Interna y relanzamiento…
Brindis. Marcos
Peña. Dibujo: Pablo Temes.
Además de disputas, los últimos anuncios son una señal de la puesta en
marcha del plan poselectoral.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 31/12/2017 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Un poco de historia reciente: en cada uno de los tres fines de año de su
gestión, Mauricio Macri tomó decisiones económicas de alto impacto. En 2015, recién iniciado
su mandato, eliminó las retenciones a las exportaciones de granos con excepción
de la soja y, a la vez, levantó el cepo cambiario que había instituido Cristina Fernández de Kirchner en
diciembre de 2011.
En 2016 se
concertó el blanqueo de capitales más exitoso de la historia de
la Argentina. Henchido de orgullo, el entonces ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, se sintió victorioso
por el hecho de haber sido él quien piloteó todo ese proceso. Fue una victoria
que tuvo un sabor personal para el ministro, quien estaba enfrentado con el
presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Federico Sturzenegger.
A Prat-Gay la
alegría por esa victoria le duró poco. A Macri no le gustan los
funcionarios que intentan sobresalir y se rebelan contra un modelo de gestión
que prioriza el concepto de equipo.
En 2017, luego del éxito político que significó para el
oficialismo la aprobación de la Ley de Presupuesto, la presentación de las
nuevas metas de inflación para el año que viene, representó un sinceramiento de las expectativas económicas que
el Gobierno tiene para el año próximo. Lo ocurrido fue producto de una decisión
del Presidente que estuvo en consonancia con la realidad: el índice de
inflación planificado por BCRA –10%– era absolutamente imposible de cumplir.
En lo interno, son bien conocidas las disputas existentes
entre Sturzenegger y la dupla de ministros económicos que conforman Nicolás Dujovne –Hacienda– y Luis Caputo –Finanzas–.
Se viene hablando de Dujovne
como “el ganador” de la pulseada entre Economía y el Central. En realidad, hay
quienes dicen que no hay ganadores ni perdedores porque la idea que se impuso
fue consensuada en la Rosada.
Sturzenegger venía haciendo lo necesario para alcanzar
las metas impuestas previamente, no tenía opción y sabía lo que hacía. Cuando
los límites se corrieron, todo cambió.
Puja saldada.
En el off
the record subrayan que, en realidad, hubo un reconocimiento implícito de que,
tal como estaban las cosas, las metas eran inalcanzables sin perjudicar el
crecimiento. Por eso se decidió recalcular. Además el presidente del Central ya
venía sosteniendo la misma disyuntiva entre altas tasas e inflación desde la
época de Prat-Gay. Venía sometido
a un desgaste innecesario y sería injusto tildarlo de perdedor
por decisiones que tuvo que mantener por el rumbo elegido.
Esas voces afirman que se seguirá apuntando al
crecimiento bajo pero sostenido en el tiempo y que habrá nuevos
“reacomodamientos” tarifarios de aquí hasta abril.
El revés de la trama
conduce a un hombre de peso dentro del
Gobierno: el secretario de Coordinación Interministerial –virtual vicejefe de
Gabinete–, Mario Quintana, a quien no se lo vio en la conferencia de prensa del
jueves.
Las disputas entre Quintana y Sturzenegger son ya un
clásico dentro de la actual administración. Entre los varios rounds que
protagonizaron en estos dos años, se recuerda el que hubo hacia fines de
septiembre pasado en ocasión de la discusión sobre el Presupuesto y cuando ya
se analizaban las medidas que buscaban alcanzar la reducción del déficit
fiscal, que es el origen de todos los problemas de la economía argentina,
circunstancia que se sabe es uno de los desvelos de Macri. La discusión pasó
entonces por el impuesto a la renta financiera, algo a lo que el presidente del
Banco Central se ha opuesto sistemáticamente. En aquella ocasión, la
impetración de Quintana no encontró eco en el jefe de Estado. Para
Sturzenegger, sin embargo, esa victoria duró poco.
En la Ley de Presupuesto que terminó aprobando el Senado
en la noche del miércoles, una de las novedades fue, precisamente, el susodicho
impuesto. Con todo, no era esa la única discusión
existente entre Quintana y el presidente del BCRA. El vicejefe de
Gabinete –hombre de empresa– hacía suyas las quejas de los empresarios acerca del
obstáculo –un verdadero varapalo– que representaban las altas tasas de interés
que el BCRA venía aplicando para intentar controlar la inflación. Con tasas del
27/28% que se pagaban por la Lebac, cualquier inversión productiva tenía como
destino la nada. Esto derivó en la reaparición de la bicicleta financiera
–“carry trade”, en términos técnicos–, de la cual tantas experiencias nefastas
hay en la historia de nuestro país.
Todo esto que ocurrió en el ámbito interno del Gobierno
va más allá de lo puntual. Tiene valor político y marca cómo quedó el cuadro de
poder interno.
Empoderado.
Marcos Peña es un claro ganador. El año pasado
logró deshacerse de Alfonso Prat-Gay y este año doblegó a Struzenegger.
Como se expresó en la conferencia de prensa, de ahora en más las metas de
inflación no las va a fijar el Banco Central sino que lo hará el Poder
Ejecutivo.
El Gobierno ha completado así el
verdadero relanzamiento de su gestión. Es en lo que trabajó desde el
día después de su triunfo electoral del 22 octubre. Es lo que dio pie a los
anuncios hechos por Macri en su discurso en el CCK del lunes 30 de octubre. El
Presidente sabe que, de ahora en más, las invocaciones al pasado y a la pesada
herencia ya no servirán como argumento para explicar o justificar la falta de
soluciones. Los problemas más importantes que enfrenta son dos que están
relacionados: inflación y pobreza.
El debate de la Ley de Presupuesto y la reforma
tributaria ocurrido en el Senado dejó algunas cosas claras. Desde lo
anecdótico, las chicanas de Cristina Fernández de Kirchner quien, por lo que se
vio y escuchó, usará su banca no solo para criticar al Gobierno sino
fundamentalmente para protegerse de las causas judiciales que ensombrecen su
futuro. Su alusión al tema de los fueros exime de mayores comentarios. Su
soledad quedó subrayada cuando el jefe del bloque del peronismo, Miguel Ángel Pichetto, se dedicó a refutar
y dejar en evidencia las contradicciones de varias de las afirmaciones de
la ex presidenta. Desde lo político –que es lo trascendente–, quedó expuesta la
importancia de la búsqueda de consensos como instrumento de gobernabilidad. Y
esto es clave de cara al futuro de tolerancia y convivencia plural que reclama
la solución de los graves problemas que enfrenta la Argentina.
Producción periodística: Santiago
Serra.
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