Arbitrariedades
sin fin...
Un
gobierno obcecado. La Presidenta insiste con su relato desbordado. Por qué nos
parecemos más a Venezuela que a Suiza. Infiernos provinciales.
Pareció como si se celebrara el día de la liberación
nacional. Tal el boato que fue el utilizado por la Presidenta para anunciar el
pago del Boden 2012 con el que se dio cumplimiento a los vencimientos
destinados a poner fin al nefasto corralito que se llevó los ahorros de
millones de argentinos. En su inefable “Aló Presidenta” del jueves pasado,
Cristina Fernández de Kirchner se explayó a través de una presentación hecha a
su estilo y medida, es decir, extensa, confusa, llena de autoelogios y de
críticas para todo aquel que ose discrepar con el Gobierno. Una vez más,
abundaron las inexactitudes. En sus reiteradas referencias a la crisis de 2001,
la Presidenta insistió con que los medios nada dijeron en anticipación de aquella
catástrofe que aún hoy duele. Sin embargo, el simple análisis de los archivos
demuestra claramente que eso no es verdad. Fernández de Kirchner lo sabe.
Con el pago del Boden 2012 el Gobierno no ha hecho más
que cumplir con la obligación de honrar una deuda, lo cual, al fin y al cabo,
es lo que corresponde. Esto debería ayudar a recrear la confianza en el país;
sin embargo, la puesta en práctica de medidas restrictivas y dirigistas que
afectan el normal desenvolvimiento de la actividad económica del país impedirá
que se concreten algunos de los efectos positivos que, en otro contexto, la
cancelación de este bono podría haber generado. El país necesita atraer
inversiones y para que ello ocurra el primer factor que cuenta es la confianza,
que el Gobierno argentino se empeña todos los días en esmerilar.
En el “Aló Presidenta” del jueves pasado en la Bolsa de
Comercio, Fernández de Kirchner no dijo una sola palabra acerca de la
inflación, que es el principal problema que enfrenta la economía argentina. Los
altos índices de inflación que hoy castigan sobre todo al bolsillo de los que
menos tienen, sumados al alto nivel de gasto público, se combinan en una mezcla
riesgosa que afecta seriamente la actividad productiva y daña la competitividad
de los productos argentinos. El corralito cambiario no es la solución, sino la
fuente de mayores problemas.
Por suerte para el Gobierno está la soja. Así y todo,
sólo la impericia de un equipo económico que exhibe un nivel de falencias
técnicas que no deja de sorprender, hace que sea necesaria la puesta en
práctica del mentado corralito cambiario, que no sólo complica la vida de
muchos ciudadanos sino que también aleja inversiones. Nadie pone su dinero en
un lugar donde no tiene la posibilidad de disponer de sus ganancias cuando
ellas son bien habidas. Tuvo razón la Presidenta cuando habló de la importancia
del control como un instrumento destinado a garantizar el cumplimiento de las
normas esenciales a las buenas prácticas de negocios de un país. Lo que ocurre
en la Argentina, en cambio, es algo bien distinto: se asiste aquí a un sistema
en el que reina la arbitrariedad de funcionarios como Moreno o Kicillof, en el
que se favorece a los amigos del poder y en el que se persigue a los que no lo
son.
Mientras la Presidenta seguramente aún disfruta de la
fiesta en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, en las provincias las
preocupaciones no cesan, especialmente, claro está, en aquellas que no gozan de
la simpatía del Gobierno. Por ello es que el gobernador de Córdoba decidió presentarse
ante la Corte Suprema para demandar al Gobierno nacional los fondos
previsionales que le adeuda. José Manuel De la Sota sabe que eso equivalió a
haber quemado las naves y que nada podrá esperar en el futuro de la Casa
Rosada. En verdad, hace tiempo que estaba disuadido de ello. El episodio que
sin duda actuó como detonante fue la andanada del kirchnerismo contra Scioli.
Hablando del gobernador de la provincia de Buenos Aires,
la angustia por la experiencia vivida parece haberlo curado de espanto. “No
quiero pasar más por lo que padecí esta vez con el pago del medio aguinaldo”,
se le escuchó decir cuando el alivio de los fondos de la Nación llegó a su
gestión. Por lo tanto, consciente del peso que ello tendrá en las próximas
elecciones en las que estará en juego su futuro político, Scioli ya ha dado
órdenes de tomar todas las precauciones para que, de ahora en más, los fondos
correspondientes a los aguinaldos de la administración pública bonaerense estén
disponibles en tiempo y forma.
Por muchas de estas cosas que están pasando en las
provincias, la idea de algo similar a la liga de gobernadores que tuvo su
apogeo en los años de De la Rúa y Duhalde, ha vuelto a surcar la mente de
varios de ellos. En las provincias petroleras, además, hay descontento por el
manejo que el Gobierno viene haciendo de YPF. Esos gobernadores se sienten
usados, ya que fueron la cabeza de playa sobre la que luego se montó la
operación de confiscación de lapetrolera y ahora se los ha dejado de lado. Por
si ello fuera poco, el manejo que Axel Kicillof hace de la compañía, además, ha
puesto en situación incómoda a su presidente, Miguel Galuccio, quien, a pesar
de continuar en el cargo, debe enfrentarse a la realidad que lo muestra no como
el presidente de YPF sino más bien como un gerente general. En ese ámbito la
única asociación posible es con PDVSA, ya que las posibilidades de que las
grandes petroleras encaren algún proyecto de asociación con la compañía
argentina son casi nulas.
Curiosa Argentina la de hoy día, en la que la Presidenta
nos explica que los barrabravas son militantes de la alegría, que los presos se
resocializan en actos partidarios y que la inflación no existe. Es como si nos
quisiera hacer creer que vivimos en Suiza, aun cuando, en verdad, el rumbo de
su gobierno nos acerca cada día más a Venezuela.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
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