Cómo el modelo
inflacionario K ha aplastado a los asalariados argentinos...
Para no ser pobre
en nuestro país, ya hay que pagar el Impuesto a las Ganancias para la cuarta
categoría. Asimismo, un obrero no especializado industrial debería ganar, al
menos, unos $5.000 para que se pueda decir, sin relato, que su poder de compra
no se ha visto afectado a lo largo del tiempo. Como esto último no ocurre y más
de la mitad de los argentinos trabajadores tanto activos como pasivos, ganan
menos que esa cifra, no es muy difícil concluir que al menos el 50% de los
argentinos en condición de asalariados o pasivos, son pobres.
Según
el Indec —un organismo devastado por el kirchnerismo— solo el 1,7% de los
argentinos son indigentes y menos de los 20%, pobres. Cualquier persona que
deambula por la patria se da cuenta que dicha explicación es, al menos, una
cruel tomadura de pelo.
La
pobreza (real) en nuestro país rondaría el 50% de la población, al menos,
elevándose al 60% y hasta 70% en las provincias del denominado NEA y NOA, y en
las zonas marginales del gran Buenos Aires y las periferias de las principales
capitales del norte antedicho, Tucumán, Posadas, Resistencia, etc. Se toma en
cuenta el nivel de pasividad, al menos 6 millones de jubilados y pensionados,
de los cuales solo medio millón obtendrían beneficios por encima de los $
5.000, suma aún por debajo de las estimadas por la CTA, organización que lleva un
estudio bastante actualizado al respecto y estima la canasta familiar aún por
encima de los $ 5.000 antedichos.
De los
16 millones de potenciales trabajadores en actividad, el mismo Ministerio de
Trabajo de la Nación,
reconoce a nueve años de supuesto “crecimiento”, que el 35% de los trabajadores
en actividad está en negro, siendo el 80% de dichos trabajadores en “negro”
personas altamente perjudicadas en sus ingresos directos e indirectos (obra
social, aportes previsionales, etc.) por lo general poco calificadas y
mayormente por debajo de la cifra que tomamos como la base de este trabajo.
“Los falsos privilegiados de Moyano”
Solo el
24% del total de los asalariados argentinos reunirían las condiciones de
dignidad mínimas para un trabajador: estar en blanco, ser trabajador activo y
estar agremiado y, de esa manera, no ver congelado su ingreso ante la inflación
galopante.
Se hace
referencia a “activo”, porque de humillar a los pasivos ya se viene encargando
el gobierno nacional no reconociendo una jubilación justa, con lo cual ha
hundido al 70% de los mismos en condición de haber mínimo y condenando al 60% a
no recibir lo que le corresponde, forzándolos a tener que iniciar acciones
judiciales por “reajuste”: una especie de confiscación legal, más abultada y
socialmente grave que la confiscación de YPF, pero con menos prensa.
En
concreto, solo el 24% —unos 4 millones de trabajadores de los 16 en condiciones
de trabajar— serían los privilegiados de contar con un gremio que anualmente
les actualice sus salarios y defienda los aportes al estar en “blanco”
Ahora,
bien, ¿están en la panacea? ¿Les alcanza para vivir?
Puede
verse que, ni aún trabajando es posible escapar de la pobreza en la Argentina, atento que el
Estado Nacional promueve la inflación como estrategia para licuar las deudas
públicas, resultando un impuesto inflacionario no solo para el 24% que no
estaría perjudicado por la “pasividad” o el trabajo irregular, sino para el
conjunto que ha caído irremediablemente en la miseria, el cuentapropismo,
pequeños profesionales, amas de casa, etc.
El informe Prat Gay sobre la inflación
El
martes 24 de abril, bajo la pluma del periodista Alcadio Oña en el diario
Clarín de dicha jornada, se desarrolla una breve exposición respecto de cómo se
han acelerado los efectos negativos de una economía en desaceleración, según
las cifras oficiales y en continua regresión distributiva, según los datos de
la economía real, la del “hombre de la calle”.
En la
referida nota entre otros tópicos, se destaca la escandalosa inflación sobre
artículos de los más necesarios para las capas populares.
Así,
según el diputado nacional por la Coalición Cívica, Alfonso Prat Gay, por esta vía
(salario contra precios de canasta básica) la relevancia del proceso
inflacionario.
En
septiembre de 2004, con $100 era posible comprar 78 kilos de azúcar. En enero
de 2011, el poder adquisitivo del billete había caído a 17 kilos y en abril
pasado, a 11.
Otro
ejemplo: la cerveza. Aquí la secuencia arroja 53,5 litros (2004), 19
(2011) y 12 (2012).
En el
caso del asado, en septiembre de 2004 con $100 podían comprarse 16 kilos. En
enero de 2011, poco más de 3, y en abril de este año, apenas 2,4 kilos.
Último
ejemplo, la leche. Esta vez, la secuencia da 73,5 litros en 2004,
27,4 en 2011 y 21,4 en 2012.
Vale
aclarar que el informe fue elaborado con precios de un supermercado clase media
para abajo, siendo demostrativo de cómo se fue achicando la capacidad
adquisitiva de estas capas sociales.
Demás
está decir que los salarios no aumentaron de cinco a siete veces en estos años,
ni siquiera los que se encuentran en el grupo de pseudo privilegiados.
