recuerdo un concierto en Obras donde apareció Trochón solo en el escenario,
barba larguísima, disfrazado, recitando un texto delirante no apto para
fundamentalistas de “a desalambrar”. Sus discos posteriores al exilio, si bien
no marcan una ruptura con el pasado, sí dan cuenta de otras búsquedas, más
personales, menos terminantes, más llenas de preguntas que de certezas.
“Esdrújulo”, su disco post caída del Muro de Berlín y la
Unión Soviética es una obra maestra. Las dudas lo volvían gigante, la falta de
respuestas lo hacían más y más grande artista.
El gran musicólogo brasileño residente en el Uruguay,
Guilherme de Alencar Pinto tiene una buena respuesta para el malentendido de
Viglietti. Guilherme dice que Viglietti quedó atado, en el imaginario, a una
obra de un momento, que fue la que tuvo más repercusión en el público. Pero que
su obra política directa fue breve y que encasillar toda una vida en aquel
momento es como circunscribir toda la obra de Jean-Luc Godard a la marca que
dejaron las películas más políticas directas de fines de los 60 y comienzos de
los 70.
Godard podría ser un buen punto de partida para mirar comparativamente la
obra de Viglietti. Pero si de buscar referencias y semejanzas se trata, me
quedo con dos poetas a los que admiraba profundamente: Vladimir Maiakovski y
César Vallejo. Ambos fueron comunistas, ambos tuvieron una obra signada por una
ideología colectiva y hablaron de manera urgente sobre su tiempo. Pensemos en
el poema “Lenin”, de Maiakovski; o en “España, aparta de mí ese Cáliz”, de
Vallejo.
Hay una mirada política, sí. Pero lo que importa en
Vallejo y en Maiakovski es la forma poética. O, en todo caso, cómo la forma se
vuelve contenido y viceversa. En momentos en que la izquierda no parece estar
pasando su mejor momento, revisar la obra de Viglietti y compararlo con lo que
el imaginario nos dice que es la obra de Viglietti, se parece mucho a un
ejercicio necesario y hasta indispensable.
Son los viejos dogmas, las certezas incuestionables, todo
lo que creíamos correcto lo que está en juego. ¿Cómo hacer para barajar y dar de
nuevo sin perder la identidad de izquierda, sin dejar de estar parados en este
lado del mundo? La reinvención, el rigor y la dedicación que existen en la obra
de Viglietti pueden ser una clave para pensarnos.
Por último, una anécdota: ya les conté que cuando yo
tenía la edad de Trilce ya cantaba “A desalambrar”. Ya más grande, cuando
decidí que quería que mi hija menor se llamara Trilce supe que, además de
llamarse como el libro clave de César Vallejo (y de la poesía castellana del
siglo XX), se iba a llamar como la hija de Daniel Viglietti. Sí, Viglietti
tiene una hija que se llama Trilce.
Si hay un signo
distintivo en la obra de Daniel Viglietti es la vanguardia, su tozuda e
inquebrantable vocación vanguardista. Era un tipo de izquierda, sin duda. Pero
era, ante todo, un vanguardista.
Le comenté a Viki del nombre, le hablé del libro de Vallejo (ella no lo
conocía) y le hice escuchar “La canción de Trilce”, la bellísima canción que
Viglietti le escribió a su hija. A Viki le emocionó tanto que dijo que sí y
asumió su versión de los hechos: Trilce sería para ella “la que vence la
tristeza”. O sea, su versión de Trilce es más viglettiana que vallejiana.
Y hay más: si Trilce era varón, pensábamos ponerle Vladimir. Aquí también había
distintas versiones de los acontecimientos: ella decía que era por Lenin; yo
decía que era por Maiakovski.
Ayer se murió lo último que quedaba en la Tierra de la huella de Vallejo y
Maiakovski. Se murió un vanguardista, un artista descomunal, el tipo que llevó
la sofisticación hecha canción y guitarra a una masividad imposible.
Se murió un creador cuya obra me acompañó toda mi vida.
Me queda el consuelo de la grandeza de esa obra, de tener aún mucho por
descubrir en su legado. Eso sí: no me pidan que no esté triste, muy triste.