Francia va a sentir el rigor de la
izquierda...
Hollande presentó un presupuesto para 2012 marcado por un nivel de ahorro jamás visto en los últimos treinta años. Además de diez mil millones de euros en recortes, habría un aumento de los impuestos de 20 mil millones que, globalmente, recaerá sobre los bolsillos de las familias más pudientes y de las empresas que obtengan más beneficios.
El socialismo francés acaba de plasmar una
versión inédita de la disciplina presupuestaria: el rigor a la izquierda. El
presidente François Hollande presentó en el Consejo de Ministros un proyecto de
presupuesto para 2013 marcado por un nivel de ahorro jamás visto en los últimos
30 años y por un consecutivo aumento de los impuestos que, globalmente, recaerá
sobre los bolsillos de las familias más pudientes y de las empresas que
obtengan más beneficios. En total, este plan calificado como “presupuesto de
combate” se articula en torno de la recaudación de 20.000 millones de euros de
nuevos impuestos y a 10.000 ahorrados en gastos administrativos. Los 20.000 lo
pagarán por partes iguales, diez mil y diez mil, las personas con mayores
ingresos y las empresas. A esta suma hay que agregarle otros 2500 millones de
euros que se ahorrarán en seguro social.
En total, si se adicionan los objetivos de
este presupuesto más las medidas votadas en julio pasado, el Ejecutivo apuesta
por una recaudación suplementaria de 40.000 millones de euros. El objetivo no
es social, sino presupuestario: se trata de llevar el déficit actual, 4,5 por
ciento en 2012, al 3 por ciento en 2013. La meta, sin embargo, se apoya en un
cálculo de crecimiento del 0,8 por ciento, una variable que los economistas
juzgan demasiado optimista y tan incierta como un número de lotería.
Lo cierto es que al cabo de diez años de
gobiernos de derecha y de presupuestos conservadores que decapitaron a las
clases medias y populares, François Hollande elaboró el primer presupuesto de
la izquierda. No hay, desde luego, ninguna reorientación substancial. Se trata
siempre de reducir la deuda y los déficit, pero sin sancionar a quienes antes
pagaban la cuenta ni desmantelar lo poco que queda del Estado de Bienestar. El
Ejecutivo aseguró los más de 24.000 millones que se recaudarán con los nuevos
impuestos le corresponderá “únicamente a uno de cada diez ciudadanos y las
empresas más grandes”. El cálculo dista de ser verosímil. El primer ministro
francés, Jean-Marc Ayrault, aseguró el viernes que “90 por ciento de los
franceses, las clases medias y populares, no pagarán más impuestos. El esfuerzo
lo hará el 10 por ciento que tiene más y, entre éstos, el uno por ciento más
rico”.
Sin embargo, Francia sabe hoy que todo el
mundo terminará pagando algo, aunque esta vez la redistribución del esfuerzo
será más equitativa porque rompe con la política de la víctima única tan común
a la derecha cuando está en el poder. La demostración en cifras muestra que el
Ejecutivo socialista apuntó sus calculadoras hacia las personas que tienen
mayores recursos: las personas que tienen ganancias equivalentes a 150.000
euros (uno por ciento, lo que equivale a 50.000 contribuyentes) aportarán a las
cajas mucho más que antes. A partir de 250.000 euros los impuestos se
incrementan exponencialmente.
A ello se le agrega una taza de 3 por
ciento que sube al 4 por ciento más allá de medio millón de euros de ganancias.
Los porcentajes se tornan aún mayores desde el millón de euros. Las 1500
personas que ganan esta suma pagarán una tasa excepcional del 75 por ciento. Antes
de que se conozca el proyecto de presupuesto para 2013 los empresarios
franceses lanzaron la ofensiva y pusieron en tela de juicio la filosofía de la
reforma fiscal. El organismo que agrupa al patronato, el Medef, viene diciendo
que la clave está tanto en la reducción del gasto público como de los costos
que acarrea mantener un puesto de trabajo.
La situación de Francia es compleja. Hay
hoy más de tres millones de desempleados y un crecimiento que se quedó
estancado. François Hollande debe a la vez cumplir con sus promesas de justicia
social sin perder de vista la deuda y el déficit. El contexto, sin embargo, es
adverso. El Instituto Nacional de Estadística (Insee) reveló esta semana que
durante el segundo trimestre de 2012 la economía tuvo un crecimiento nulo. El
ex presidente liberal Nicolas Sarkozy se fue en mayo pasado, pero dejó una
deuda colosal. En los cinco años de su mandato la deuda pasó del 64 por ciento
del PIB al 91 por ciento. François Hollande dijo este viernes que el país había
tenido “600 mil millones de deuda suplementaria durante el quinquenio
precedente. Yo me comprometo a que, a final de mi mandato, no haya ni un euro
de más”. La deuda de Francia tiene repercusiones enormes.
Según explicó el gobierno, lo que se
ahorrará y se recaudará el año que viene apenas servirá para pagar los
intereses de los préstamos contraídos, es decir, unos 46.000 millones de euros.
La misión de François Hollande se parece a una de esas películas
norteamericanas donde el héroe tiene que hacer un montón de proezas imposibles
para sobrevivir y seguir siendo héroe: el jefe de Estado tiene que calmar a los
mercados, a Alemania y a la Comisión Europea, celoso guardián de los intereses
liberales: al mismo tiempo, Hollande debe corregir el camino trazado por la derecha
que gobernó durante la última década y mantener vivo el moribundo Estado de
Bienestar. Y como si fuera poco, también le es preciso ser fiel a los
compromisos de equidad, justicia y solidaridad.
El primer presupuesto socialista modifica
lo realizado hasta ahora por la derecha: dos tercios de las recaudaciones
provienen del aumento de los impuestos a los ricos y a las empresas, lo que
implica el fin de numerosas exenciones fiscales aprobadas por la derecha para
esta categoría. El tercio final sale de los recortes en los gastos
administrativos. Menos los ministerios de Educación, Justicia y Seguridad,
todos los demás pasarán al régimen del ahorro. Los socialistas están
produciendo una película nueva: “Los aventureros de las arcas vacías”. Por
ahora, la cuenta la pagan los ricos. Sin embargo, recién se conoció el primer
capítulo de una producción que puede deparar muchas sorpresas. Los fondos no
salen de la nada y es muy posible que, de una u otra forma, todo el mundo
termine pagando algo.
© Escrito por Eduardo Febbro desde París y
publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el
sábado 29 de Septiembre de 2012.
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