domingo, 15 de diciembre de 2013
Artistas conmemoraron 30 años de democracia… De Alguna Manera...
sábado, 4 de junio de 2011
Gustavo Santaolalla... De Alguna Manera...
"Sería ridículo pensar que todos los del Gobierno son honestos"…
Siete meses del año los pasa viajando por todo el mundo. Ahora está en Buenos Aires para presidir el jurado del campeonato de bandas que organiza la petrolera YPF. Identificado políticamente con el Gobierno, el ex Arco Iris habla de Schoklender, Macri, Cobos, Filmus, Cristina, y también de Charly.
A los 16 años, cuando armó Arco Iris, además de las críticas recibidas porque su estilo no se podía encasillar en rock o folclore, escribió una canción que decía: “Soy un hombre de madera, un vigía de la tierra”. Hoy, cuatro décadas después y aunque el tema ya no integre su repertorio, Gustavo Santaolalla conserva en su esencia la nobleza de los buenos árboles y la mirada aguda del observador que plasma lo que ve en nuevas letras. Ganador de dos premios Oscar, un Globo de Oro, líder del grupo Bajofondo, productor discográfico de nuevas bandas, es además dueño de una bodega de vino en Mendoza, también tiene su cerveza y posee una editorial de libros. Como si no le bastara, acaba de asumir la presidencia del jurado del YPF Destino Rock, junto a los periodistas Alfredo Rosso, Claudio Kleiman y Marcelo Fernández Bitar. Se trata del campeonato nacional de bandas que organiza la petrolera con el objetivo de darle una oportunidad a los músicos del interior del país, quienes sin distinción de edad y de manera absolutamente gratuita, sólo deberán “colgar” hasta el próximo 4 de julio su mejor canción en ypfdestinorock.com. El premio al ganador será la grabación de un disco.
Santaolalla acaba de llegar de Estados Unidos y recibe a PERFIL en el piso 27 del imponente edificio que YPF levantó en Puerto Madero. Casado hace 25 años con Alejandra, hija de Egle Martin, es padre de Ana (30), Luna (16) y Don Juan Nahuel (11): “Mi hijo se llama como el vino, por ‘el don de la vida’ y por Don Juan que no sólo es el gran seductor de mujeres, sino también por el libro de Castaneda y el gran chamán de Las enseñanzas de Don Juan”. Café y medialunas rellenas de por medio, la charla se hace distendida. Antes de meterse en las opiniones agudas, el artista describe su personalidad: “Generalmente, el 90 por ciento de las veces, soy muy optimista. Pero como todas las personas, tengo momentos en los que me siento mal”, afirma con una sonrisa.
—¿En el “bajón” mirás el Oscar y alimentás tu ego?
—Los artistas tenemos un montón de inseguridades y te confieso que mirar el Oscar me tranquiliza un poco. Es como haber escalado dos veces el Everest, y cuando algo no me cierra, me digo “relax, ya te has probado de lo que sos capaz”. Obvio que disfruto ganar premios y que el dinero me sirve, pero no fueron mi meta.
—¿Por qué en este certamen de rock no te acompaña tu amigo León Gieco?
—Me parece que el formato del concurso está dado para mi persona, porque en mí convergen el artista, el productor y que hago música de películas. De todas maneras, en una futura edición podrá estar León u otro artista.
—¿Cómo lo ves a Charly?
—Es un gran amigo de toda la vida. Está en un momento de transición como también estamos todos, pero me parece que este es una transición mejor que otras que ha tenido en su vida.
—Con tantas actividades, parecés un pulpo. ¿Con cuál la pasás mejor?
—Disfruto con todas y todas me completan. Es lo mismo que me sucede con el vivir: no podría estar todo el tiempo en un mismo lugar. Uno de mis problemas en la vida fue la obsesión, y hoy en día la tengo totalmente repartida. Parece caótico porque no hay un orden, pero confío mucho en mi instinto, que por suerte me falla poco.
—¿Qué cosas te emocionan y te angustian de Buenos Aires?
—De la Argentina me emocionan muchas cosas que son medio inexplicables porque tienen que ver con esa cosa familiar, como puede ser la cara de tu vieja. Siempre busqué razones para volver a mi país. Y me angustian varias cosas, como la falta de memoria de la gente, la injusticia, la corrupción. La Argentina está lejos de ser un país perfecto, y en esto incluyo a los políticos oficialistas y la oposición, pero siento que estamos en un momento mejor que en el que estuvimos durante mucho tiempo. Cuando andás por el mundo te das cuenta de lo realmente mal que se está en otros lugares. Me da lástima que los argentinos no puedan apreciarlo. Claro que esto no le soluciona nada al que está muriéndose de hambre en el Chaco, pero tenemos que ver un poco en general, en “big picture”.
