Mitomanías...
Pinocchio.
Una parte fundamental de lo que se enuncia hoy desde el
poder en la Argentina es producto de que el Gobierno apela a la mentira más
descarada para amasar y preservar su hegemonía. Tamaño apego a la falsedad
suele desembocar en alucinaciones, como resultado de las cuales los pregoneros
de la patraña son, a la vez, primeros voceros de esas no-verdades. El 7 de
junio, por ejemplo, el diario gubernamental Tiempo Argentino aseguró que el
multibillonario Carlos Slim “compró, invirtió, y se arriesgó” al quedarse con
el 8,4% de las acciones que tenía en YPF el grupo Eskenazi, del que era
prestamista. Como los Eskenazi no pudieron pagar, las acciones se las quedó su
acreedor Slim.
Ese ingreso de Slim, definido por el diario oficial como “el
hombre más rico del mundo”, lleva al redactor a concluir que “ningún hombre de
negocios invertiría su plata allí donde puede perderla”. Slim no es cualquiera,
comenta: “Es el más rico del mundo, es decir, traducido al lenguaje del poder y
del dinero, el más capaz entre los suyos”. O sea, llegó a superbillonario por
mera primacía evolutiva. Conclusión ultraliberal: los más ricos son los más
capaces, deduce el arrobado articulista. Slim no compró nada, al contrario;
sólo monetizó la deuda impaga de los Eskenazi.
Para el poder seductor y su mentira alucinatoria, Slim es
bueno porque el papá del jefe de Gabinete se declara amigo del poderoso
híper-rico mexicano. Entrevistado por el mismo diario oficial, Juan Manuel Abal
Medina padre es presentado como el secretario general del Movimiento Nacional
Justicialista que “comandó el Operativo Retorno que trajo a Perón a la
Argentina, después de 18 años de proscripción y exilio, haciendo equilibrio
(sic) entre las organizaciones armadas y el sindicalismo ortodoxo”.
Transpiración amorosa: “Su solo nombre exuda peronismo y militancia”. Pero el
peronismo que Abal Medina padre exudaba en 1972 no tenía más de dos años de
historia. Abogado y ex alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires, JMAM fue un
falangista de extrema derecha durante toda la década del 60. Desde ese
nacionalismo ultramontano, tras fundar en el Nacional Buenos Aires la
agrupación Tradición, junto a quienes serían animadores decisivos de la revista
nazi Cabildo, a Abal Medina lo revolcó la historia. Su hermano Fernando Luis
dirigió el secuestro y asesinato de Pedro E. Aramburu en 1970 y murió en un
enfrentamiento con la policía bonaerense en 1971. Su hermano mayor fue ladero
de Marcelo Sánchez Sorondo y secretario de redacción de su periódico Azul y
Blanco. De ese nacionalismo falangista que veneraba a Mussolini y Franco a la
secretaría general del movimiento no pasaron más de tres años. Perón, con más
de una década en la España franquista, mete a Sánchez Sorondo en el frente
electoral de 1973. Viejos admiradores del pensamiento corporativo, ambos creían
en sinarquías y conspiraciones. Perón lo hizo candidato a senador nacional en
marzo de 1973, pero al mes siguiente perdió en la Capital a manos del radical
Fernando de la Rúa.
Dice hoy Abal Medina padre que con Slim “somos amigos y
tenemos una relación cercana”. Lo pinta como creador de “uno de los grupos que
se presentan a la licitación cuando se decide la privatización del sistema
telefónico mexicano, en 1990. Gana esa licitación y a partir de allí inicia una
enorme expansión”. Léase: Slim es un privatizador bueno, que se quedó con la
telefonía estatal mexicana cuando los neoliberales la privatizaron, exactamente
al mismo tiempo que Carlos Menem privatizaba Entel y ponía al frente del
desguace a María Julia Alsogaray. Slim “es de una enorme fortuna, es un gran
inversor y ha manifestado una clara confianza en la economía argentina, no de
hoy, sino desde hace tiempo”, dice. Agrega sin eufemismos: “Carlos no hace
malos negocios”. ¡Qué va a hacer malos negocios! Epifanía de admirado asombro
del diario oficial: “De repente el hombre más rico del mundo decide invertir en
la Argentina”. ¡Qué bueno que es Carlos Slim, alguien que sabe hacer negocios y
“de repente” descubre su amor por el modelo argentino!
Empapado en sus propias fantasmagorías, el gacetillero
oficial quiere saber qué opina Abal Medina padre sobre el Grupo Clarín. Aunque
ha vivido la mitad de su vida fuera de la Argentina y durante los 29 años de
estado de derecho ha preferido el Distrito Federal, Abal padre no se priva de
dar lecciones a los argentinos. Como en su recalcitrante era de Azul y Blanco,
cuando admiraba a la Guardia Restauradora Nacionalista, se despacha sin
pudores: “Argentina tiene un problema serio con la presencia del grupo mafioso
Clarín, problema viejo, desde que se creó, en la segunda mitad de los 40. Un
grupo de extorsionadores, que en su nueva edición maneja este pobre hombre de
Magnetto, con periodistas venales a su servicio. ¿Cuándo los argentinos haremos
algo para sacarnos este problema de encima?”. ¿“Haremos”? Desde 1983, cuando el
país recuperó la democracia, prefirió quedarse como operador de la inteligencia
interior en México antes que venir a hacer política a su país. Insta a
“sacarnos este problema de encima”. ¿Cómo sería?
¿Bombardear Clarín? ¿Liquidar a sus redactores “venales”?
Cristina Kirchner es “una gran compañera, una gran presidenta, con el mejor
nivel intelectual que hemos tenido, admirable en muchos sentidos, un lujo para
la Argentina”. Finalmente, el amigo de Slim no oculta su orgullo por la prole,
Juan Manuel hijo incluido, a quien ve “muy bien”. Confiesa que la actuación de
sus hijos, en especial la de Juan Manuel, “no lo voy a negar, me provoca
orgullo”. Juan Manuel hijo ha contado que iba a las reuniones de los
Montoneros, llevado por su tío Fernando, cuando era tan sólo un bebé de dos
años. El 3 de septiembre de 2006 dijo a La Nación que “de bebé, mi tío me
llevaba a las reuniones, sin que se enterara mi viejo”. Actual jefe de Gabinete
de Cristina, Abal hijo nació el 5 de mayo de 1968. Su tío Fernando murió el 7
de septiembre de 1970 en William Morris, a los 23 años. Había nacido en 1947.
¿El guerrillero llevaba a reuniones revolucionarias al sobrino de dos años?
Pueril falsedad. La mentira, moneda legítima en la Argentina, es el núcleo del
relato, el nombre de una impostura.
© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 14 de Julio de 2012.
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