Un hombre recibió como obsequio dos halcones. Los entregó a un experto en cetrería para entrenarlos.
Luego de unos días, lo visitó para evaluar los progresos. Uno de los halcones no aprendía y permanecía inmóvil en una rama, indiferente a las consignas y estímulos del entrenador.
Vinieron otros especialistas pero nadie pudo hacer volar al ave.
Publicó un aviso para encontrar una persona que lograra enseñarle al pájaro.
Se acercó un campesino de aspecto muy pobre y pocas palabras. Decidió darle una oportunidad y una semana.
Al cumplirse el plazo pudo ver el vuelo majestuoso del halcón.
El campesino le contó que su método consistió en observar la apatía del halcón durante los primeros días. Concluyó que era el miedo lo que lo mantenía paralizado y no la indiferencia.
Entonces, el secreto consistió en cortar la rama para que el ave se diera cuenta que tenía alas...
Muchas personas parecen apáticas pero sólo están aferradas a hábitos, conductas o situaciones que los mantienen cautivos y paralizados. Cuando toman conciencia que tienen sus propias alas, alcanzan su verdadero potencial. Algunas veces es necesario aprender a cortar estas ramas para precipitar el momento del salto.
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