Lo imprevisible. Confusión e incertidumbre…
Esta es la combinación que
provoca la falta de lógica que prevalece en muchas de las conductas y
decisiones del presidente Javier Milei.
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Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Cuando
en cualquier actividad de la vida prevalece la lógica de la ilógica se genera
confusión e incertidumbre. Esta combinación lleva a la creación de un estado de
cosas en el que reina la imprevisibilidad. Y esto termina afectando el curso de
muchas decisiones, planes, procedimientos y pensamientos.
Mucho
de esto es lo que prevalece en las conductas y en las decisiones de Javier Milei. Y lo que no advierte, es que las consecuencias
de este comportamiento terminan complicando a su gobierno, que queda afectado
por las consecuencias adversas que se vuelven imposibles de evitar. Veamos.
Es
ilógico que el Presidente azuce permanentemente la conflictividad. En estas
horas lo hemos visto en Madrid durante el discurso de agradecimiento a la
presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien le otorgó la
medalla internacional. Allí habló de las “manos porosas de los políticos”, para
agregar: “Quizá la de un hermano, la de una pareja. Quien quiera entender, que
entienda”. La alusión al presidente del gobierno de España no pudo haber sido más
directa: tanto la esposa de Pedro Sánchez, Begonia Gómez, como su
hermano, David Sánchez, conocido con el nombre artístico de David Azagra, están
siendo investigados por casos sospechados de corrupción. ¿Era necesario meterse
en un barro que hace a la vida política interna de España? ¿Más allá de sus
acólitos y/o fanáticos, esto favorece la proyección de la figura de un hombre
de Estado que antepone los intereses del país que representa a los gustos
personales?
Ese
afán por la conflictividad no es exclusivo del trato que Milei les dispensa a
sus opositores o, a quienes no siéndolo, osan criticarlo o discrepan de algunas
de sus medidas u opiniones. Al interior del Gobierno también reina este ámbito
de desasosiego. El último episodio –aún en desarrollo– tiene que ver con la
eventual designación de Federico Sturzenegger para ocupar un cargo aún no
precisado dentro del gabinete nacional. No hubo que ser ningún zahorí ni
analista político demasiado avezado para entrever el clima enrarecido que este
posible nombramiento genera con el ministro de Economía, Luis Caputo. La relación entre ambos viene dañada desde
diciembre de 2017. Tal daño se agravó tras la decisión adoptada por el entonces
presidente Mauricio Macri, quien, el 14 de junio de 2018 designó al frente del
Banco Central a Caputo en reemplazo de Sturzenegger, quien, en su renuncia
expresó que “en los últimos meses diversos factores fueron deteriorando
mi credibilidad como presidente del Banco Central, atributo clave para llevar
adelante la coordinación de expectativas tan importantes en la tarea que se me
había encomendado”. Uno de los “factores” de aquel deterioro tenía nombre
y apellido: Luis Caputo.
La
situación creada por el posible desembarco del asesor estrella de Milei –autor
del mamotreto original de la así llamada ley Ómnibus– ha encendido luces
amarillas y anaranjadas en el ministro de Economía y su entorno. Eso viene
generando movimientos por parte de Caputo y su gente para de alguna manera
blindarse ante las apetencias de poder –que las tiene y muchas– de Sturzenegger. De movida, pretende que su designación tenga
rango de ministro. Pero fundamentalmente se frota las manos pensando en medidas
más drásticas que su archirrival no se animó a tomar: liberar el cepo y meterse
de lleno en la baja de impuestos al sector productivo. Cerca del ministro
advierten lo siguiente: “este apuro tendría no sólo consecuencias peligrosas
para la economía.
Es
un golpe de efecto político que apunta a llevarse el crédito mientras que Toto
hizo todo el trabajo sucio”.
Como
telón de fondo, en el Gobierno preocupa –y mucho– las nuevas (viejas)
exigencias del FMI. Una fuente que camina los pasillos de la Rosada asegura que
“hay bronca ante la falta de comprensión del board del Fondo de los logros
alcanzados”. El organismo de crédito internacional primero elogia y luego
exige: devaluación y mayor aumento de tarifas. Traducido más ajuste. El choque
está claro si recordamos que Javier Milei –cada vez que puede– señala lo hecho
hasta el momento como “el mayor ajuste en la historia de la humanidad”. El FMI
no come vidrio y va por más; sabe que la Argentina sigue siendo un paciente en terapia
intensiva.
En
política doméstica el Gobierno sigue andando el camino para la aprobación de la
ley Bases. En ese trajín la figura de Victoria Villarruel volvió a ganar terreno no sólo por su
discurso previo al desempate en el Senado, sino por su impronta propia como una
de las mujeres fuertes dentro de La Libertad Avanza. Teléfono para el Jefe. La
vice gana adeptos y tiene su propio club de fans en las redes sociales.
Villarruel
cruzó de forma contundente a Irene Montero –exministra de Igualdad y referente
de Podemos–, quien había criticado las políticas del gobierno libertario y le
pidió a la Comisión Europea que actúe para “garantizar los derechos del pueblo
argentino, sobre todo de las mujeres y personas Lgtbi”. La vice se movió como
pez en el agua y mandó a la eurodiputada a que “se preocupe por su país”
recordándole que Argentina es soberana y “no se deja presionar por ningún país
extranjero”. Tampoco pasó desapercibida vestida de gaucho y montando a caballo
en el acto conmemorativo de la muerte del General Martín Miguel de Güemes en
Salta. Hay quienes ven en ella la intención de perfilarse como la sucesora en
el sillón libertario. Un poco rápido para meterse en esa discusión, aunque es
justo decir que lo que despierta las alarmas de algunos fanáticos de Milei es
su discurso filoso, con una alta dosis de sentido común que no suele abundar en
la política local.
Como
reza el dicho popular: En todos lados se cuecen habas.
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