La derrota ante Macri y el resultado negativo del ADN de los Noble Herrera impactan en el oficialismo.
Fue el peor escenario imaginado: encandilados con los espejitos de colores creados por las cifras de las encuestas pagas por el Gobierno con los dineros públicos, con los que algunos ganan plata con inexplicable facilidad –alguna consultora predijo un triunfo de la fórmula Filmus-Tomada–, en la Babel de Olivos se ilusionaron con lo que no fue.
Pasada una semana de la elección que ha colocado a Macri a las puertas de la reelección como jefe de Gobierno porteño, no queda claro que en el oficialismo se haya hecho una lectura adecuada del resultado.
Filmus habrá de competir por la segunda vuelta. “Estamos con todas la pilas para enfrentar el ballottage y buscar convencer al votante porteño que está enojado con el Gobierno nacional, pero que tampoco lo quiere a Macri”, señalaba Aníbal Ibarra durante un almuerzo que compartía en el mediodía de ayer con Filmus y Tomada. El senador –una persona respetable y habituada al diálogo con los que discrepan con él– fue obligado a llevar adelante la peor campaña posible. La Presidenta, quien lo designó, le quitó todo poder de decisión sobre el armado de las lista de candidatos a legisladores, le impidió asistir al debate por TN para el cual Filmus había dado su consentimiento, le restó protagonismo en la campaña, forzándolo a adoptar un perfil confrontativo y a aparecer como figura de acompañamiento en los actos que le organizó el Gobierno como el del comienzo de las actividades de la Gendarmería y la Prefectura en los barrios del sur de la Capital castigados por la inseguridad.
Algunas de las expresiones vertidas desde el Gobierno, y por personas afines a él, en los días posteriores a la elección, tampoco han ayudado a Filmus. Un párrafo aparte merece la carta abierta de Fito Páez en la que descalificó –“Me da asco la mitad de la Ciudad”, dijo– a quienes votaron a Macri. Tan preocupante como la carta han sido las manifestaciones de apoyo a su contenido por parte de personalidades de la cultura. “Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales y los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos, quedan los artistas”, es la inmortal frase con la que Enrique Pinti describe la permanencia del artista por sobre los avatares de la coyuntura. He ahí la explicación para comprender el nivel de la repercusión que tuvo la expresión del cantante rosarino. Y esa reacción –a las que hay que agregar algunas igualmente intolerantes y, por lo tanto reprochables, de aquellos que pedían poco menos que la lapidación de Fito– constituye un hecho que ilustra el nivel de antagonismo creciente que atraviesa la sociedad argentina. Los ciudadanos que votaron por Macri deben ser tan respetados como los que lo hicieron por Filmus. Esta es una verdad de Perogrullo. Páez o cualquiera tienen el derecho de criticar a quienes votaron por Macri y estos, a su vez, de hacer lo mismo por quienes votaron a Filmus. Esa es la esencia de la democracia. Pero el asco refiere a algo que repugna. Y con lo que repugna no hay convivencia posible. ¿Qué habrían dicho estas mismas voces si, entre los que votaron por el jefe de Gobierno, hubiera habido alguien que hubiese dicho que le daba asco el 28% de la población de la Capital que votó por Filmus?
La sociedad está atravesada por un germen de intolerancia inquietante al que hay que prestarle atención. El kirchnerismo ha hecho y hace mucho para fomentarlo. Algunos de sus opositores, también. Esta es una circunstancia involutiva en el período democrático iniciado en diciembre de 1983. El pensar diferente es visto casi como una herejía cuando debería ser considerado como una virtud. “Estoy en desacuerdo con tus ideas, pero defiendo tu sagrado derecho a expresarte”–frase erróneamente atribuida a Voltaire y perteneciente a Stephen Tallentyre, pseudónimo de Evelyn Beatrice Hall– tiene el valor de un imposible para aquellos sectores de la sociedad impregnados de un pensamiento sectario que alarma.
Estas reacciones del Gobierno y de sectores que lo apoyan no han hecho otra cosa que hacerle todo más fácil a Macri a quien, por otra parte, tanto el resultado del domingo como su seguro triunfo en la segunda vuelta, lo han vuelto a posicionar como un actor de peso en el escenario político de la oposición a nivel nacional. Los consejos de Jaime Duran Barba, hombre de un concepto pragmático de la política tan discutible como eficaz, que fue clave ala hora de inducirlo al jefe de Gobierno a bajarse de la carrera presidencial, fueron validados por los hechos. Las acciones de Macri en cuanto a su poder de negociación política en el desarrollo de la campaña presidencial están en alza. Ahora los dos principales líderes de la oposición, Alfonsín y Duhalde, buscarán algún tipo de acuerdo con él, quien se involucrará en el tramo final de la elección a gobernador de Santa Fe, en apoyo de Miguel Torres Del Sel, con una innegable plusvalía.
La semana no ha sido buena para el Gobierno. A las complicaciones que siguen apareciendo con el caso Schoklender y la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, se agregó el resultado negativo de los tests de ADN de Marcela y Felipe Noble Herrera. Si bien falta completar el cotejo con tres casos de esta parte de la prueba en los que faltó material y con otros casos del Banco Nacional de Datos Genéticos, los resultados conocidos eran clave porque se referían a aquellos ocurridos durante el período en que se produjo la adopción de los hermanos Noble Herrera. El hecho ofrece dos planos: uno, el humano; el otro, el político.
Desde la dimensión humana, es trascendente que se haya conocido la verdad, despejándose las incógnitas que el caso generaba para muchas abuelas que creyeron, genuinamente, que tal vez Marcela y Felipe podrían ser sus nietos.
Desde lo político, el hecho pone al descubierto los males que produce la utilización de la causa de los derechos humanos con esos fines y de los peligros que para los derechos de los ciudadanos representa la decisión del gobernante de turno de usar el aparato del Estado con el objetivo de perseguir a quienes son sus críticos. La intención real de Kirchner primero y de su esposa después no fue la de dilucidar un caso de apropiación de supuestos hijos de desaparecidos. El objetivo real de este operativo de difamación de rasgos nazi-fascistas fue el de la destrucción del Grupo Clarín y de sus periodistas. He aquí la realidad que, como siempre, es la única verdad.
© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 16 de Julio de 2011.
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