Vecinos que recuperan clubes, fenómeno de
identidad barrial…
Junto al Malvinas Argentinas. El Predio Chivilcoy, un terreno que hinchas y socios de All Boys lograron que la Legislatura les otorgue para más actividades. Foto: Guillermo R. Adami.
Varias asociaciones fueron más allá de los
resultados deportivos, para conseguir terrenos y más espacios de pertenencia.
Son los casos de All Boys, San Lorenzo, Huracán, Comunicaciones, y otros.
“Nosotros no decimos que
son 90 minutos de fútbol por semana, decimos que es toda una vida”. Eso dice
que dice Marcelo Reto, hincha y socio de All Boys, en el restaurante All Boys.
Está entusiasmado y nada tiene que ver con la campaña de sus jugadores. Hace
pocos días que la Legislatura aprobó la concesión del Predio Chivilcoy (frente
al estadio Malvinas Argentinas) al club, luego de la movida organizada por él y
varias agrupaciones de socios y del barrio. A cambio, All Boys tendrá que
construir un jardín maternal. Y luego, lo que quiera. El primer objetivo es una
fachada y una cancha de futsal, también útil para practicar patín y handball, actividades
que el club no tiene. Para eso, socios e hinchas, están recaudando fondos.
“Fijate, este año la
gente se diferenció mucho de las hinchadas; gritó contra los barras . Y de a
poco va entendiendo que el club es un lugar para estar y participar”, agrega
Fabián Aguirre, tan loco por All Boys y su barrio como Reto.
Durante 2012, hinchas y
socios de varias instituciones demostraron que el amor no es solo hacia un
equipo de fútbol, sino hacia un club y hacia un barrio . Porque siempre hubo
hinchas de cancha, hinchas de la barra brava. Pero este año se notó, y mucho,
el trabajo de los hinchas exigiendo, ganando o creando espacios para que los
vecinos y chicos se acerquen al club y encuentren allí un lugar de pertenencia
. “Cuando a muchos pibes les mostrás que no todo es putear en la cancha, que
hay otra movida, ellos se ponen a trabajar por el club y el barrio”, dice
Aguirre.
Lo de San Lorenzo y la
vuelta a Boedo fue lo más difundido y festejado. Fueron socios, hinchas y
vecinos pidiendo por espacios donde se puedan practicar deportes. La
restitución del predio de Avenida La Plata, además del polémico estadio que
cuestionan otros vecinos, incluye un proyecto de más de cincuenta actividades
deportivas y culturales, un centro médico y una escuela. “Nuestro trabajo
motivó a los socios de otros clubes”, afirma Adolfo Res, de la Subcomisión del
hincha de San Lorenzo. “En nuestro fideicomiso se anotó gente que era de otros
equipos . Es todo genuino, y no es nuevo. Lo que ocurre es que siempre son
noticia los 50 tipos de la barra antes de las cosas que hace la gente del
club”.
Pero en los casos de los
demás clubes no hay canchas. El rol es social. “Tené en cuenta que cuando
nosotros éramos pibes jugábamos en la esquina. Eso se perdió; a los chicos no
los dejan salir a la calle. Los clubes son el único espacio que tienen para
hacer amigos fuera de la escuela”, suma Pablo Cribari, presidente de General
Lamadrid. El club está esperanzado con la mudanza de la cárcel de Devoto . Se
espera que ese día Lamadrid reciba el terreno que da a la calle Bermúdez, hoy
ocupado por camiones del Servicio Penitenciario Federal. “Creemos que es la
mejor manera de cambiarle la cara al club. Además, nuestros gimnasios nos están
quedando chicos de las actividades que hay”, agrega Cribari.
Colegiales se fundó en
1908, milita en la Primera B Metropolitana y tiene su estadio en Munro, Vicente
López. Más de 400 chicos de la zona practican deportes a veinte cuadras del
estadio. Desde hacía veinte años lo hacían en un Campo Municipal. Cuando comenzó
la gestión de Jorge Macri, hubo problemas. “Las infantiles se quedaron sin
lugar; por más de tres meses tuvieron que entrenarse en una plaza y en una
cancha de Baby. Después de una movida del barrio y del club se firmó un
convenio y Colegiales utilizará por un año el Campo”, cuenta Marcelo Oneto,
vocero de la subcomisión de fútbol. Y agrega: “Perder el terreno era perder el
sentido de pertenencia. Los chicos son casi todos de Munro, y todos hinchas de
Colegiales. No querían entrenarse en otro lugar que no fuera su casa”.
Pero All Boys, San
Lorenzo, Colegiales y Lamadrid no son los únicos. Este año también lucharon
Comunicaciones y sus socios, frente a Hugo Moyano y el gremio Camioneros.
Comunicaciones tiene más de 2.900 asociados y está en quiebra desde 2000. La
causa pasó por distintas instancias hasta que el juez Fernando D’Alessandro
aceptó la oferta de Camioneros para cancelar el pasivo del club con $ 12
millones e invertir otros $ 40 millones en obras para los afiliados de la
mutual. Y descartó así el plan que impulsaba el Gobierno de la Ciudad: una
inversión de $ 26 millones que incluían la construcción de un microestadio
cubierto, y la cesión del establecimiento a los socios por un plazo de 99 años.
Pero en agosto la Cámara de Apelaciones dio vuelta el fallo y le permitió al
club extender un fideicomiso para levantar la quiebra. Por otro lado, Huracán
está peleando con el Gobierno porteño, que quiere dos hectáreas del predio La
Quemita. Y Ferro acusa a Nación de querer hacer viviendas sociales donde está
su club. “Es que en la mayoría de los clubes que peleamos por predios no
tenemos grandes sueños futbolísticos. Nuestras alegrías pasan por compartir
ratos con amigos, que nuestros hijos se hagan hinchas y mamen el sentimiento
barrial”, resume Aguirre.
La calle de hoy, la nueva
esquina, “el barrio”, la contención y la pertenencia hoy está en los clubes. Ya
no quedan potreros y cada vez menos chicos juegan la pelota en las plazas. En
los espacios culturales tal vez haya más carteles políticos que actividades. Y
hasta es posible que el docente lleve una remera de una agrupación. No es así
en los clubes: se es de un barrio y de una camiseta, y no de un sector
político.
Reto y Aguirre, además de
sus trabajos, son profes de Baby en All Boys. Dicen que no buscan sacar
jugadores. “Lo que buscamos es sacar hinchas”. Del restaurante All Boys al
predio Chivilcoy hay seis cuadras. Las caminamos. Paredes, cordones de vereda,
palos de luz, están pintados de blanco y negro. “Los pibes salen a pintar todos
los miércoles”, revela Aguirre. El Predio Chivilcoy era una fábrica de
zapatillas que se incendió y fue demolida. Hubo gente que usurpó y los socios e
hinchas la echó y taparon todo para que nadie pasara. Un día se propusieron
reclamárselo al Gobierno porteño. Y en 2012, tras seis años, lograron que el
proyecto se incluya en el Presupuesto 2013. “Es que no teníamos predio propio.
Si a mí me decías el predio, a cambio de firmar el descenso, yo te firmaba”,
admite Reto.
Hoy todos sueñan con más:
“Falta una confitería para quedarnos a charlar de la vida entre amigos”, dice
Reto. Como si hubiese cosas que sólo los clubes pueden lograr.
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