Un Burrito eterno…
Ariel Ortega tuvo su merecido homenaje en el Monumental, que
estuvo colmado por más de 60 mil fanáticos de River. Una fiesta del mundo
millonario, que despidió y lloró a su último gran ídolo en un partido que
quedará en la historia. Hasta siempre.
El término ídolo es para pocos. Apenas para privilegiados o
aquellos que trascendieron durante su carrera deportiva y dejaron una huella
imborrable. Una marca por siempre. River no es la excepción, y esa denominación
tampoco le compete a muchos. A ese lugar han llegado escasos nombres, casi
contados con los dedos de las manos. Bernabé Ferreyra, el Charro Moreno,
Angelito Labruna, el eterno Amadeo Carrizo, el Beto Alonso, Enzo Francescoli,
por citar algunos nombres de la historia millonaria. Y, a ellos, sin lugar a
dudas, se puede adosar el de Ariel Arnaldo Ortega.
Sí, ese jujeño que a fuerza de gambetas, de amagues, de golazos y de títulos, se ganó el cariño del hincha de River y el respeto de terceros. Durante este sábado tuvo su merecida despedida en el Monumental, colmado por más de 60 mil almas.
Sí, ese jujeño que a fuerza de gambetas, de amagues, de golazos y de títulos, se ganó el cariño del hincha de River y el respeto de terceros. Durante este sábado tuvo su merecida despedida en el Monumental, colmado por más de 60 mil almas.
Luego de haber deambulado por otras provincias del país con
distintos homenajes, Ortega pudo cumplir su sueño más preciado. El de retirarse
y decirle adiós al público que tantas veces disfrutó de sus picardías en ese
verde césped de Núñez. Una fiesta de principio a fin, con la presencia de
amigos de Ariel. De los compañeros y compadres más cercanos que le brindó la
redonda en sus años como jugador.
Y, desde luego, ex camaradas de su querido River. Más la presencia de Ramón Díaz y el Tolo Gallego en el banco de suplentes. Dos entrenadores que lo forjaron en su carrera. Todos, movilizados por él. Por ese pibe que alguna vez vino a Capital desde Ledesma, Jujuy, para probar suerte y ver qué pasaba. Vaya si la decisión fue acertada. Qué hubiera sido de River sin el enorme Burrito. Y qué hubiera sido de él sin la Banda...
Y, desde luego, ex camaradas de su querido River. Más la presencia de Ramón Díaz y el Tolo Gallego en el banco de suplentes. Dos entrenadores que lo forjaron en su carrera. Todos, movilizados por él. Por ese pibe que alguna vez vino a Capital desde Ledesma, Jujuy, para probar suerte y ver qué pasaba. Vaya si la decisión fue acertada. Qué hubiera sido de River sin el enorme Burrito. Y qué hubiera sido de él sin la Banda...
¿El resultado del partido homenaje? Anecdótico, sólo quedó
de lado. En segundo plano: fue 8-2 con pinceladas de Francescoli, presencia de
Gallardo y despliegue de Sorín. Lo más destacado fue la jornada vivida por Orteguita,
mimado por todos. Desde los chicos de inferiores que dieron una breve
exhibición en el estadio, pasando por las canciones tocadas por el grupo La
Mosca, sus familiares (con el emotivo momento de su hijo Tomás convirtiendo un
gol), dirigentes de River y, como rasgo más destacado, el calor de todos los
hinchas, que jamás olvidarán a este eterno gambeteador, un fiel exponente del
potrero argentino. Gracias, Ariel, “nunca te vamos a olvidar”, cantó la gente.
Hasta siempre.
Formaciones iniciales:
Amigos de Ortega: N Guzmán; H. Díaz, R. Ayala, S. Domínguez,
Sorín; J. Gómez, G. Zapata; ORTEGA; Saviola, Francescoli, Scocco. DT: Américo
Gallego.
River Plate: L. Chichizola; Ferrari, Rivarola, Garcé, N. Vivas;
Coudet, Astrada, Ponzio; Gallardo; Villalva, Lanzini. DT: Ramón Díaz.
“Esta camiseta que amo”
Ortega se despidió del Monumental con la Banda cruzándole el
pecho y las lágrimas corriéndole por el rostro: “Tenía pensado decir mil cosas,
pero sólo me sale agradecerles. Y gracias a Dios por hacerme hincha de River”.
Está en el Monumental, en su casa. Porque ni el lujo de
Parma, ni las playas de Valencia, ni las excentricidades de Turquía, ni las
montañas de Mendoza: el césped de Figueroa Alcorta es su hábitat, fue donde siempre
se sintió cómodo. Ahí tenía que despedirse Ariel Ortega. Y con la Banda
cruzándole la piel: “Esta camiseta sagrada que amo”, tiró el Burrito.
Abrazado a sus hijos, sintiendo el calor de toda su gente, a
Ortega le costó hablarles: “No tengo palabras. Tenía pensado decir mil cosas
pero lo único que se me viene a la cabeza es agradecerles, son ustedes los que
generaron esto. Y gracias a mis compañeros por estar”, dijo luego de un emotivo
video que se mostró en la pantalla del estadio.
“Gracias a Dios por hacerme hincha de River”, dijo Ortega
para hacer explotar el Monumental. Para hacer explotar su casa, su gente, y su
corazón, pintado con una banda cruzándole el pecho.
Más frases del Burrito:
-"Todo salió diez puntos. Es un momento incomparable,
nunca viví nada así. Quiero ir a mi casa con mis hijos a relajar un poco".
-"Fue un sueño que se me cumplió que mi hijo juegue un
ratito. Cuando entró e hizo un gol no podía más de la emoción que tenía".
-"Ovacionaron a casi todos, eso también me puso contento.
En el vestuario estaban todos contentos".
© Escrito por Maxi Espejo el sábado 13/07/2013 y publicado
por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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