Clasistas…
Acumulacion y descarga. El jueves, en la Plaza de
Mayo, parte de la sociedad argentina precisó hacer catarsis ante la ausencia de
representación que padece.
Si el Gobierno fuera realmente por la
re-reelección, su actitud sería otra. Si en 2015 hubiera re-reelección, también
habría ballottage, porque después de 12 años de kirchnerismo la oposición se
vería forzada a aglutinarse tras un único candidato. Como en esos casos la
imagen negativa cuenta tanto como la positiva, en lugar de galvanizar y cerrar
filas con sus militantes tratando a quienes fueron a manifestar de “minoría de
burgueses que no pisan el pasto de la Plaza de Mayo para no mancharse”, el
Gobierno se tragaría el sapo y trataría de no alejarlos más aun.
En todos los países del
mundo hay 46% o más que no votó por el presidente elegido, pero no es habitual
que esa gente salga a protestar masivamente contra el gobierno que no votó. Una
cosa es no votar por un candidato y otra es rechazarlo. El hecho político fue
que salieran a manifestar en su contra y no –como se quiso minimizar– que igual
no la votan.
La forma en que desde el
oficialismo se calificó a quienes protestaron no parece perseguir una
estrategia electoral que aspire a conquistar dos terceras partes de los corazones
o de las mentes tanto para una Asamblea Constituyente como para un ballottage.
No fue sólo la mención de
Abal Medina de preferir Miami. Hubo descalificaciones, como que estaban “bien
vestidos y perfumados con aromas importados”, “puñado de ricos enfermos de un
ancestral odio oligárquico” y “cacerolazo de la opulencia” (en Tiempo
Argentino, Luis D’Elía), “expresión simbólica del country people que encierra
la tapa de Noticias y que involucra a los caceroleros con Cecilia Pando, la
Sociedad Rural, los grandes medios y la Recoleta” y “ropaje de clase media
instruida detrás del cual se quiere justificar el exabrupto” (en Página/12, su
jefe de Redacción); en síntesis, minorías como sinónimo de ricos, y ricos como
sinónimo de despreciables. Un clasismo tan retrógrado como el que denuncian en
aquellos que califican a otros de negros para discriminarlos.
“Deberían formar un
partido y ganar las elecciones”, aconsejó Abal Medina a quienes protestan
contra el Gobierno. ¿Podrá el Frente para la Victoria ganar un ballottage sin
la clase media?
Es cierto que ningún
partido político o líder opositor recibe todos los votos de estos indignados,
porque las causas que los convocaron eran distintas y algunas hasta
contradictorias. Pero hubo un elemento en común que los unió: el rechazo al
Gobierno, el mismo que se precisa para los ballottages. No pocas veces le es
más fácil a la gente saber qué no quiere, que saber qué quiere.
Salvo que crean realmente
que la protesta la organizó Magnetto como parte de su embestida final antes de
que le llegue el 7 de diciembre, fecha a partir de la cual todo sería color de
rosas para el Gobierno, responder con una marcha anticacerolas “para mostrarles
a los gorilas cómo se llena bien la Plaza de Mayo” puede no ser una buena idea.
Además, esta vez la mayoría de los manifestantes no portaba cacerolas, y otra
señal de cambio de tendencia fue la cantidad de jóvenes que protestaron.
Deberían tener cuidado de
no quedar presos de viejas lecturas.
Otra hipótesis que ojalá
sea totalmente errónea es que el kirchnerismo esconda un deseo detrás de su
paranoia: que de tanto ver en cada acción un ánimo destituyente y en la
destitución de Lugo en Paraguay una amenaza anticipada de su futuro, prefiera
eso a enfrentar el fracaso de su modelo y desee tensar los ánimos para –si
llegara a ser necesario– justificar dar un portazo épico antes que perder
pacíficamente en las urnas.
© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el domingo16 de
Septiembre de 2012.
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