Vanguardia...
¡Qué hermosas las sendas
Que no tienen fin!
¡Qué hermosos los días
Que no tienen noche!
¡Qué hermosas las cosas
Que nunca se hicieron!
(Rebeldía, Alfonsina Storni)
Ver a varios periodistas de
distintas redacciones de Editorial Perfil aportando el mejor periodismo de
investigación del actual diario Clarín. O ver varios directores de
publicaciones de distintas épocas de Editorial Perfil conduciendo hoy el diario
La Nación. O ver tantos columnistas emblemáticos del diario PERFIL en Radio
Mitre, TN y pronto hasta en Canal 13, me lleva a reflexionar sobre las
distintas escuelas y ciclos del periodismo argentino.
Me decía un amigo: “Es un
fenómeno que no sólo se da en Clarín y La Nación, también en la dirección del
diario oficialista Tiempo Argentino, en la mayoría de los medios gráficos de
Szpolski y en el diario económico El Cronista hay periodistas que se formaron
en Editorial Perfil”.
Y no es casual que, salvo los
diarios populares, este fenómeno sólo encuentre su excepción en Página/12 y
Ambito Financiero, donde se siguen destacando casi exclusivamente periodistas
formados en sus propias redacciones. Es que Página de Lanata y Ambito de Julio
Ramos fueron en los ochenta y a comienzos de los noventa, escuelas formadoras
de talento suficiente como para autoabastecerse e irradiar al resto.
Parte de la explicación se
encuentra en las mayores posibilidades de contratación de Clarín y La Nación
que pueden, simultáneamente, desarrollar y mantener los talentos propios y
contratar los mejores de los vecinos. Pero no todo el fenómeno se explica por
eso, lo material sólo muestra sus consecuencias económicas.
Lo interesante son las causas que
producen la novedad para continuamente recrearla y satisfacer las necesidades
de innovación que tiene la sociedad. El periodismo es actor fundamental de los
cambios culturales que se van produciendo en cada época.
Los que hoy critican al
periodismo por conservador olvidan que los cambios progresistas actuales fueron
también posibles porque el periodismo estuvo entre los primeros de los rebeldes
de los noventa.
La ideología que exhibió el
kirchnerismo fue tomada del Frepaso y del sector más progresista de la Alianza
(Chacho Alvarez, Garré, Bielsa, cuadros posteriores del ARI, Ocaña, Timerman),
forjada al calor del antimenemismo donde el periodismo fue la gran vanguardia.
Las reminiscencias antiperonistas que quedan en el Frente para la Victoria son
de esa cultura antimenemista.
Fue el periodismo quien demolió
la imagen metafísica del mundo que tenía Menem. Los valores que hoy la mayoría
de la sociedad considera políticamente correctos fueron divulgados por el
periodismo en su crítica a los 90, mientras el menemismo gobernaba.
¿Cómo debería ser el nuevo
periodismo para continuar siendo vanguardia de la sociedad y aportarle una
síntesis superadora para el poskirchnerismo?
Con la llegada de la democracia,
al periodismo le llevó un tiempo sacarse definitivamente los temores de la
dictadura. Eso produjo que uno de los principales atributos del periodismo en
la década pasada fuera la valentía. Animarse, confrontar, exponerse y no tener
miedo fueron esenciales para la construcción del periodismo de la democracia. Y
hoy esos mismos atributos ya no caracterizan a la vanguardia del periodismo
porque están en todos los medios. A veces muy bien usados, otras no tanto.
Pero la inconformidad del
posmenemismo no puede seguir siendo la misma sin convertirse por el solo paso
del tiempo en conservadurismo. Tampoco la inconformidad ante el kirchnerismo
podría ser un péndulo que nos volviera a valores de los noventa (promovidos primero
por Ambito Financiero y Neustadt en los años 80), aunque fueran más o menos
maquillados en variantes de diferente corrección política, desde el macrismo al
sciolismo.
Dicho sea de paso, Scioli debe
prepararse para superar el año próximo embates comparables a los que este año
está sufriendo Macri. El 2013 será un año clave porque quien quiera tener
posibilidades de ser recambio en 2015 deberá quedar posicionado en las
elecciones de 2013.
El sábado de la semana pasada, en
este mismo espacio y bajo el título “Iguales”, se reflexionó sobre cómo lo que
parece encontrarse en las antípodas son momentos opuestos del mismo péndulo.
Hoy se vuelven a escuchar críticas a un gobierno por ganar las elecciones con
mensajes de izquierda y luego gobernar con ideas de la derecha. Tampoco las
tensiones alrededor de la imprenta Ciccone son nuevas: a comienzos de los
noventa, Cavallo había acusado a Yabrán de apropiársela.
Lo nuevo en periodismo superará
la dicotomía entre periodismo militante (un traslado de la emotividad del
periodismo deportivo a la política) y periodismo hegemónico, términos tan
contradictorios en frases como intrínsecamente.
Desgraciadamente, eso nuevo
todavía no emergió. Estamos en el clásico interregno donde lo que está muriendo
aún no murió y lo que está naciendo aún no nació.
Pero se podría conjeturar con
algunos atributos que debería tener esa sopa genética que parirá el futuro
ciclo del periodismo. Probablemente la inteligencia pase a ser un atributo más
valorado que la falta de temor. La síntesis de lo diverso, más que la capacidad
para confrontar. El valor no sólo será medido por la disposición a rebelarse
contra quienes lo merezcan sino a rebelarse frente a lo mediocre y conformista
de uno mismo.
Los imaginarios del kirchnerismo
comenzaron su proceso de caducidad. Poco a poco se convierten en dimensiones
extraviadas. El ímpetu de la política de comercio exterior de Moreno irá
perdiendo su efecto de la misma forma que los controles de precios con los que
pretendió domar la inflación hace tres años.
Las demandas del futuro no
encontrarán soluciones en las mismas respuestas del pasado. Dio vergüenza ajena
escuchar a Alberto Fernández decir que Cristina Kirchner traiciona a Néstor
Kirchner al reformar el Banco Central, quedándose sólo en la forma cuando en el
fondo el ex presidente se quedaba con todas las cajas. O las tres encuestas,
que se publicaron el fin de semana pasado en diarios oficialistas, que
indicaban que la imagen positiva de la Presidenta no había caído; “justo”
cuando PERFIL informaba que había perdido 17 puntos. Uno de los encuestadores
abrió el paraguas en el diario Tiempo citando “la ley de la gravedad de las
ciencias sociales: si los sujetos definen una situación como real, es real en
sus consecuencias”.
La vanguardia muere de éxito.
Para seguir siendo, precisa ser otra. El periodismo es vanguardia o pasado
momificado.
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