Aventura...
Mentira,
frivolidad ideológica, sumadas a algunas conjeturas chapuceras, son las claves
del culebrón Argentina-Irán, que volvió a menear el Gobierno, cuya capacidad de
manipulación (nobleza obliga) es inagotable. La “comisión de la verdad”
anunciada por Teherán y Buenos Aires es un salto al vacío, una patraña vulgar y
de corto vuelo. Tan superficial es la impronta del Gobierno, que cuando uno de
los dubitativos dirigentes de la comunidad judía le cuestionó el nombre (¿acaso
antes no se había buscado la verdad?), Timerman replicó “es sólo un nombre, a
mí tampoco me gusta llamarme Héctor, pero es mi nombre”.
El nombre de esa
comisión es un espectacular triunfo diplomático y político-cultural de Irán.
Timerman, en nombre de la Argentina, admite que tras casi 19 años de
investigaciones y a siete años de las imputaciones formales de 2006, recién
ahora se sabrá la verdad, pero en Teherán. En su sistemática tarea de romper
puentes, la Argentina ahora se enfrenta a Israel. Cede de hecho un tramo
decisivo de la jurisdicción argentina a Irán, pero acusa a Israel de
entrometerse en cuestiones internas. Pretende ignorar Timerman que para Israel
lo relevante y específico de su misión en el mundo es proteger los legítimos
intereses de los judíos de todo el planeta. Por eso, participó activamente de
la emigración de un millón de judíos de la hoy desaparecida Unión Soviética en
los años noventa. Lo mismo sucedió con decenas de millares de judíos de
Etiopía, aerotransportados de urgencia por Israel hace ya dos décadas. El
propio padre de Héctor, Jacobo Timerman, fue recibido por Israel en 1977,
cuando el régimen militar que lo secuestró y torturó, lo expulsó del país, tras
quitarle la ciudadanía argentina. Ahora, Hector Timerman dice que Israel no
debe meterse en asuntos argentinos, pero tras la matanza de 1994 socorristas
israelíes y los servicios de inteligencia hebreos vinieron a dar una mano a la
Argentina. La conexión israelí con el mundo judío es el dato relevante y
específico de su razón de ser. ¿Si Israel hubiese existido entre 1933 y 1945,
hubiera acaecido la Shoá?
Timerman actúa
con una agenda ideológica que le encanta a Cristina y con la que ella simpatiza
activamente. El triunfo histórico del régimen de Irán con la Argentina es haber
pateado el tema para dentro de muchos años y liberarse de la pesada responsabilidad
de estar sindicado como casa matriz de la matanza. Esa es la agenda secreta y
profunda. El gobierno de la Argentina ha actuado conforme a su evidente empatía
ideológica; quiere sacarse de encima el asunto, propiciando condiciones para
que los vínculos con la teocracia de Irán se establezcan al nivel de plena
normalidad. El gran logro de Irán, calificado de anuncio “histórico” por
Cristina Kirchner, no debe subestimarse, como tampoco la destreza de Timerman
para confundir a segmentos de la azorada y desconcertada comunidad judía
argentina.
La
grandilocuencia presidencial es inversamente proporcional a la verosimilitud de
sus anuncios. ¿Dónde está lo histórico? ¿En que tras diecinueve años de
impunidad, producto de la metálica negativa iraní a admitir los reclamos
argentinos, ahora sea en Teherán que aceptarán ser entrevistados los requeridos
por la Justicia argentina? Nunca antes este país se despeñó tanto en su
autoestima.
Han mentido
desde el primer día. Néstor Kirchner anunció triunfalmente en julio de 2004 la
aparición de 45 casetes vinculados con el ataque terrorista de 1994 que podrían
tener la clave de lo sucedido. Tuvo que rectificarse. Dichos casetes no eran
tales. Pero como ese día recibía a dirigentes de la comunidad judía y
necesitaba hacer un anuncio, “se mandó” con la patraña, sin pestañear.
Mintieron de nuevo en marzo de 2011, cuando quien firma esta columna reveló
aquí que Timerman ya había acordado (bajo patrocinio del sangriento dictador
sirio Bashar Al Assad) un entendimiento con Irán. Deschavado y furioso, no sólo
pretendió descalificarme, sino que le mintió a Israel.
El 26 de marzo
de 2011 anuncié aquí que la Argentina e Irán negociaban en la clandestinidad,
desde enero de 2011, con apoyo explícito del régimen de Siria, sostenido principalmente
por Teherán. Di más detalles y nuevas revelaciones el 23 de junio de 2011. El
Gobierno mintió también esa vez. Escribí que “las mentiras como herramienta de
Estado han sido el método predilecto del Gobierno en su zigzagueante y turbia
conducta para con la comunidad judía, Israel y los organismos internacionales”.
Han sido tantas
y tan formidables esas mentiras, que se ya se ha olvidado que fue la Presidente
quien en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2012 proclamó que le
gustaría aplicar con Irán lo que ella bautizó mentirosamente como supuesta e
inexistente “doctrina Lockerbie”. Aludía con ligereza al pequeño pueblo escocés
sobre el que cayó, el 21 de diciembre de 1988, un Boeing 747 de Pan Am, tras
estallar a bordo una bomba colocada por terroristas envíados por el régimen
libio de Muammar Gadafi, que mató a 270 personas. Gadafi entregó en abril de
1999 a dos agentes de sus servicios a la Justicia de Escocia, admitiendo la
autoría libia de la matanza. Uno de ellos fue condenado a cadena perpetua en
enero de 2001 por tres jueces escoceses. El juicio de Escocia a los terroristas
libios se sustanció en un enclave holandés sólo para evitar peligros en una
sede neutral, pero los magistrados eran escoceses y el único condenado fue
encerrado en una cárcel de Escocia.
¿Por qué
aceptaría ahora la gobernante teocracia de los ayatolás que jueces argentinos
indaguen libremente a los imputados iraníes? Un aparato blindado y experto como
el del régimen iraní, de intransigencia total con los Estados Unidos y Europa,
que ha dilatado sin interrupciones sus negociaciones nucleares con el mundo,
¿se allanaría ahora mansamente a abrirse ante una Argentina intrínsecamente
débil e irrelevante? Hace falta mucha y muy aldeana ignorancia, además de una
enervante cuota de soberbia, para suponer que la milenaria diplomacia persa
será primereada por Timerman.
Asombra que
sectores de la dirigencia judía consideren natural buscar “la verdad” en
Teherán. Las explicaciones que balbucean dirigentes de la DAIA son increíbles y
pedestres. Entrevistado por Julio Blanck en TN, Julio Schlosser, el titular de
la DAIA, alineado con el Gobierno, se defendió infantilmente, “¿Con quién
quieren que me siente a negociar, con Suecia? ¿De qué me sirve?”. La Argentina
no saldrá indemne de esta aventura y los responsables, comunitarios y
nacionales, de este fraude algún día deberán dar explicaciones.
© Escrito por Pepe Eliaschev (@peliaschev) el sábado
02/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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