—No hace falta viajar al Chaco. Acá, en las plazas del Congreso, hay familias con niños que viven en la calle.
—Sí, pero andá a Bogotá, a Medellín, San Pablo, DF o muchos lugares. Mirá cómo está España, Grecia y Portugal. O lo que pasa en Irlanda e Islandia. Eso me angustia: mirar solamente acá sin darse cuenta de lo que pasa en el mundo. No es que no tenemos que verlo, pero hay que saber qué pasa en todo el planeta.
—¿El llamado “escándalo Schoklender” manchó a Hebe de Bonafini y a las Madres?
—Las Madres son “inensuciables”, porque las atrocidades que se cometieron en nuestro país no tienen calificativo y la forma en que estas mujeres se organizaron, con sus versiones diferentes... Porque están las Madres de Hebe, las Madres Línea Fundadora, las Abuelas de Estela–, y cada una tiene su punto de vista. Hebe, siendo la más controversial de todas, jamás en la vida podré pensar que ella esté metida en un tema de corrupción. Yo no soy peronista ni kirchnerista, soy artista, pero tengo memoria y, sin dejar de ver lo que falta hacer y que no está bien, apoyo las cosas valiosas. No dejo de ver que dentro de la estructura enorme que es un gobierno ¡sería ridículo pensar que todas las personas que lo integran son honestas! ¡En cualquier organización! ¿O la oposición puede asegurar que si está en el gobierno todos serán incorruptibles?
—¿Qué pensás de que, a pesar del pasado criminal de Sergio Schoklender, ella se jugó muchísimo por él?
—Que a veces la gente se equivoca y esto, o las declaraciones explosivas de Hebe, no alcanzan a tapar todo el trabajo que ha hecho. A Schoklender no lo conocí personalmente, pero siempre tuve muy malas referencias suyas y nunca me gustó. Esto es jodido porque implica dinero, y lo único que espero es que se pueda aplicar justicia, algo que veo que finalmente en nuestro país se está dando. No sólo en los derechos humanos, donde ocupamos un lugar de vanguardia en el mundo. Mirá lo que están reclamando los españoles con los desaparecidos del franquismo, o lo que pasa con nuestros hermanos uruguayos. La Justicia le está cayendo al sindicalismo, que se creía impune.
—Con tantos viajes, ¿vas a venir a votar?
—¡Por supuesto que vendré a votar! Y en la Ciudad voy a votar a Filmus y por la presidencia a Cristina.
—Pero te has fotografiado con Macri y Filmus, con Cristina y Cobos...
—¡No, perdón: con Macri no me fotografié nunca! Y con Cobos lo hice cuando pensé que formaba parte de un proyecto en común, y después me di cuenta que no era así. Recuerdo que en una foto me tocó justo al lado de Cobos. Estábamos como a un metro de distancia y yo me alejaba y él se acercaba.
Mirtha, cannabis y aborto
Gustavo Santaolalla también se refirió a tres temas puntuales:
Mirtha Legrand: “Hay mucha gente que se niega sentarse a su mesa y no por ser oficialista, sino por una posición filosófica ante la vida. Por ejemplo, su relación con su hijo y la no aceptación de que haya sido gay, hasta la manera de tratar a ciertas personas en su programa.”
Marihuana: “El consumo de cannabis se ha difundido por todo el mundo y están probados los beneficios y perjuicios que ocasiona, como los tiene también el alcohol. Una copa de vino por día es buena para el organismo, pero tres litros diarios es malo. Con el cannabis es lo mismo y demonizarlo trae más problemas que su legalización.”
Aborto: “No hay que abrir un juicio de valor sobre si está bien o está mal el aborto, sino que hay que considerar que es algo que se practica desde que el tiempo es tiempo. Cuando vivíamos en tribus, había mujeres que no querían tener ese hijo y tomaban una raíz para abortar. Pienso que la intervención del hombre tiene que ser siempre desde una segunda fila. En la primer fila tienen que estar sólo las mujeres. Nosotros podremos acompañarlas y decir lo que opinamos, pero es un tema íntimamente ligado a la mujer.”