Dicha
comparación, ya había sido notada hace tres años exactos, tomando los valores
de los salarios de dicho momento con los del proceso del primer peronismo (año
1948), en los cuales se había demostrado que el proceso de distribución del
ingreso de aquel momento (del orden del 40% del PBI), resultaba mucho mayor que
el de 2009 (un 30%) y seguramente aún muchísimo mayor que el de la actualidad
(28%), toda vez que la
Argentina de la década del 40 contaba con PBI exiguo,
comparado con el mega estado actual y con las súper rentas de casi 100 millones
de toneladas de grano, frente a las apenas 16 de la época del verdadero
peronismo, lo que denotaba un esfuerzo mucho mayor y más veloz (dos años contra
nueve), una vocación de gobierno en dicho orden concreta, y no una
falsificación imaginaria y relatada escondida debajo de un modelo de poder
carente de todo proyecto real de país, como el de aquella época.
En
concreto, hoy, gracias a los cereales exportables y la minería la Argentina cuenta con un
PBI mucho mayor en relación con un Estado que gasta más de $100 mil millones de
dólares (casi el 38% del PBI total), pero los obreros no reciben la “tajada”,
en términos justicialistas.
No hay
derrame, la renta se la “come” el Estado con el impuesto inflacionario o se la
lleva la súper minería, los exportadores de materias primas, los sojeros y las
grandes corporaciones de siempre oligopólicas y de los sectores de servicios, a
los cuales se les entregan condiciones de explotación y beneficios muy
similares a las propuestas por Martínez de Hoz, Sourrielle o Cavallo.
Este
nivel de precios, denota asimismo una inflación en dólares y presagia la
inminente staflation (inflación + recesión), atento el país empieza a tener
costes altos, empieza a ser improductivo, desaconsejable para la inversión,
otra de las grandes falencias del modelo implosionado.
La mentira de la distribución K
Hoy, la
masa salarial araña, en términos reales, apenas un 28% de la renta total y,
como siempre, los sectores financieros, especuladores y acopiadores o
prestadores de servicios monopólicos, gozan de la renta marginal que el
Gobierno les permite recaudar.
Releyendo
viejos textos, puede verse que aún en el país pequeño y del todo por hacer de
la década del 50 (1948 para ser más preciso) por demás ineficiente — hacía solo
dos años había salido del feudalismo conservador y fraudulento— se podía
distribuir ingreso desde el salario, y no desde planes al descanso y tribulaciones
esotéricas e hipócritas, como el regalo de extraños computadores que nadan
enseñan y sí esconden la falta de aquellos docentes “en serio”.
Según
estudios del autor Carlos Russo en “Acción Social del Peronismo y en la obra
“Historia Integral Argentina”, al que no podrán tachar de defensor de la
“República Burguesa” —como les gustan denostar, a los pseudo revolucionarios
jóvenes de la
Juventud Peronista Filial Puerto Madero o La Cámpora— un obrero no
especializado en 1948, promedio, real, ganaba $480 pesos, $5760 anualizados,
que en términos relativos representaban un gran poder de compra que hoy no se
verifica. Podía ir a un mercado y comprar con su propia plata 850 kilos de
papas, 270 kilos de carne vacuna, 425 kilos de azúcar, 936 litros de leche,
1560 kilos de pan y 269 docenas de huevos.
Si lo
trasladáramos a términos actuales, podría verse que el obrero no especializado
de hoy es muchísimo más pobre que aquel, en términos relativos; ello, sin
contar con la enorme existencia de nuevas necesidades actuales, como educación
paga, porque la estatal no sirve, servicios financieros y bancarios, antes
mínimos, servicios adicionales de salud, en el peronismo todos estatales y de
excelencia, hoy de pésima calidad, trasporte, esparcimiento —antes cubierto por
el estado—, etc.
A
continuación, un cuadro comparativo realizado en la actualidad contra el
realizado en marzo de 2009, solo con gastos alimenticios que, en alguna medida
confirma el desmadre que surge del informe del diputado antedicho y, tomando
los índices del autor antedicho, puede notarse la inexistencia de derrame o
distribución real del ingreso obrero.
Según
el estudio de precios relativos de alimentos, aquel obrero compraba estas
cantidades y al lado se vuelcan los precios actuales:
850 kilos
de papas ($4,40 por kilo) $3.740.
270
kilos de carne vacuna ($50 por kilo) $13.500.
425
kilos de azucar ($6 por kilo) $ 2.550.
936 litros de leche ($5,80 por litro) $
5.428.
1560
kilos de pan ($12,50 por kilo) $ 19.550.
269
docenas de huevos (14,50 por doc.) $ 3.900.
En
consecuencia:
Mismos
productos en marzo de 2008: $ 24.500.
Mismos
productos en marzo de 2012: $ 48.668.
Entre
marzo 2009 y marzo de 2012 = 99,15% de aumento, y casi ningún sector
sindicalizado obtuvo en tres años semejante aumento, en referencia a los
“beneficiados obreros en blanco”.
En
concreto, ni siquiera los sectores salariales más beneficiados —que gozaron de
aumentos de entre el 65% y el 75%— pudieron acompañar la inflación real del
almacén.
Y se
hace mención de los gremios grandes, Dios ayude al 76% restante: obreros en
negro, gremios chicos, jubilados y pensionados.
Así
estamos.
© Escrito por José Terenzio y publicado por
Tribuna de Periodistas el Viernes 27 de Abril de 2012.
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