El miedo al abandono,
clave en las crisis de pareja...
Ilustración de VC para Clarín.
Según los expertos,
aparece en la mayoría de las terapias. Es porque ahora las parejas no se
piensan “para toda la vida”.
La relación estaba
saturada de desprecio, ninguneo e infidelidades. Pero la madrugada en que
Susana Freydoz asesinó al ex gobernador de Río Negro de un tiro en la cara,
hubo una amenaza que se comió a todas: “ No te aguanto más. A la mañana agarro
mis cosas y me voy ”. El ejemplo, que forma parte del expediente judicial, es
extremo pero también es una muestra de cómo puede llegar a operar el terror a
ser abandonado. Con este telón de fondo hay quienes –distinguen los especialistas–
se dedican a “asistir a un amo”: es decir, hacen todo lo que el otro pida con
tal de que no se vaya. Pero hay otros, menos obvios, que esconden el mismo
temor: los que saltan de pareja en pareja y huyen cuando llega el momento de
entregarse: es decir, “se van antes de que los vayan”.
Quienes los atienden lo
ven con claridad: el miedo a ser abandonados ya aparece –en primer o en segundo
plano– en la mayoría de las crisis de pareja. “Pueden venir porque hay falta de
comunicación o de lo que sea pero lo que siempre está, en el fondo, es un
enorme temor a que esas grietas puedan terminar en un abandono”, introduce
Carlos Antar, psiquiatra y ex coordinador del Departamento de Pareja y Familia
de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Además, coinciden los terapeutas,
como las parejas ya no se piensan “para toda la vida”, el temor a que el otro
desaparezca o a que ese miedo siempre se interponga a la hora de formarlas, ya
se convirtió en uno de los principales motivos de consulta.
Están los que, cegados por
ese temor, actúan de forma lineal: “Generan vínculos en los que se ponen al
servicio del otro, hacen todo lo que el otro quiere y lo convierten en un amo
al que asisten. El vínculo se caracteriza en poner todo el esfuerzo en no ser
abandonados”, describe Antar. Incluso hay quienes se quedan al lado de alguien
que los maltrata, emocional o físicamente, pero les dan la garantía de que
siempre van a estar ahí. “En muchos casos se termina generando una dependencia
emocional: se trata de personas que vivieron abandonos primarios –y para eso
basta con que sus padres no hayan comprendido sus necesidades afectivas – y,
cuando crecen, construyen vínculos en los que vuelve a estar presente la
amenaza de abandono. El paso que sigue frente al profundo sentimiento de indefensión
y el pánico a que lo dejen, son las situaciones explosivas , a veces con
desenlaces violentos”, agrega. El caso de Susana Freydoz, la mujer que después
de 40 años de pareja mató a su marido, es el ejemplo más elocuente. Su marido
le había dicho que se iba a mudar a la residencia de gobernadores pero sin
ella.
Sin embargo, los miedos
suelen tener otras máscaras: “Para la psiquis es más doloroso ser abandonado
que abandonar, entonces también están los que empiezan a boicotear las
relaciones con excusas: no les gusta una persona porque se ríe mucho y tampoco
la otra porque se ríe poco. Y en lugar de actuar de una manera adulta, aparece
el niño: cortan una relación por mail, culpan al otro de lo que le pasa, se
esconden aterrorizados”, descifra Myriam Delfini, facilitadora gestáltica, una
especialización que ya se da en universidades. “Sucede que ese miedo
inconsciente es tan grande que, aunque encuentre a una persona fantástica, en
el momento en que el vínculo crece y demanda mayor intimidad, se desconecta, se
anestesia y cierra el corazón. Todo eso por temor a lo que pueda pasar después.
Es doloroso sí, pero menos que ser abandonado”, descifra.
Entrega sí, pero sólo del
cuerpo: “Estas personas pueden mantener relaciones con cierto nivel lúdico, desde
el lugar del placer, de la sexualidad. Pero, muchas veces, cuando empiezan a
sentir un pedido de afecto, lo viven como una invasión. Para ellos, uno de los
momentos trágicos de la relación es cuando el otro le pregunta ¿en qué estás
pensando? La sensación es que el otro se le puede meter dentro de la cabeza”,
dice Antar. Y en este micromundo blindado a la posibilidad de entregarse y
luego sufrir, todo lo que no sea cuerpo resulta impenetrable.
“Aparece el niño”, dicen.
Es que estos temores “vienen de experiencias infantiles que dejaron un sesgo.
No necesariamente de alguien que haya sido abandonado en sentido literal sino
que se haya sentido así. Ese enorme sentimiento de inseguridad puede estar
ligado a no haber sido tenido en cuenta, a no haber sido mirado con interés o
ternura, a que no hayan tenido en cuenta sus necesidades”, agrega Rosalía
Álvarez, psicoanalista especializada en pareja y familia. “¿Por qué suele
volver a despertar con una pareja? Porque en la pareja, muchas veces, se
reedita el vínculo primario. Es común que uno no recuerde esos momentos en los
que sintió el abandono, pero vuelven así: en la repetición uno recuerda”.
© Escrito por Gisele
Sousa Dias y publicado en el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires el domingo 16 de Diciembre de 2012.
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