Amores y odios...
Scioli, Tinelli e Insaurralde en la tapa de ayer de Perfil.
Resultaba
paradójico ver el viernes C5N transmitiendo en directo la inauguración del cine que Tinelli le
donó a su ciudad natal y el ninguneo de ese acto en TN o El Trece, siendo
Tinelli la principal figura del Grupo. Es que la inauguración del cine de
Bolívar fue una especie de pre acto de cierre de la campaña electoral
kirchnerista, porque asistieron Scioli e Insaurralde más parte del gabinete del gobierno
nacional.
Para
ir, Insaurralde faltó al debate de los candidatos a diputados en el Coloquio de IDEA –donde sí participaron
Massa, Stolbizer y De Narváez–, y así pudo tener su foto con Tinelli. También resultaba
paradójico que uno de los principales patrocinadores del Coloquio de IDEA
fuera, justamente, Cristóbal López.
Pero
el lunes 28 cambiará todo. Scioli volverá a ser valorado por Clarín y La
Nación, Massa comenzará a no ser infalible y la economía no estará por
explotar porque sea inminente que la inflación se dispare como en Venezuela o
el dólar blue se vaya a 15 pesos antes de fin de año.
¿Qué
habrá pasado para entonces? Nada más que las elecciones ya habrán concluido y
todo el daño que electoralmente se le pudiera hacer al kirchnerismo ya
habrá sido producido. Existirán otros daños, claro, pero habrá cambios respecto
de Scioli, quien muy probablemente deje de ser “forro” o “felpudo” para los
anti K.
La
semana pasada, al terminar el reportaje a Scioli para la
edición de Perfil en la que se publicó la encuesta que indicaba que la
imagen positiva de la Presidenta había mejorado ocho puntos y la diferencia
entre Massa e Insaurralde se había achicado a siete, Scioli me preguntó: “¿Cómo
puede ser que ustedes (por Perfil) hayan sido los únicos que desde el mismo
momento en que se lanzó Massa vieran que mi decisión de no formar una alianza
opositora con Massa y Macri no era un error político?”. Y sin dejarme
responder, agregó: “Quiero agradecerte mucho esa actitud”. Le dije: “Primero no
agradezcas, que ya nos vas a odiar más que a nadie si llegás a ser presidente
porque te vamos a criticar igual que a todos los presidentes. Segundo, que
hayamos escrito que tenías más posibilidades de ser presidente no habiendo
hecho esa alianza con Massa que habiéndola hecho no es fruto de ninguna
capacidad de análisis especial, sino simplemente de que nuestros pensamientos
no están guiados por odios”.
Odios
que, desgraciadamente, sí tiene parte de nuestra audiencia que se expresa por Twitter.
Por ejemplo, @savjiv escribió: “me había preocupado al leer perfil y q
insaurralde sube pero segui leyendo termine en fontevecchia, ahí me calmé,
entendí todo”. Más elegante, @namiojorengueki agregó: “el putito @Fontevecchia
creo que elogia a la yegua porq l gustaria ser una puta reventada como ella..ja
ja”. Y @CesarChv1959 remató: “@Fontevecchia no se si es K pero se alquila
barato, si?”. ¿Qué habrán pensado los autores de estos comentarios al
ver los mismos resultados de la encuesta publicada por PERFIL una semana
después en Clarín y La Nación?
Dictadura
de la audiencia. Otro
tuit permite ingresar en algo más permanente y de fondo, que son las redes sociales
como nuevo sujeto político: @let0401 escribió: “lo de @Fontevecchia es una
pelotudez, lo de Mempo es terrible llamado a la censura”.
Mempo
Giardinelli, reconocido escritor traducido a más de veinte idiomas, quien vivió
en México durante la dictadura (su primer trabajo al regresar del exilio en
1983 fue en Editorial Perfil), tuvo la ocurrencia de escribir una carta al
diario La Nación solicitando que no se publicaran los comentarios
ofensivos de la audiencia. Decía en uno de sus párrafos: “Esta carta quiere
exhortarlos a ustedes a que discontinúen esos foros supuestamente democráticos
en los que se fomentan la vulgaridad, el resentimiento y el odio militante. Y
donde se mezclan amenazas de muerte, cobardes deseos criminales e infundios y
groserías de todo tipo, y para colmo mal escritos. Los textos malsanos que con
fuertes extravíos gramaticales es capaz de redactar esa caterva de forajidos
verbales que La Nación prohíja, son, en realidad, verdaderas heces gramaticales
que ustedes publican a diario bajo ese título eufemístico: ‘Comentarios’”.
La
carta tenía otras consideraciones sobre la línea editorial de La Nación, que al
no ser difundida por ese diario la publicó completa Página/12 el domingo
pasado. Pero, en defensa del diario La Nación, hay que decir que Perfil.com
también padece lo que en palabras de Mempo son “deposiciones lingüísticas
entre los comentarios”.
¿Pero
qué les pasa a los lectores que no pueden recibir sin enojarse siquiera la
información de que mejoró la imagen de la Presidenta por su enfermedad o de que
Insaurralde redujo su diferencia con Massa?
Las
redes sociales, con su beneficiosa exponenciación de las herramientas
comunicativas, generan como efecto secundario no deseado una especie de
dictadura de la audiencia que influye sobre los periodistas que son
naturalmente sensibles a las críticas que reciben de su público.
Hace
pocos años se corporizaban en algunas decenas de llamados telefónicos a las
radios quejándose; hoy, los periodistas que están al aire reciben en
instantes toneladas de comentarios por redes sociales y en los muros de los
medios, que resultan una forma de abucheo virtual que genera autocensura.
No
estoy pidiendo que se censuren esos comentarios, sino promoviendo que los
periodistas no nos sintamos influidos por esas críticas. Es cierto que
vivimos una época de revalorización de los comentarios: los sitios web de
turismo o restaurantes destacan el mérito de que son los propios usuarios los
que conforman el ranking con “opiniones objetivas”, experiencias que resultan
una gran guía a la hora de viajar o de salir, pero cuyo valor no es trasladable
a la tarea periodística.
Si
para “satisfacer al consumidor” los medios alimentamos el odio que cada bando
tiene dándoles sólo noticias deseadas por ellos, estaremos prestando un
pésimo servicio a la audiencia y a nuestra profesión porque el periodismo
debe ser independiente no sólo de los poderosos, sino también de la histeria de
su audiencia, que también es muy poderosa.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 20/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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