Economía Argentina: deuda externa y fuga de capitales…
Dólares. Fotografía:
Nikolay Frolochkin en Pixabay.
Los
capitales argentinos fugados o en cajas fuertes ascienden los 300 mil millones
de dólares, aproximadamente el monto que le debe al FMI.
© Escrito por el Diputado
Nacional Eduardo Conesa el jueves 18/07/2019 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Desde fines del decenio de
los setentas del siglo XX nuestro país cayó en la trampa de
contratar enormes deudas públicas externas que han servido
para financiar la fuga de capitales y arruinar la
mecánica del desarrollo económico argentino. La trampa comienza de la
siguiente manera: el gobierno nacional emite bonos en los mercados
internacionales de capital con el asesoramiento de diferentes bancos de
inversión como Credit Suisse First Boston, JPMorgan, Goldman and Sachs, etc,
etc. La selección de estos bancos varía según las preferencias de los ministros
de economía. Estos bancos cobran jugosas comisiones para colocar dichos bonos
en los mercados internacionales de capital y son seleccionados a dedo, sin
licitación pública.
Luego las deudas así
contratadas sirven para enjugar déficit fiscales de los distintos
gobiernos ineptos que supimos conseguir. Pero el exceso de oferta de
dólares artificiales, provenientes de la deuda externa en el mercado local de
cambios, sirve también al propósito no querido de sobrevaluar nuestra moneda y
abaratar el dólar. En efecto, al ofrecer los dólares en el mercado de cambios
para hacerse de pesos y poder así enjugar los déficit fiscales en pesos,
nuestros gobiernos, sin querer, rebajan artificialmente el valor del
dólar en nuestro mercado de cambios, y de esta manera alientan la compra de
dólares por parte del sector privado argentino, que no es tonto, y compra lo
que está barato. Estos dólares se envían al exterior, o se
guardan en cajas fuertes, o en el colchón. Por eso es que los capitales
argentinos fugados al exterior, o en las cajas fuertes del país, alcanzan
a más de 300 mil millones de dólares, suma que es aproximadamente equivalente
al monto de la deuda externa argentina.
Pero además, el dólar
barato desalienta las exportaciones e impulsa las importaciones provocando así
fuertes déficit en nuestra balanza de pagos con el exterior. Estos déficits de
balanza de pagos requieren, para ser enjugados, más endeudamiento externo todavía
y así caemos en la trampa de una deuda externa inmensa e impagable que
nos trae toda clase de conflictos, tales como los juicios que incorporaron
contra nuestro país los fondos buitres de Nueva York.
Peor aún: para los países
en desarrollo, un motor esencial del crecimiento económico necesario para salir
de la pobreza es el aumento sostenido de las exportaciones. Pero si éstas se
desalientan por el dólar barato, no hay desarrollo económico ni
mejoramiento del nivel de vida popular.
Pero además, cuando el
dólar está barato, las tasas de interés en el mercado interno de capitales se
tornan altísimas. Se trata de una conocida e inexorable ley de la economía
política. Por ejemplo, en estos días las tasas de las Lelics del Banco Central
rinden un interés del 59% anual y las PYMES pagan más del 80% de interés por el
crédito bancario, todo ello contra una tasa de inflación prevista del 30%. A su
vez, las altas tasas de interés reales desalientan la inversión, provocan
quiebras de empresas y retroceso de nuestra economía. Consecuentemente, en el
primer trimestre del año en curso, el PBI cayó en un 5,8% y la tasa de
inversión en nuestro país no llegó al 15%, la más baja de América Latina. Y por
ello también la desocupación superó el 10%.
Las enormes y frecuentes
variaciones en el tipo de cambio real y en la tasa de interés real han
transformado a la economía argentina en un casino. Al respecto es bueno
recordar que Keynes afirmaba que lo peor que se puede hacer con la economía de
un país es transformarla en un casino. Un casino es la economía
argentina desde hace 70 años. Por esta razón no crecemos.
Por el contrario, toda
buena política de desarrollo económico debe mantener constante el tipo de
cambio real a un nivel competitivo mediante la indexación del tipo de cambio
con el índice de precios al consumidor. Por otra parte, la tasa de interés debe
mantenerse baja en términos reales para alentar la inversión. La recomendación
de indexar el tipo de cambio con el índice de precios al consumidor es
especialmente válida para la Argentina, si pretendemos integrarla a Europa, a
América y al Asia, como añora el Presidente Macri. La indexación del tipo de
cambio fue precisamente la gran recomendación de Bela Balassa para los países
en desarrollo que sufrían procesos inflacionarios. Cabe recordar que este
economista fue quizá el más importante experto en integración económica de
finales del siglo XX.
Algunos temen que la
indexación formal del tipo de cambio y de los ahorros que propiciamos acelere
la inflación, pero se equivocan pues desde hace ya 70 años, la economía
argentina está indexada, pero desordenada e irracionalmente. Milton
Friedman, el reconocido premio Nobel, afirmaba que lo peor de la inflación es
la distorsión de los precios relativos que ella provoca, pero que una
inflación pareja y previsible es inocua. Sostenemos que el ataque a la
inflación debe hacerse mediante el superávit fiscal y el aumento del ahorro
privado, inducido precisamente por la indexación de los depósitos bancarios a
plazo fijo en pesos. Nunca por la vía de retrasar el tipo de cambio.
Por el contrario, en
nuestro país se puso de moda la falsa teoría que sostiene que el dólar
barato mejora el nivel de vida de la población y permite ganar las elecciones.
Esta trampa puede llevarse a cabo en el muy corto plazo con grandes riesgos y a
costa de la fuga de capitales y del verdadero crecimiento de largo plazo. Desde
2007 a 2015 la ex Presidenta Cristina Kirchner ensayó esta falsa teoría con
falsos índices, controles de cambio y cepos, y el casino fracasó.
Lamentablemente, el actual
ministro de economía, Nicolás Dujovne, adoptó la misma falsa teoría
como estrategia nacional, pero por la vía del endeudamiento externo, sin cepos.
Su predilección por el endeudamiento puede apreciarse leyendo sus artículos
periodísticos publicados en el diario La Nación, en 2016.
Lamentablemente, Dujovne
embaucó al Presidente Macri con su falsa teoría. Al ponerla en práctica, el
ministro, terminó agotando la capacidad de endeudamiento del país hacia abril
de 2018. Luego consiguió el salvavidas del Fondo Monetario Internacional,
prestamista de última instancia, con cuya ayuda logró sobrevaluar y estabilizar
momentáneamente el tipo de cambio a 43 pesos por dólar, con tasas de interés
por las nubes y más casino. La dificultad vendrá después, cuando haya
que repagar toda esa deuda externa inútil e innecesaria.
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