El casco del cabo Orazi…
La Guerra de Malvinas duró 73 días y dejó miles de
historias que aún hoy siguen saliendo a la luz. Los protagonistas en esta
oportunidad son el Suboficial Mayor (RE) Oscar Orazi y el soldado inglés
Anthony Leigh Johnson. Ambos pelearon en Malvinas cuando tenían 30 y 19 años,
respectivamente. Un casco volvió a unirlos 34 años después.
© Publicado el
jueves 20/10/2016 por el Periódico Gaceta Marinera de la Ciudad de Punta Alta,
Provincia de Buenos Aires.
El pasado 7 de septiembre, el Suboficial Mayor (RE) Oscar Orazi se sentó
frente a su computadora acompañado por una taza de té. Además de leer los
portales digitales de noticias, revisó su cuenta de Facebook. En la bandeja de
mensajes había uno escrito en inglés que le cambió la vida.
El mensajero se identificaba como Anthony Leigh Johnson y decía vivir en
Inglaterra. También decía que él había luchado en el conflicto del Atlántico
Sur y lo que terminó de sorprender a Oscar Orazi, que tenía en su poder el
casco que había protegido al soldado argentino en aquella guerra.
“El sentido humanístico del señor Anthony Johnson en tomarse la molestia de
buscarme en el listado de militares argentinos que estuvieron en Malvinas,
produjo en mí una emoción muy fuerte. Tener esa información fue revivir todo lo
que sucedió en Malvinas”, relata Orazi, quien por entonces era cabo principal
de la Armada Argentina y tenía 30 años.
El punto de encuentro de ambos, se remonta –si la memoria de ambos no
falla- a la noche del 13 de Junio de 1982. El soldado Johnson, con 19 años, y
de guardia cerca del Aeropuerto de Puerto Argentino, se encuentra en la
recorrida habitual como cada noche, con el casco de un soldado, aparentemente
perdido durante su estadía como prisionero en dicho lugar. El mismo llevaba el
nombre de Orazi.
Finalizada la guerra, el casco y un borceguí que lo acompañaba pasaron a
formar parte de un altillo en la casa de Johnson. Para él era importante saber
el paradero del dueño de ese casco, pero su temor por saber si Orazi estaba
vivo o muerto le impedía avanzar en la búsqueda de esa información.
Pero un día, 34 años después, algo cambió y de repente Johnson sintió
fuerzas para saber más sobre ese casco y su dueño. La búsqueda la inició
consultando el listado de militares argentinos que participaron de la guerra.
Uno de los apellidos que encontró coincidía con el que aparecía en el casco. La
red social Facebook fue el soporte que sirvió para iniciar el contacto.
“Toda mi vida como naval, siendo electrónico radarista, estuve con un
diccionario de inglés al lado, incluso al inglés técnico lo llegué a leer de
corrido. Gracias a las nuevas tecnologías pude entender lo que él me narraba.
Luego volvimos a hablar pero para intercambiar opiniones de otros temas
cotidianos” dice el suboficial (RE) Orazi.
No se trata de un simple casco o una pieza bélica de colección sino un
símbolo de lo que aún hoy representa la Causa Malvinas. “Si bien el casco es el
símbolo de un soldado, el casco es un símbolo de la guerra. Yo no pierdo la
esperanza que este casco sea un poco una unión entre ingleses y argentinos,
darle un sentido espiritual. Dios y el tiempo
lo dirán”, concluye Orazi.
Un viejo refrán dice que la esperanza es lo último que se pierde y, en esta
historia, la esperanza se traduce en que algún día ambos protagonistas se
fundan en un abrazo, y que ese casco llegue a un museo con una breve
descripción de esta historia.
Una vida dedicada al Servicio
El Suboficial Mayor (RE) Oscar Orazi, nació el 25 de Mayo de 1952 y
actualmente es Profesor de Historia y Tradición Naval en la Escuela de
Suboficiales de la Armada Argentina (ESSA).
Ingresó a la Armada Argentina el 1 de Febrero de 1971 y entre los
principales acontecimientos de su vida naval, formó parte de la primera
tripulación que trajo desde Alemania, en el año 1993, al destructor ARA
“Sarandí”. Se retiró el 31 de Diciembre de 2005 y dos años más tarde comenzó a
dictar clases en la ESSA.
En cuanto a su actuación en la guerra, Orazi fue destinado al Apostadero
Naval Malvinas en febrero de 1982. El mismo 2 de abril desembarca en la Isla
junto a dos compañeros navales para presentarse en la Unidad de Control Tiro
del Ejército Argentino, en la costa Este de Puerto Argentino. Allí desempeñó su
tarea como electrónico radarista del radar GADA 601, donde era el encargado su
operación y mantenimiento.
“Ir a Malvinas fue algo emocionante, fui con mucho entusiasmo. Desde el
momento que aterricé y vi lo que sucedía, la realidad fue muy diferente a lo
que me imaginaba; obviamente con la guerra no gana nadie; la sufrimos los dos
bandos” cuenta Oscar.
Para Orazi las Malvinas fueron, son y serán argentinas, y su deseo es que
“algún día la bandera celeste y blanca flamee de nuevo en Puerto Argentino”.
Fotos: