Los intransigentes de siempre…
La CGT, que se mantuvo callada durante los años de los Fernández, alza la voz ante el nuevo gobierno. Hipocresía.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 17/12/2023 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
El ajuste es brutal. Ricardo López Murphy lo calificó de
“estremecedor”. Es la consecuencia de la desastrosa situación
económica que dejó el kirchnerismo. Tan desastrosa es que el mismo ex viceministro
de Sergio Massa, Gabriel Rubinstein, reconoció en el áspero diálogo radial que
mantuvo con Eduardo Feinmann el jueves por la mañana que, de haber ganado la
elección, habrían hecho lo mismo que ha comenzado a implementar la
administración de Javier Milei. Claro que
Rubinstein también es responsable de este desastre. Un hombre honesto que salió
manchado de la gestión de un gobierno y de un ministro candidato al que solo le
importó mantener el poder a cualquier precio. En vista de esta coincidencia, la
pregunta es cómo reaccionará la sociedad ante las penurias de este duro
presente. No es una pregunta que se hacen solo los analistas, los economistas,
los sociólogos y los políticos a nivel local, sino que también se expande a
todos los ámbitos internacionales en los que se sigue con particular atención y
preocupación lo que muchos ya llaman el “experimento Milei”.
En Washington hay una decisión clara de ayudar al flamante presidente. El
embajador Marc Stanley, que en la
campaña se había inclinado por Massa, viene teniendo una actitud muy proactiva
para apoyar y facilitar la interacción con funcionarios de la administración
Biden que son clave para destrabar los obstáculos de las negociaciones con el
Fondo Monetario Internacional. El comunicado que emitió el organismo a poco de
conocerse las primeras medidas económicas generó comentarios risueños en los
que conocen su dinámica. Durante el gobierno de Alberto Fernández hubo
comunicados con textos similares.
Los que hablaron con el Presidente en las horas posteriores a la
desprolija grabación del mensaje del ministro Caputo, lo escucharon
conforme con la performance del ministro. No es un reproche al ministro, vale
decir que, le ha tocado ser vocero a un hombre que en gestiones anteriores
nunca quiso pararse frente a las cámaras. La realidad sugiere que aprenderá
rápido. No tiene alternativa.
En el acomodamiento del nuevo gobierno ya se van definiendo los roles de cada
uno de los ministros y demás integrantes el gabinete. Precisamente, el jefe de
Gabinete, Nicolás Posse, es una de las piezas claves de la distribución de
poder dentro de ese universo. En consecuencia, su poder es grande y muestra el
alto grado de confianza que Milei deposita en él. Elocuencia de ello es la
decisión de poner bajo su jurisdicción la Agencia Federal de Investigaciones
(AFI).
La otra funcionaria de mucho peso es la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. Es una
mujer de fuerte carácter y de gran cercanía con el Presidente. Muestra del
poder que tienen Posse y Pettovello tienen es que el jefe de Estado ordenó que
se acondicionaran dos chalets aledaños a la residencia principal dentro de la
quinta presidencial de Olivos para que los usen ellos.
Quien ganó puntos en la semana fue la vicepresidenta Victoria Eugenia Villarruel –que pide
ser llamada vicepresidente–. Eso llevó a rehacer la relación con Milei, que
estaba dañada. La muestra de poder que exhibió en la designación de autoridades
en el Senado, producto de su habilidad en la negociación con otras fuerzas
políticas desconocida para muchos, hizo que en la reunión de gabinete del
jueves el Presidente pidiera un aplauso para ella. Aún quedan heridos luego del
reparto de cargos dentro de La Libertad Avanza. Si bien siempre remarcó que no
le interesaban los puestos, Ramiro Marra es uno de ellos. También habrá que ver
–dentro del ámbito legislativo– cómo terminan jugando Carolina Píparo en
Diputados y Francisco Paoltroni en el Senado. Al formoseño se lo vio furioso por
haber perdido la posibilidad de quedarse con la conducción de la Cámara alta.
El día a día se está haciendo cuesta arriba en muchos despachos de la
administración pública. Aprender a utilizar la botonera del Estado no es cosa
de un momento a otro. Quienes fueron funcionarios de Cambiemos en la gestión de
Mauricio Macri pueden dar testimonio de ello. Hay una foto que se repite en
cada despacho de los distintos ministerios y secretarías. Profesionales del
ámbito privado –recién llegados a la función pública– desplegando enormes
organigramas para estudiar cada uno de sus “ravioles” y comprender la dinámica
y la interacción de los hilos del poder. Llevará tiempo. Habrá que ser
pacientes.
Sin embargo, la intransigencia y la falta de compromiso con el
bienestar general ha sido la regla de los intransigentes de siempre. En
realidad, no de siempre. La CGT se mantuvo
callada durante el gobierno de los Fernández demostrando una complicidad absoluta
con los desastres del gobierno saliente. Que nadie lo olvide: no pelean por los
derechos de los trabajadores, pelean por sus propios intereses y los de su
color político. Cuatro años de silencio para volver a alzar la voz apenas
asumido el nuevo gobierno. Un comunicado de La Bancaria que dirige Sergio
Palazzo –a quien se vio muy cerca de Massa en la campaña– publicado en su
cuenta en la red social X es una muestra de la desidia y la falta de vergüenza.
“Consideramos que los anuncios del ministro de Economía son de una violencia
inusitada para la clase trabajadora. Se trata de una confiscación masiva de la
propiedad privada y de los derechos patrimoniales de los argentinos. Son los
que tienen incorporados como parte de su salario diferido los subsidios a los
servicios públicos y al transporte público”. Además de tratarse de una
aberración jurídica, habría que preguntarle a Palazzo si los ataques a la
propiedad privada del gobierno kirchnerista no le preocupaban, si la inflación
del 120 por ciento no le generaba violencia y si haber mantenido pisados los
precios de bienes y servicios con políticas populistas no fue parte del
problema.
Cuando la hipocresía es la moneda corriente de parte de la clase dirigente, ya
sea sindical, política o empresaria, nada bueno puede esperarse en materia
colectiva. Más de uno debería reflexionar y pensar seriamente cuáles serán sus
próximos pasos.
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