Defensores
peligrosos...
Superhéroes I El caballero desciende. Guillermo Moreno. Dibujo: Pablo Temes.
El
caso Boudou-Ciccone o la interna Moreno-Kicillof afectan la imagen
presidencial, que cayó 30% en las encuestas.
–Pase, ingeniero, no mordemos.
–¿Seguro?
–Por lo menos en esta ocasión, no.
El cruce filoso entre Cristina y Macri en el despacho de
Adelmo Gabbi terminó bien porque la Presidenta se puso de pie y le dio un beso.
Pero después, en el escenario de la Bolsa de Comercio, una broma, casi una
galantería, del jefe de Gobierno fue tomada como una crítica y puso a la
defensiva a la Presidenta. Macri le comentó sobre lo difícil que debe ser para
una mujer con polleras sentarse en primera fila y de frente a la concurrencia.
Se refería a los malabarismos que deben hacer con las piernas para ocultar su
ropa interior de las miradas indiscretas. Pero Cristina le contestó que para
ella no era un problema “no tener lindas piernas”. La Presidenta es y se siente
muy atractiva, pero alguna vez confesó su complejo por no tener tobillos finos.
Pero a Mauricio Macri, políticamente, le impactó esa
eterna guardia levantada. Esta se puede imputar a su desconfianza genética, a
su mirada conspirativa del ejercicio del poder o al mal momento que está
pasando en las encuestas, donde se registra un desplome del 30% de su imagen
positiva en sólo seis meses.
Se podría decir que con amigos así no necesita enemigos.
O que con sus últimas decisiones no hay buenas mediciones que resistan. Esa es
la mala noticia. La buena es que todavía tiene un 40% de apoyo y que ningún presidenciable
recibe lo que ella pierde.
El principal problema del Gobierno es obvio; la economía
que, cuando marcha a toda velocidad, suele actuar como una frazada que tapa los
errores. La plata en el bolsillo de los ciudadanos aumenta siempre los niveles
de tolerancia frente a las torpezas y las arbitrariedades. Por eso la
Presidenta dilapidó la simpatía de un sector independiente que no la había
votado pero que la miraba con esperanza. Y también perdió alrededor de un 15%
de sus propios votantes de la clase media más volátil, que ahora no la
defienden aunque estén dispuestos a apostar nuevamente por ella si el panorama
de competidores sigue tan flaco y Cristina encuentra el rumbo que perdió.
Lo grave es la tendencia. La ecuación negativa es
indirectamente proporcional. Cae la economía, sube el pesimismo y el deterioro
del Gobierno en la opinión pública. En un trimestre podría volver a su peor
momento como presidenta, poco antes de la muerte de Néstor Kirchner. Aquel
acontecimiento sepultó también las sospechas de corrupción. Y Amado Boudou tuvo
el dudoso privilegio de haberlas resucitado para ubicarlas entre los aspectos
que la gente más critica. En lo simbólico, el vicepresidente le hizo mucho daño
a Cristina. La chicana de Cristina en la Bolsa contra Macri, eso de “No
trajimos ningún convicto, pero hay algún procesado”, se podría transformar en
un tiro en los pies. Es que las versiones sobre el procesamiento de Boudou son
insistentes. ¿Lo obligarán a pedir licencia? Porque Boudou quedó descolocado
por la gravedad de lo que hizo con Adelmo Gabbi. Si es cierto que el hombre de
la Bolsa lo quiso coimear, ensució a Cristina que lo recibió en la Casa Rosada
con afecto y que esta semana lo trató amigablemente por su nombre de pila. Y si
Boudou mintió, además de afectar el buen nombre y honor de Gabbi, se va a tener
que bancar una querella por falsa denuncia. No es de Rolando, es de Amado, la
mancha que está salpicando a parte del Gobierno con la investigación de
enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y tráfico de influencias.
Guillermo Moreno tampoco le ayudó a mantener el prestigio
a Cristina. Se la pasó repartiendo remedios que fueron peores que las
enfermedades y dejó a la economía al borde de chocar contra el iceberg de la
recesión para lograr el objetivo de pagar una deuda de apenas el 0,4% del PBI.
Mató un mosquito con un misil. Esa desmesura irracional es reiterativa en la
administración del Cristinato. Sacrificar el crecimiento, perder mercados y
proveedores y hasta líneas de producción y fuentes de trabajo es algo que va a
costar mucho recuperar.
Por eso hoy tambalea la cabeza de Moreno, que ya pasó a
tantos a degüello. La lógica K dice que Cristina jamás lo tiraría por la
ventana mientras los medios lo estén reclamando. Sería como acceder a sus
pedidos y una muestra de debilidad frente a “la corpo”.
Pero pocas veces estuvo tan cuestionado por alguien con
tanto poder. Hablamos de la nueva estrella en ascenso, Axel Kicillof, otro
rubio fachero economista que deslumbra a Cristina como en su momento Martín
Lousteau y Boudou. Entre Moreno y Axel hay un choque cultural que no es
original dentro del movimiento. Uno viene del barrio y de la derecha ortodoxa
pejotista y el otro, de la universidad y de la utopía marxista.
Inseguridad, corrupción e inflación están en el podio de
las preocupaciones de todas las consultas. Todo el vodevil que generaron con el
tema carcelario fue directamente a potenciar los miedos de una parte de la
población. Tanto que obligó a Sergio Massa, el dirigente de mejor imagen, a
recuperar la voz para diferenciarse: “No hay que dar señales de impunidad. Las
leyes y las sanciones están para cumplirlas”. Pero hasta personalidades del
progresismo como Adolfo Pérez Esquivel o León Arslanian tuvieron palabras
cuestionadoras.
La Presidenta cayó en la trampa de defender a un femicida
feroz como Eduardo Vásquez o al barrabrava asesino de Gonzalo Acro. Cero
sentido común y falta absoluta de sintonía fina con las demandas populares. Fue
patética la mirada celebratoria que Cristina hizo de las mafias del fútbol,
donde además confirmó que no debe hablar de lo que ignora.
El Gobierno debería cuidar más a la Presidenta. En pocos
días apareció al lado de quienes son una suerte de Frankenstein en la opinión
de las mayorías. Gerardo Martínez, Mario Ishii o Julio Grondona no son muy
progres ni éticos que digamos, son más actores de El Padrino que de Manual de
conducción política, para utilizar sus propios conceptos.
La Presidenta es un extraordinario cuadro político, pero
no está blindada. Y menos cuando la construcción y la industria automotriz, que
fueron estrellas del crecimiento, frenan los motores. Hace apenas noventa días
que Miguel Galuccio asumió casi como si fuera un Premio Nobel y ya tuvo que
desmentir un par de veces su renuncia producto de que lo puentean todo el
tiempo y firman acuerdos en nombre de YPF sin su presencia.
Eso es cristinismo explícito.
©
Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el sábado 4 de Agosto de 2012.
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