¿Para esto querían la
Ley de Medios?...
Sólo TN. Ni Crónica, ni C5N, ni Canal 26, ni América 24 lo mostraron.
El mayor cacerolazo desde 2008 fue omitido por casi todos los canales de
noticias.
Cualquier productor de
televisión sabe que si se juntan en la Plaza de Mayo miles de personas con
carteles y cacerolas, es nota. Más nota aún si las otras veces que sucedió tuvo
consecuencias. Sería nota incluso para decir que no eran tantos como las otras
veces (aunque tampoco fueran tan pocos).
Pero no fue nota. Cualquier productor de televisión también
sabe que se cubre el más mínimo corte de cualquier avenida porque, además del
servicio de tránsito, las protestas son ideales para las cámaras por ser
escénicamente atractivas. Pero este cacerolazo en Plaza de Mayo –que tenía todo
el cotillón: personas disfrazadas de dólar, jóvenes con máscaras de los
indignados, carteles con distintos grados de creatividad– se ignoró.
No hay disculpa técnica, siquiera inverosímil, como aquella
de Hadad de que se había terminado el horario del programa. Los canales de
noticias son precisamente de veinticuatro horas de noticias para transmitir en
directo todo lo relevante que sucede.
Me cuesta creer que un periodista de raza como Héctor
Ricardo García, el creador de Crónica, haya perdido el reflejo de enviar una
cámara a la Plaza de Mayo. Algo lo sujeta, lo mismo que a los experimentados
periodistas que a esa hora estaban con sus programas en C5N, Canal 26 y América
24.
Paradójico, ¿no?, fue justo el jueves, cuando se festejaba
el Día del Periodista. Pero los periodistas no tienen la culpa. Tampoco son
victimarios la mayoría de los dueños de los canales: ellos mismos están
disciplinados por las dificultades económicas (en Crónica TV hubo huelgas
porque no se pudieron pagar los sueldos) que la misma publicidad oficial creó,
porque una vez que los medios cuentan con esos ingresos del Estado se acomodan
a gastar en esa proporción y luego, con sólo retrasarles los pagos de la
publicidad oficial, el Gobierno puede hacerlos quebrar.
Todas las escuelas de negocios del mundo enseñan que no se
debe tener ningún cliente ni ningún proveedor que sea excluyente porque se
termina esclavizado por él. Las empresas deben preocuparse si un solo cliente
representa más del 10 % de sus ventas, porque su alejamiento haría terminar
toda la rentabilidad de la empresa. Pero en los canales de noticias esto es
imposible porque, hace poco más de cinco años, los diez principales anunciantes
eran privados: una aerolínea, una petrolera, dos compañías de electricidad, una
de agua, un correo y cuatro AFJP.
Hoy aquellos diez anunciantes son estatales o van camino de
serlo: las AFJP absorbidas en la Anses, Aerolíneas Argentinas, el Correo, Aysa,
YPF y todo indica que pronto les tocará el turno a Edenor y Ede-sur. Más del
50% de la publicidad de un canal de noticias proviene del Estado. Y mientras no
se cumpla el fallo de la Corte Suprema que ordena al Gobierno no discriminar
con la publicidad oficial, éste podrá hacer, por ejemplo, que no existan las
cacerolas, aunque existan.
La Argentina goza el privilegio de tener cuatro veces más
canales de noticias que España, tres veces más que Brasil y dos veces más que
EE.UU. Pero, ¿en qué contribuye a la pluralidad y al acceso a la información
que haya cinco canales de noticias si cuatro tienen vedados determinados temas?
Lo que sucedió el jueves con los cacerolazos en Plaza de
Mayo es un preocupante anticipo sobre que el fin declamado al promulgarse la
Ley de Medios no será cumplido cuando ella entre en vigor plenamente, dentro de
sólo seis meses.
© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 10 de Junio de 2012.
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