Londres duerme…
Uno de los más prestigiosos columnistas del Reino Unido, Richard Gott,
escribe en el diario The Guardian que su país está “dormido” en cuestiones que
tienen que ver “con la Argentina y las Falklands”, es decir las islas Malvinas.
Su conclusión es que “Sudamérica está cada vez más fuerte y crecientemente
unida”, y que por eso Gran Bretaña “debe despertar ante esta nueva realidad”.
Gott toma como dato clave la última decisión del Mercosur de
que ninguno de los cuatro miembros –naturalmente la Argentina, pero tampoco
Uruguay, Brasil y Paraguay– permitirá que recale en sus puertos un buque con
bandera de las islas. La resolución no es abstracta. Durante muchos años
después de la guerra de 1982, cuando los militares argentinos hicieron
retroceder la posición negociadora argentina con el desembarco y la derrota,
Montevideo permitió el uso de su puerto y de su aeropuerto.
Refleja Gott que “tradicionalmente el Foreign Office dice a
los periodistas sotto voce que los gobiernos de América latina (y, muy
importante, estas alianzas ahora incluyen Estados del Caribe con lazos
históricos con Gran Bretaña) hablan con lenguaje fuerte, pero de verdad no
apoyan el reclamo argentino sobre las Falklands”.
Para el columnista, la verdad más fresca es que “la música
de fondo cambió”. Y lo explica así: “Las naciones de América latina no miran
más hacia Europa y hacia los Estados Unidos en busca de apoyo y consejo”. Esas
naciones hacen otra cosa: “Crecieron al punto de que quieren hacer lo suyo.
Esta semana, el reclamo argentino sobre las Malvinas resultó poderosamente
reforzado”.
El texto de Gott evidencia un nuevo nivel de reflexión. El
pedido argentino de negociar la soberanía de las Malvinas con el Reino Unido
aparece, en el análisis del columnista, como parte de la nueva realidad del
continente. La Argentina consiguió uno de los respaldos más fuertes sobre las
islas en la primera reunión de la nueva Comunidad de Estados Latinoamericanos y
del Caribe. El apoyo caribeño revista la novedad que Gott le atribuye. En buena
medida, quizá, por la progresiva lejanía respecto de una Europa en crisis que
no puede dar ni reclamar. Y en buena medida, también, por la decadencia
mexicana y la creciente influencia venezolana sobre el Caribe, petróleo y
diplomacia mediante.
De paso, un apunte histórico. Venezuela sintoniza con la
Argentina y al mismo tiempo mantiene intacto su vínculo histórico con el Reino
Unido. Todos los años, cuando se celebra el aniversario de las batallas de
Carabobo y Boyacá, el gobierno de Caracas rinde homenaje a las Legiones
Británicas, el grupo de entre cinco y seis mil voluntarios que pelearon en la
independencia americana bajo el mando de Simón Bolívar. Puede atestiguarlo John
Hugues, un galés ya retirado del Foreign O-ffice que hoy vive en Londres y fue
embajador en Venezuela y en la Argentina.
En un artículo escrito en 2010 y reflejado en este diario,
Hugues repitió la política oficial de que “existe un compromiso bipartidario”
(en ese momento laborista y conservador) con las islas, se lamentó de que no
pudiera construirse con la Argentina una estrategia común frente a la
explotación de petróleo, anticipó que habría mayores dificultades en este
último terreno y dejó dos pronósticos importantes: uno, que el gobierno que
asumiría en la Argentina en 2011 no cambiaría la consigna de “las Malvinas son
argentinas”, frase que Hugues puso así en el artículo original; otro, que “no
habrá una guerra”.
Gott, que no es diplomático, fue más allá y acaba de
escribir que “dado que la Argentina y Gran Bretaña tienen, ambos, un reclamo
por las islas, el sentido común debería sugerir que los dos países deberían
reunirse para negociar una solución, y eso es exactamente lo que la presidenta
argentina Cristina Fernández de Kirchner sugirió con frecuencia”. Dice Gott, en
ese punto del mismo modo que antes Hugues, que la Presidenta no preparó a las
Fuerzas Armadas argentinas para un ataque. Recuerda que los militares quedaron
tan desacreditados por la represión como por “el asalto sin resultado a las
islas en 1982”, y por eso están confinados a los cuarteles y no tienen ni las
armas ni los fondos ni la determinación de atacar las islas. La Presidenta,
para Gott, simplemente reitera una política que forma parte del núcleo de la
Argentina.
© Escrito por Martín Granovsky y publicado por el
Diario Página/12 el sábado 24 de Diciembre de 2011