No tengas miedo cipayo,
podés cantar…
Ok, no la voy a caretear más: soy futbolero y, si bien prefiero el olor a meo de nuestras canchas pasionales a los pulcros estadios educaditos de los Mundiales, debo reconocer que hace 10 días que no pienso en otra cosa que no sea la Selección. Me importa un corno Ciccone, la inflación, el autoritarismo, la impericia del gobierno, etc. etc. Eso no quita que uno no siga mirando todo de reojo.
Por suerte ya se diluyó, pero durante los meses
previos al Mundial hubo una idea bastante extendida de que un triunfo de la
Selección ayudaría al Gobierno y que una derrota lo complicará aún más. El “aún
más” es un bocadillo medio guacho, pero cierto.
Afortunadamente, la realidad demostró que esta
ecuación no era correcta. La euforia que ojalá vivamos hoy, nos pertenece a
todos. Y si la cosa no se da, la mufa y el orgullo también será de todos. El
Gobierno, en esta y por suerte, no tiene nada que ver.
Hubo sí, desde la Casa Rosada, un torpe intento por
chorearse a la Selección. Una idea del tipo “Sabella y sus muchachos son
nuestros, mientras que los alemanes, brasileños y holandeses son de los cipayos
opositores que los alientan en los ratos libres, entre que apoyan a los fondos
buitre, miran TN y tratan de llevarse el agua de la Patagonia a
Oklahoma”. Pero no les funcionó.
Nos abrumaron con los avisos de Presidencia que mezclaban
los goles argentinos con los logros del Gobierno. Un gol de Messi fundía a la
imagen de Kirchner bajando el cuadro y un pase de Mascherano se fundía con un
plan de viviendas en la Puna. Pero nada. Ni bola. La gente quiere que gane la
Selección y le importa tres carajos lo que haga el Gobierno al respecto. Es
más, le hincha bastante las pelotas.
En la desesperación, la falange de propaganda
oficial se la pasó mostrando cómo los cipayos habían criticado al equipo, al
técnico y a algunos jugadores antes del Mundial y ahora, frente a los éxitos,
los elogiaban. Como si esto no hubiera ocurrido, así o al revés, con todas las
selecciones argentinas y en todos los Mundiales. Recordemos los carteles de
“perdón Bilardo” en el ’86 o los injustos insultos a Verón en 2002. Esto es
fútbol y en el fútbol las cosas siempre han sido así.
“Chiquito” Romero no le inspiraba seguridad a nadie
hasta que el tipo nos tapó la boca a todos con los penales del miércoles. Los
hinchas de River se cansaron de putearlo a Batistuta cuando jugaba para ellos
(antes de que Batistuta sea Batistuta) y los de Boca lo puteamos a Gago desde
que debutó en primera hasta que nos demostró que era un fenómeno. Así es el
fútbol, así es el hincha. Por supuesto, alimentados por la derecha, los medios
concentrados, las corporaciones y obviamente, por Majul.
Como tantas veces, fueron muchos los que al
principio no creyeron en este equipo y ahora están fascinados. Nada que ver con
la coherencia del Gobierno Nacional y toda su falange de propaganda que, por
ejemplo, creyó en el papa Francisco desde el primer minuto y siempre lo
elogiaron.
Sin embargo, quedó cierto miedo entre el gorilaje
en el sentido de que el Gobierno pudiera manotear la Copa, si es que hoy la
ganamos, y que los goles que hace Messi van a tapar los goles que hace Boudou
(en contra, pero los hace).
Duerma tranquilo amigo gorila. No hay ninguna
chance de tapar nada. Aun si hoy le ganáramos a los alemanes, en el mismísimo
Maracaná, delante de todo el pueblo brasileño, incluyendo Dilma, Xuxa, Pelé y
el pibe, por 7 a 1, igual el Vice va a estar kaput, forfait, fané y
descangayado. Lo escribo así porque leído en lunfa suena un poco más suave que
leído directamente del expediente de Lijo.
Boudou selló su faena con el histórico discurso del
9 de Julio en Tucumán. El remate de “¡Gracias Néstor, Gracias Cristina!” será
inolvidable. Si el juez Lijo toma esto al pie de la letra, a más tardar el
miércoles o jueves van todos en cana. En el contexto de la causa Ciccone, un
“Gracias Núñez Carmona” vaya y pase, pero un “Gracias Néstor” ya es el acabose.
Para colmo, recordó la posición antiimperialista
del peronismo del 45 mientras la televisión mostraba las caras de los distintos
funcionarios y dirigentes peronistas, incluida la de un Kunkel azorado. Amado Boudou,
un canchero de la UCeDe le explicaba a Carlos Kunkel, un peronista de siempre,
lo bueno que había sido Perón. No hay idea de humor político que pueda superar
esta escena.
Ese mismo día, Boudou firmó el acta de visitantes
ilustres en la Casa de Tucumán, donde en 1816 se proclamó la Independencia,
flanqueado a su izquierda por Zamora, el dueño de Santiago del Estero, y a su
derecha por Alperovich, el dueño de Tucumán. Si esta es la representación
política del Gobierno nacional y popular, estamos en un problemón muchachos.
Faltaba el Gordo Valor, que no pudo ir porque justo cayó en cana la semana
pasada.
Amigo cipayo. Si usted cree que debe reprimir su
pasión nacional y perderse de festejar los triunfos argentinos para no hacerle
el caldo gordo al Gobierno, se equivoca de palo a palo. La sopa kirchnerista ya
no tiene gusto a nada. Ahora, lo único que les queda es salir a buscar un mango
para levantar el muerto.
Este finde vino Putin y en la semana llega el
presidente chino Xi Jinping. Apuesto lo que quiera que al toque aparecerá un
clásico del kirchnerismo: las famosas inversiones chinas, que ya están por
llegar.
Dicen que en la Casa Rosada hay una oficina
chiquitita con un cartelito en la puerta que dice Subsecretaría de “Ahí vienen
los chinos”. Adentro hay sólo un funcionario cuyo laburo es levantar el
teléfono y decirle a Zannini: “Hola Carlos, estamos en julio, recuérdele a la
Presidenta que ya es tiempo de volver a anunciar las grandes inversiones
chinas”. Nos tienen con ese cuento hace una década.
Relájese amigo gorila. Goce, sufra, salga y
festeje. Hoy somos todos iguales. Usted y el Cuervo Larroque, su cuñado y
Timerman, su vecino y Moreno. Todos bajo la misma bandera.
El lunes seguiremos emocionados, el martes y
miércoles posiblemente también. Y el jueves o viernes empieza de nuevo el
quilombo. Boudou volverá a Núñez Carmona, Báez a sus valijas, D’Elía al
antisemitismo y así cada uno a lo suyo.
Mientras tanto. Vamos Selección. Vamos Messi. El
que no salta es un alemán. Schweinsteiger decime qué se siente. Y cuando el
arquero Neuer vaya a patear el saque de meta, como hacemos siempre, como en
cada partido de cada domingo, como en cada cancha del país y desde cada rincón
de la Argentina, gritaremos todos juntos: ¡¡Puuuutoooo!!
© Escrito por Sebatián Borensztein el
Domingo 13/07/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
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