A mí qué me importa…
Migliore, formado en Huracán, "llorando" por San Lorenzo... Foto: Webtatengue
Los malos ejemplos se
suceden y el amante del fútbol no para de sorprenderse ante nuevas y asombrosas
barbaridades. El umbral de tolerancia al absurdo es cada vez más alto. Nada
abochorna y nadie hace nada. Pasan los años y se acumulan los despropósitos,
pasan los años y aumenta la insensibilidad ante los problemas que aquejan al
fútbol argentino.
Desparramado en un rincón del vestuario Pablo Migliore
llora. San Lorenzo acaba de perder su partido ante Unión sobre el final, era un
enfrentamiento clave por evitar el descenso. No hubiera sido extraño el llanto
en un vestuario descendido pero es poco usual a falta de cuatro fechas para el
cierre y con el equipo con chances concretas de salvarse. Las cámaras de
televisión lo filman, justo encuentran una rendija entre la puerta y la pared
que permite observar el interior del vestuario. De fondo se escuchan las voces
de hinchas locales mofándose. “No tengo fuerzas para nada, perdón”, escribe el
arquero, horas después en su cuenta de Twitter. La angustia hace tiempo que
perturba a San Lorenzo, el descenso es un fantasma que tortura y somete.
El Rojo atraviesa una racha de derrotas. Una racha que
arrancó, casualmente, cuando se inicio el conflicto entre barras y dirigentes.
Un grupo de familias de Independiente, hinchas genuinos y socios del club,
viajaron a Bahía Blanca para ver el último partido. Al llegar a la ciudad, la
policía los demoró en un retén mezclándolos con los micros de la hinchada. Como
era de esperarse hubo incidentes, de un lado quedaron las víctimas y del otro
los victimarios. ¿Cuántos padres, después de la experiencia nefasta, decidirán
llevar nuevamente a sus hijos en el próximo viaje? Los resultados del equipo
tampoco acompañan. Igual, también es difícil que estos se escapen de la
realidad lindante. Un resumen de las últimas noticias de Independiente hablarán
fundamentalmente de amenazas, renuncias o pedidos de licencias, de deudas con
proveedores, con jugadores o por cuestiones relacionadas con algunas obras
incompletas del estadio. Sobre el juego, las derrotas y los compromisos con el
descenso en la próxima temporada, no hay espacio.
A Racing, el otro club de Avellaneda, el cierre de
campeonato también lo encuentra entre derrotas y amenazas: la única diferencia
son los destinatarios. El equipo que comenzó con expectativas de pelear arriba,
de buscar el campeonato, se arrastra por la mitad de la tabla. A la partida de
Teófilo Gutiérrez, se le agrega el reciente apriete de un grupo de barras a
Giovanni Moreno. Ambos casos tuvieron en común el uso de armas de fuego, ambos
casos tuvieron en común la impunidad de los culpables. Tampoco hay paz en
Racing.
Una categoría más abajo pero con problemas similares, está
River. Empató con Guillermo Brown de Puerto Madryn en el Monumental y los
hinchas despidieron al equipo con un coro de insultos. Algunos desde la platea
San Martín, incluso llegaron a arrojarles proyectiles. Cavenaghi intentó
calmarlos, su intervención lejos de cumplir el objetivo deseado, por el
contrario, aumentó los reclamos. A los episodios vividos por los jugadores se
le sumaron los llamados amenazantes y anónimos que recibieron algunos
dirigentes, especialmente en esta última semana. La ansiedad de River por
volver a Primera se está volviendo incontrolable.
Pero el equipo de Almeyda no es el único de la categoría
involucrado en incidentes policiales. Hasta hace dos semanas, Instituto de
Córdoba llevaba una marcha triunfal como puntero del campeonato. En su visita a
Boca Unidos no jugó al nivel que venía mostrando: perdió el partido y, también,
el liderato. En el camino de vuelta, al detenerse el ómnibus en una parada,
subieron un par de barras a amenazar a los jugadores y les dejaron un mensaje
como resumen de la charla: “Hay balas para todos sí no ganan”.
Ahora, en el fútbol argentino se debate las supuestas
modificaciones para los próximos campeonatos. ¿Es mejor jugar dos torneos
cortos o un torneo largo? ¿Hay promociones o descenso directo? ¿Para la
decisión se utilizan los promedios o la cantidad de puntos en el año? Las
discusiones del fútbol argentino a veces aparentan ser absolutas nimiedades.
A mí qué me importan los próximos campeonatos, si cuando
llegue el momento, a no va a quedar nada. A mí qué me importan los próximos
campeonatos, si los mejores jugadores pedirán ser transferidos porque tienen
miedo a que los ataquen, asalten, ultrajen o aprieten por un mal resultado. A
mí qué me importan los próximos campeonatos, si los dirigentes que quieren
combatir a los violentos y a los que lucran con los clubes, renuncian porque
sus familias tienen miedo de que sean víctimas de esos mismos barras. A mí qué
me importa los próximos campeonatos, si ya no queda un solo árbitro del cual no
se haya dudado de su capacidad para dirigir o de su honorabilidad con el
referato.
Si continúa esta lógica de la derrota como fracaso y del
descenso como cruz perenne e inevitable, si los violentos juegan de local en
todas las canchas, si ya no puedo creer
en la veracidad de un resultado, ¿de qué me sirve un nuevo campeonato?.
© Escrito por Juan
Manuel Herbella y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires el miércoles 23 de Mayo de 2012.
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