Trompe-l'oeil…
Le pays n'a pas fini de faire les frais de cette faillite désordonnée. AP/Natacha Pisarenko
(El país no ha terminado de pagar el precio de este quiebre desordenado)
El
25 de junio, un extenso artículo de Le Monde de París se tituló “Le
miracle argentin était en trompe-l’œil”. En lenguaje directo: el milagro
argentino era una impostura. Es una idea clave, pero sobre todo es una
evidencia incontestable. Desde 2003 a hoy la Argentina ha brindado una clase
magistral de ilusión óptica, que ha triunfado más adentro que afuera. Episodio
de cabotaje, el engaño al ojo enganchó a intelectuales desahuciados, artistas
relegados, empresarios cabizbajos, profesionales crédulos, emigrados
nostálgicos y militantes huérfanos de mitos. Fabricado en muchos casos con minuciosa
perfección por el grupo que gobierna desde hace nueve años la Argentina y se
propone explícitamente seguir haciéndolo por lo menos una década más, sobresale
como el más portentoso trompe-l’œil político imaginable. Sus diseñadores y
ejecutores no han dejado rincón sin ocupar ni ámbito sin colonizar.
En francés, tromper es engañar y œil es ojo.
Trompe-l’oeil es una imagen que engaña al ojo. En España, hablan de
“trampantojo” (trampa ante el ojo). En sentido restringido, es una técnica
usada en la pintura mediante la que se pretende engañar a la vista humana,
jugando con la perspectiva y apelando a otros artificios ópticos. El mecanismo
de trompe-l’œil suele ser utilizado en pinturas murales realistas hechas adrede
para ofrecer perspectivas falsas, ya sean interiores (representando muebles,
ventanas, puertas o conjuntos más complejas), o exteriores, por ejemplo en las
medianeras de edificios.
Simular, engañar, aparentar, confundir y devolver al ser
humano registros que en la realidad no existen, son funciones esenciales del
trompe-l’œil. Maravillas de la ilusión óptica, son espejismos que giran en
torno de la humana debilidad de confundir relato con realidades, retórica con
hechos, presunciones con evidencias. Es un juego de portentosas proyecciones sociales,
culturales y políticas, pero un trompe-l’œil en las artes visuales y en el cine
dista de ser un acontecimiento delictivo. Engaño a quien se deja, pero lo hago
sin motivaciones venenosas, desde una experiencia asociada con la sensibilidad
para el puro goce estético.
No es sencillo engañar. No es para todos, ni es para
cualquiera. Si la trampa al ojo requiere meticulosidad, transitarla
exitosamente también precisa de credibilidad: debo pergeñar la trampa con tanta
perfección que reduzca al mínimo las posibilidades de ser descubierto. Un
trompe-l’œil talentosamente hecho permite fabular y suscita bellos ensueños. Es
arte, o sea que no tiene restricciones. Un trompe-l’œil torpe y de escandalosa
chapucería, abochorna. Se convierte en simulacro, burdo fracaso, trampa que no
convence a nadie, mamarracho, caricatura.
Estos días la agenda estuvo dominada por la obscena
comprobación de que el Gobierno industrializa en su beneficio bolsones
marginales que nadie había cultivado con tanta decisión, como barrabravas y
población carcelaria. Aplica el mismo procedimiento, engañando al resto
mediante recursos muy ostensibles, como “resocializar” presos, exaltar la
“pasión” de los delincuentes que abundan dentro y alrededor del fútbol. Esas
trampas visuales prostituyen en profundidad.
Apasionarse y resocializarse son dignos objetivos. En la
praxis del Gobierno, se convierten en tretas groseras que, para peor, vacían de
contenido todo lo que es bueno. Ahí está Víctor Hortel, el número uno del
sistema penitenciario argentino, desfilando en alegre murga dentro de una
cárcel, junto a violadores convictos. Es el mismo mecanismo exhibido por el
juez de la Corte Raúl Eugenio Zaffaroni, que no sólo no se arrepintió ni excusó
por alquilar sus departamentos a prostíbulos, sino que encima tomó la
revelación como afrenta. Curiosa deriva de un gobierno encabezado por una mujer
y lanzado a mostrarse como el más feminista régimen argentino de la historia.
Las salidas “culturales” del homicida convicto Eduardo Vásquez denigran a la mujer
y burlan la más elemental medida de justicia, además de castigar de nuevo,
impunemente, a la familia de la asesinada. Sobresalen aquí jueces como Patricia
Mallo, Pablo Laufer y Luis Fernando Niño, autoproclamado vigilante implacable
de los derechos humanos y uno de los mismos tres que condenaron a Vásquez a
sólo 18 años por la atenuante de “emoción violenta”. Parece que por su emoción
violenta al quemar a Wanda Taddei le permitieron participar de las actividades
“culturales” del Vatayón Militante antes y después de ser condenado. Ese es el
trompe-l’œil más escandaloso: en nombre de los derechos humanos, terminan
excusando a femicidas y violadores de niñas.
Forma del ilusionismo y coronación imperial de las
apariencias, las apariencias deleitan a la sociedad argentina. No en vano uno
de los manierismos retóricos más en uso, una verdadera epidemia, es el “como
que” antepuesto a cualquier frase.
Agréguesele otro recurso tóxico en boga: todo el tiempo
se habla anteponiendo un fastidioso “la verdad”. En un mundo de recursos
engañosos y apariencias vacías, ese “la verdad” supone que normalmente
mentimos. El “como que” o también “como si te dijera que” revela que
sobrevolamos la realidad, pero para eludirla, un ballet de juegos visuales,
atractivos pero tramposos, una permanente intención de engañar.
Según milenario relato de la antigüedad griega, dos
pintores, Zeuxis y Parrasios, rivalizaban. Cada cual debía tratar de hacer que
su obra produjera la más perfecta ilusión del mundo real. Uno de ellos, Zeuxis,
pintó unas uvas que parecían tan reales que los pájaros se posaban en ellas
para picotearlas. Parrasios presentó su cuadro cubierto por un lienzo. Al
tratar de visualizar la pintura de su rival retirando el lienzo, Zeuxis se
asombró al comprobar que había perdido la apuesta. Lo que parecía un lienzo
era, en realidad, la pintura de su competidor. Zeuxis habría dicho: “Yo engañé
a los pájaros, pero Parrasios me engañó a mí”.
©
Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el sábado 4 de Agosto de 2012.
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