Lomas, justicia para algunos…
Colegio Balmoral de Lozas de Zamora...
La justicia sigue el camino de los abusadores e
intenta minimizar los abusos cometidos por los hijos del poder.
“Hasta que no acabes no te
soltamos” escuchó Juana en boca de una patota de jóvenes acomodados y
poderosos. Juana tiene 15 años; estaba a oscuras mientras era sostenida
firmemente contra la cama, al mismo tiempo, uno de ellos la penetraba con los
dedos dejándola inmóvil.
Ya habían pasado más de diez
minutos cuando pudo escapar y volvió a ser sometida hasta que un compañero de
colegio de los atacantes abrió la puerta y se encontró con la escena.
Un fuerte portazo en la nariz lo
hizo desistir de su intención de socorrer a su amiga, sin embargo, su presencia
interrumpió de manera definitiva la tropelía.
Minutos después uno de ellos
salió nuevamente de cacería, fue hasta el patio y vió a Luisa quien se
hallaba sentada mientras hablaba por celular. De un manotazo se lo arrebató y
salió corriendo nuevamente hacia la habitación. Luisa lo persiguió para
recuperarlo, entró en la pieza y vio que varios muchachones y chicas estaban
allí. Fue tapada desde atrás con una sábana y arrojada sobre la cama mientras
la manoseaban con la intención de desnudarla.
Otra mano se introducía dentro
del jean tratando de llegar al objetivo.
Luisa se defendió con fuerza
hasta que pudo escabullirse y salió corriendo al patio donde había más gente y
allí se quedó, llorando y atemorizada.
Los jóvenes se dieron a la fuga
en el auto de uno de ellos, mientras Luisa llamaba vanamente al 911. Reiteró el
llamado y nada pasó. Se fue a su casa.
Antes de irse se encontró con
Juana quien le contó lo que le había sucedido, también apareció otro muchacho
quien les relató que su hermana , semanas atrás había sufrido un ataque
similar por la misma barrita: “La Gloriosa”.
En esta escena solo
cambiamos los nombres y precisamos a través de la narración los hechos de dos
jóvenes recientemente abusadas en una fiesta, sin embargo no es inusual en
Lomas de Zamora.
La Gloriosa es un equipo de
fútbol del colegio Balmoral, una institución de elite donde concurren los hijos
de las familias más ricas y poderosas de Lomas de Zamora.
Al día siguiente Luisa contó a su
madre lo sucedido y la madre decidió ir a la comisaría de la mujer de Temperley
para denunciar el hecho. Fue recibida por una policía quien le dijo que si no
tenía los nombres de los atacantes no le iba a tomar la denuncia. Como si un
asesinato no se pudiera denunciar si no se sabe el nombre del asesino. El poder
ya había empezado a tejer sus redes de protección a estos jóvenes.
Al otro día por las redes
sociales decenas de adolescentes rompieron el silencio y comenzaron a contar lo
sucedido y las prácticas de este grupo.
La indignación fue tal que
algunos de los colegios de la zona se organizaron para ir a la salida del
Balmoral y ajustar cuentas. (Varias jóvenes de estos colegios habían sido
atacadas previamente).
La movida llegó a los oídos del
intendente Martín Insaurralde quien ordenó a la policía enviar patrulleros para
impedir el enfrentamiento.
En ese mismo momento la madre de
Luisa estaba en la comisaría 2 de Banfield haciendo nuevamente la denuncia.
Mientras tanto los jóvenes
justicieros vieron patrulleros en la puerta y teclearon desde sus celulares en
twitter “Insaurralde defiende al Balmoral”. Estaban indignados sabiendo
que uno de sus hijos es alumno del colegio, es amigo de los muchachones de La
Gloriosa y estaba en la fiesta en cuestión, aunque no surge de los testimonios
que haya participado en los ataques.
Uno de los abusadores
identificado es hijo del Director de un importante hospital nacional. El joven
tiene antecedentes de abuso y fue expulsado del Club Gascón por un hecho
similar.
Días después Luisa y su madre
fueron citadas la fiscalía 3 para declarar (el día anterior lo habían hecho
Juana y su madre).
Después de esperar un rato, la
secretaria de la fiscalía les dijo que debían dirigirse a otra oficina a 4
cuadras de allí para ser atendidas por la psicóloga, Patricia Stabile y una
asistente social.
Cuando llegaron, contra todas
las reglas, separaron a la hija de sus padres, no registraron con video ni
permitieron a sus padres observar detrás de un vidrio (cámara Gessell).
En ese momento, a solas con la
menor, la interpelaron con las siguientes frases:
¿Y vos cómo sabés que te
bajo la presión?
¿Acaso te tomaste la presión en
la fiesta?
Bueno ¿pero eso no te paso antes?
Eso es como lo que pasa en
los boliches.
Tocarte arriba de la ropa no es abuso.
Le preguntaron sobre su vida,
sobre la separación de sus padres.
Luego trataron de inducilrla a
cambiar su testimonio, sugiriéndole que ella no conocía a esos chicos, que no
sabía cómo eran, etc.
Luisa salió del lugar enojada y
se interrumpió el procedimiento por el maltrato recibido. Volvió con sus padres
a la fiscalía donde entró en un verdadero ataque de nervios y quiso irse.
La madre compelida por la fiscal
a cargo, Verónica Fernández Zagari a que se haga la declaración, trataba
de convencer a Luisa, quien había roto en llanto y no paraba de gritar.
Postergar la declaración un par
de días, buscar las condiciones adecuadas y legales para hacerlo hubiese sido
un gesto de simple humanidad.
La declaración se realizó de
todos modos y Luisa, quien fue abusada durante unos interminables minutos, tuvo
que soportar más de 7 horas de maltrato en el lugar donde buscó la protección
de la justicia.
Mientras tanto, los jóvenes
abusadores comenzaron a amenazar testigos, entre ellos a uno de sus compañeros,
(al mismo que le golpearon la nariz por interrumpirlos).
Los acusados, quienes fueron
vistos actuando como patota por muchos chicos y fueron identificados a través
de las redes sociales, siguen atemorizando a todos, víctimas y testigos, ya que
sus padres, las autoridades del colegio y la justicia no han hecho nada aún
para impedirlo.
© Escrito por Gabriel Levinas el viernes 25/10/2013 y
publicado en plazademayo.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.