"Se producen muchas películas que no ve
nadie"...
Se producen muchas películas que no ve nadie. Foto Cedoc
Estrena Tesis sobre un homicidio y, en Telefe,
reponen Mi cuñado, cosa que no le gustó. Habla del cine nacional y pide un
porcentaje de pantalla, pero quiere otra forma de producción. Dice que el
teatro es lo que más feliz lo hace.
Llega a los cines
argentinos una nueva película con Ricardo Darín en el rol protagónico y, como
ya es habitual en los últimos años, hay olor a éxito de taquilla. A primera
vista, Tesis sobre un homicidio, basada en una novela de Diego Paszkowski y
dirigida por Hernán Goldfrid –director que debutó en 2009 con Música en espera–
tiene todo para rendir bien comercialmente: una trama policial ajustada e
intrigante, un trabajo sólido de Darín y un lanzamiento fuerte en todo el país.
Completan el elenco Calu Rivero, Antonio Puig y Alberto Ammann. Darín sostiene
que aceptó el trabajo “porque me gustó la trama, que está muy bien urdida”.
Asegura que no es el cachet lo primero que suele considerar. “En este caso, de
hecho, lo económico apareció en tercer o cuarto lugar, tampoco era para
volverse loco con lo que me ofrecían. Agarré viaje porque también me atrapó el
personaje. Me atrapó de entrada. Y el entusiasmo del director, su enamoramiento
por el género policial, me terminó contagiando”.
—Solés asegurar la taquilla. ¿Qué tipo de
exigencias planteás cuando te llaman para una película?
—Bueno, no siempre
aseguro eso, revisá bien (risas). Pero creo que es al revés: en vez de exigir
más, quizás busque más los acuerdos. Sé que mi opinión es escuchada, pero no
siento diferencias con lo que me pasaba cuando era más joven porque siempre me
metí, siempre opiné. No me gusta ir a un rodaje a marcar tarjeta, yo laburo
mucho ahí. En el set podés descubrir que una línea de diálogo, que parecía
inteligentísima en el guión, al final está de más porque el contexto cuenta
todo, por ejemplo.
—¿Te dejás dirigir o te rebelás?
—Me puedo llegar a
rebelar, pero no es lo que más me gusta hacer. Para llegar a eso tiene que
haber fracasado cada uno de los caminos de entendimiento posibles. Yo soy un
experto en eso de encontrar un modo de convivir. Es, quizá, la faceta que más
he desarrollado en mi carrera.
—Empezaste haciendo comedia y hoy casi no te
llaman para hacer películas de ese género. ¿O es que vos no querés?
—Para nada, me encantan
las comedias, pero es que muchas no se hacen hoy por hoy. Es un rubro que está
atravesando una crisis. Durante décadas, la Argentina fue una factoría
importante para el género, pero hoy no. Están muy viradas a la pantomima o son
de fuste muy liviano. No me considero un actor “serio”, ni pretendo serlo.
Hacer buena comedia es dificilísimo, además.
—Pero una comedia producida por Adrián Suar, “Dos
más dos”, fue un éxito de taquilla y de críticas.
—Me gustó. Es una comedia
digna, pero me pareció una película sostenida básicamente en el trabajo de los
actores. Todos están muy bien, pero al Chueco lo vi mejor que nunca. No en vano
esa historia salió de su cabeza. Igual, yo creo que las comedias que nos matan
son las que también encuentran una partitura, una vibración interna, más allá
del laburo de los actores. Acá había un tema muy original, el de los swingers,
y dos caminos: profundizar para ver hasta dónde llegaba el disloque o ponerse
más serios, que fue lo que eligieron. Eso es lo que menos me gustó de la
película, la que considero su mayor equivocación.
—Desde hace un buen tiempo tenés una enorme
popularidad en España. ¿Cómo lo explicás?
—Tuve suerte. Se
encolumnaron varias películas muy diferentes entre sí en un mismo período. De
hecho, los críticos españoles con los que hablé no recuerdan a ningún actor que
haya tenido seis películas en cartel al mismo tiempo como tuve yo, una locura…
Nueve reinas y El hijo de la novia fueron las que abrieron ese camino. Cuando
vi eso, me animé a poner el cuerpo y llevé una obra de teatro, Art. Eso fue muy
fuerte porque allá los actores de teatro sólo trabajan en teatro y los de cine
sólo en cine. Los sorprendí. Y después, algo de química y un poco de culo.
—En la Argentina se producen muchísimas películas
que no terminan de encontrar un circuito de exhibición. ¿Cómo se resuelve ese
problema?
—Me parece muy bien que
el Incaa apoye a directores nuevos, eso es encomiable. Pero te cuento algo: yo
soy parte de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la
Argentina, y cuando a fin de año me llegan las planillas con todos los estrenos
para que vote el mejor, veo ahí decenas de películas de las que no tenía ni
noticias. No hay chance de ver todo, además. Pero creo que lo grave es que hay
muchas que no las ve nadie. Prefiero que se hagan menos y que haya oportunidad
de verlas. Estoy de acuerdo con que se reserve un porcentaje de las pantallas
para exhibir cine nacional, incluyendo los experimentos más locos. Pero
producirlos y largarlos en banda no tiene sentido. Me van a tildar de defensor
del cine comercial, ya sé. Pero que alguien me explique para qué se produce
algo que no va a ver nadie. ¿Para qué nos sirve como comunidad? Hay que
garantizarles un circuito de exhibición a todas las películas que se producen y
reglamentar que las salas proyecten un porcentaje obligatorio de cine
argentino.
—En poco tiempo volvés al teatro. ¿Cómo vivís la
previa?
—El teatro es lo que más
me gusta. Y es una obra importante, además, un buen desafío: Escenas de la vida
conyugal, de Ingmar Bergman, con Valeria Bertuccelli como compañera y Norma
Aleandro en la dirección. Suena bien… En el teatro me siento más vivo que en
cualquier otro lugar. Se produce una cosa mágica, misteriosa. Me gusta el
peligro del teatro. No es lo mismo jugar en el Nou Camp que en el patio de tu
casa.
—¿Y pensás en tomarte alguna vez un año sabático?
—No puedo.
—¿Por cuestiones económicas?
—Sí, no tengo espaldas
tan anchas como muchos deben imaginar. Y además no quiero. A mí me gusta
trabajar en lo que trabajo, tengo esa suerte. Por eso prefiero el cine antes
que la tele, porque me permite hacer las cosas con tiempo, planificar, estar en
mi casa, tener una vida más o menos normal. No me gusta trabajar todo el día
como un enfermo, como si estuviera persiguiendo no sé qué cosa. Pero tampoco me
gusta quejarme. Más oportunidades que las que tengo yo no tiene nadie, sobre
todo en un país como éste, donde no sobran. Acá, casi todos se rompen el alma
para sobrevivir y para lidiar con eso de trabajar en algo que no les gusta y a
la vez mantener una familia. No es mi caso, soy un privilegiado, reconozco que
tuve y tengo suerte.
—Entonces, difícil que hagas algo en la tele.
—Creo que me fui en el
momento justo. Yo no le debo nada a la tele ni la tele me debe nada a mí. La de
hoy es una televisión con una dinámica diferente a la que me recibió a mí.
Aquella era una época en la que vos constatabas en la calle lo que pasaba con
lo que hacías, no con una planilla de rating en la mano. Muchas veces se arma
un buen elenco, con una buena idea detrás, y pierde frente a programas que son
cualquier cosa. Es muy desalentador… Hay una histeria tremenda.
—¿Que opinás de la reposición de “Mi cuñado” en
Telefe?
—Me sorprendió. A
Francella le han hecho lo mismo varias veces ¿no? Pero en este caso no entiendo
bien a qué necesidad responde. Nos metieron en un paquete con El Superagente 86
y La pantera rosa. Es un combo de caricaturas (risas). Puede que me equivoque,
pero creo que es un programa que puede quedar un poco anacrónico.
—Si te hubiesen preguntado, ¿que habrías dicho?
—Hubiera preferido que no
lo repusieran porque ese programa significó mucho para mí. Dejé la piel
trabajando ahí y no quiero que quede una imagen distorsionada.
“Me gustaría vivir en un país más serio”
Aprovechando el momento
de la charla con PERFIL, donde se habla de su fuerte relación con España, se le
propone a Ricardo Darín un juego. Y él, siempre amable y bien predispuesto con
la prensa, acepta.
Supongamos que un español
le pregunta por la actualidad argentina.
¿Cómo la sintetizaría hoy?
Ahí va:
“Me parece que estamos
mucho mejor que lo que algunas sensaciones térmicas indican. Es un momento
histórico, irrepetible, una gran oportunidad. Pero creo que esa oportunidad
puede ser desaprovechada si seguimos poniendo el foco en las antinomias, en
descubrir quién la tiene más larga.
Tenemos todo para ser un
país serio, sólido, sustentable, autónomo. Depende de nosotros, tenemos que
zafar del Boca-River, del peronistas-radicales, etcétera. Eso me tiene harto,
es una falta de respeto a la inteligencia. Yo entiendo y respeto que muchos
piensen que éste es un momento brillante del país, pero si eso te lleva a
pensar que los que no opinan lo mismo son unos boludos o unos golpistas,
tenemos un problema. De mil personas que expresan su disconformidad, puede
haber dos que son golpistas, y ya sabemos qué hacen y cómo piensan, así que no
jodan con eso.
Me parece buenísimo que
se hayan abierto las puertas para que muchos jóvenes se interesen por la
política. Y creo que Néstor armó una cosa muy piola: la construcción del poder
yendo a poner la jeta. Eso es irreprochable. El tipo puso el cuerpo. Pero con
su muerte apareció un grupo de gente dedicada a proteger a Cristina que le aconsejó
cosas que están bien y cosas que no están tan bien. Ésa es mi sensación, al
menos. Por momentos, algunos parecen estar ajenos a la realidad.
Igual, no justifico a la
gente que ataca a una mujer que también pone el cuerpo todos los días en un
lugar tan complicado como la presidencia de un país. Y mucho menos cuando esos
ataques son arteros, personales, irrespetuosos. No escucho esos ataques
encarnizados.
Los argentinos somos tan
individualistas que siempre pensamos que tiene que venir a salvarnos una sola
persona. Por eso es Cristina sí o Cristina no, cuando lo que importa es el
proyecto político y llevarlo adelante en equipo. En definitiva, me gustaría
vivir en un país más serio”.
© Escrito por Alejandro Lingenti y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el sábado 29 de Diciembre de 2012.
Las fotos:
Se producen muchas películas que no ve nadie. Foto Cedoc
Llega a los cines argentinos la nueva película de Ricardo Darín, "Tesis sobre un homicidio". Foto: Cedoc
Junto al actor Alberto Ammann durante el rodaje de la nueva película. Foto:| Cedoc
Con Calu Rivero, quien hace su debut en cine. Foto: Cedoc
Darín compuso al cura villero en Elefante Blanco, la última película de Pablo Trapero. Foto: Cedoc
Con su mujer Florencia y su hija Clara. Foto: Cedoc
"Los argentinos somos tan individualistas que siempre pensamos que
tiene que venir a salvarnos una sola persona", reflexionó el actor. Foto: Cedoc
No está contento con el regreso de "Mi cuñado" a la pantalla de Telefé. Foto: Cedoc
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