Zigzag entre España y Brasil…
Macri se ilusiona con empresarios europeos y sufre
con los coletazos de juicios vecinos.
© Escrito por
Nelson Castro el domingo 26/02/2016 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El trío que forman Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui constituye una barrera
inexpugnable que complica la comunicación con Mauricio”, reconoce con expresión
de fastidio un dirigente que pertenece a la génesis del PRO, y agrega: “Recién después del sacudón producido por el
asunto del Correo, lo observé (a Macri) con actitud de escucharnos a todos”.
El Correogate le ha pegado duro al Gobierno. Más allá de
las explicaciones hasta aquí dadas, una encuesta que maneja el entorno del
Presidente le muestra una caída de su imagen que rondaría los nueve puntos
junto a un efecto colateral que agrava la preocupación: también la imagen de María
Eugenia Vidal se ve
perjudicada por el affaire.
Por eso, el lunes pasado, antes de partir hacia España,
Macri se reunió con una mesa chica para realizar un análisis político del nuevo
escenario que ha generado el escándalo del Correo, que se vio aun peor por el
caso de Avianca, la low cost que comenzará a operar en el mercado aerocomercial
argentino, en el que aparece involucrado otra vez Franco
Macri.
Participaron de ese núcleo el jefe de Gabinete, Marcos
Peña, la gobernadora de Buenos Aires y el jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Como
ocurre en todo gobierno, a éste también lo atraviesan las inevitables alternativas
de las internas. La puja de egos de la actual administración es mucha.
Como lo describe el testimonio con que abre esta columna,
el trío Peña-Quintana-Lopetegui genera la tirria y el enojo de la mayoría de
los miembros del gabinete. “Les falta
calle y, encima, son soberbios”, se quejaba días pasados un
encumbrado ministro. Quienes han hablado con el titular de la cartera de
Trabajo, Jorge Triaca, le han escuchado
adjudicar el innecesario conflicto con la Asociación Bancaria a la miopía de Gustavo Lopetegui.
El viaje a Madrid puso a Macri frente a una
realidad compleja: relanzó la relación bilateral severamente dañada durante los
doce años del kirchnerato y cosechó la aprobación de la crema empresarial
española. Sin embargo, no hubo ninguna concreción significativa ni atisbo de
que la vaya a haber en el futuro inmediato. La razón es muy simple: la
incertidumbre política. El de Macri es un gobierno débil desde el punto de
vista de su poder institucional. Es el primero que, desde la recuperación de la
democracia, en 1983, no domina ninguna de las dos cámaras del Congreso y que
enfrenta la necesidad de asegurar una perspectiva de permanencia en el poder
para concretar los cambios estructurales a los que aspira.
Para eso debería
contar con una cuota de poder mayor –no para imponer sino para negociar
acuerdos con las fuerzas de la oposición– sobre los planes que tiene para la Argentina
después de doce años de un gobierno populista. Esta incertidumbre política es
la que está frenando las inversiones que requiere el país para reactivar una
economía que no termina de arrancar. Para el oficialismo, las elecciones
legislativas de octubre venidero serán claves. Si
no gana, la gobernabilidad de sus dos últimos años de gestión será muy difícil.
Los indicadores económicos no le sonríen ni al Gobierno
ni a la gente. La actividad industrial en enero cayó un 1,1%, el costo de los
alimentos no para de subir. En muchos casos, el plan de precios transparentes
no ha servido ni para hacer los precios transparentes ni para que bajen. Muy
por el contrario, hasta aquí los más favorecidos son los que más
tienen. A todo esto hay que sumar los despidos y los aumentos de las
tarifas, frente a los que algunos funcionarios se colocan como si fueran
simples comentaristas de la realidad.
En el diálogo que Macri mantuvo con Mario Vargas Llosa en Madrid, mencionó el caso Odebrecht. “Nada contribuyó
tanto a conocer la corrupción como el caso Odebrecht”, dijo. Las novedades
judiciales en la Argentina en las que ya están implicados Ricardo
Jaime y su
testaferro Manuel Vázquez tienen como uno de los funcionarios
bajo sospecha al titular de la Agencia Federal de investigaciones (AFI), Gustavo
Arribas. En la causa que lleva el fiscal federal Federico Delgado,
se espera mayor celeridad de parte del juez federal Rodolfo
Canicoba Corral.
El Lava Jato avanza en toda América Latina
menos en la Argentina. Hay falta de acción de todos los costados. En lo
judicial pareciera ser el único lugar donde no hay grieta.
Los arrepentidos están contando todo en
Brasil, uno de los que hablan es el CEO para Argentina, lo que debería hacer
Canicoba Corral es pedir al país vecino interrogarlo. Pero en la Argentina los
jueces no pueden hacer pedidos al exterior directamente: como son relaciones de
Estado a Estado, se hace a través del Poder Ejecutivo, vía
Cancillería. El acuerdo que se firmó en Brasil sostiene que los
arrepentidos van a colaborar con todos los países que se vieron involucrados.
Dicho acuerdo es de colaboración recíproca hasta junio; si alguien quisiera
demorar las cosas, sólo lo lograría hasta esa fecha. De todos modos, antes, la
Argentina podría pedir el interrogatorio y automáticamente se lo darían. Hay
que comparar con Panamá y Colombia, en donde hubo avances que aquí brillan por
su ausencia.
Leonardo Meirelles, el operador cambiario “arrepentido”, declaró
haber transferido US$ 594.518 mediante
cinco transferencias a la cuenta de Arribas en el Credit Suisse, utilizando
para hacer el depósito una empresa que la Justicia brasileña ya dictaminó como
“fantasma” constituida solamente para pagar sobornos. Lo único que habría que
linkear es si esas transferencias tienen vínculo o no con el soterramiento del
Sarmiento. Hay que recordar que uno de los socios de la obra es Angelo Calcaterra, primo de Macri. El enlace no es difícil de hacer. Si la
plata de Suiza no hubiese llegado a la Argentina, el delito no se juzgaría acá,
pero sí en Brasil.
Envalentonados por estos avatares
judiciales que complican al Gobierno, un grupo de 15 diputados del Frente para
la Victoria decidió pedir el juicio político de Macri por “responsabilidad en el mal desempeño y la
comisión de delitos en el ejercicio de sus funciones”. Resulta curiosa esta
iniciativa visto lo que fueron los doce años del kirchnerato, plagados de
delitos de corrupción frente a los que ninguno de los firmantes nada hizo. Es,
una vez más, la evidencia contundente de la doble moral del kirchnerismo.
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