Elecciones: es lo que hay…
Las
campañas de ambos candidatos muestran la pobreza de la oferta electoral de la
clase política.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 04/11/2023 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
“¿Votamos a Frankenstein o a Drácula?”, reza uno de los memes que más
circulan en las redes en alusión a la segunda vuelta del próximo domingo 19 de
noviembre. La expresión refleja a la perfección la encrucijada electoral en que
quedó atrapado el país tras el resultado de los comicios del 22 de octubre
pasado. Explica, a su vez, la falta de esperanza de una parte significativa de
la ciudadanía, que ve a la Argentina como un país sin otro rumbo que el del
desencanto y la frustración.
La campaña de Sergio Massa es absolutamente desvergonzada. No solo eso
sino que, además, en muchos casos, es violatoria del Código Nacional Electoral
que, en su artículo 64, establece que no se pueden hacer anuncios de gestión a
partir de los 25 días previos a los comicios. Nada que sorprenda viniendo de un
dirigente peronista para el que el valor de la ley es escaso o nulo. Las dos
únicas propuestas del candidato oficialista son el “plan platita” y el miedo a
su rival, a quien, en general, no nombra. Una muestra de esa falta de límites
fue la foto de campaña que el ministro-candidato se sacó con actores y actrices
afines usando de fondo el Festival Internacional de Mar del Plata. Un verdadero
gesto de apropiación de un acontecimiento cultural que debe ser respetado en su
pluralidad. Así es el peronismo.
Desde el sábado hasta el martes hubo en el entorno de Massa una mezcla
de desasosiego y enojo por la falta de combustible que se extendió a todo el
país. El destinatario especial de ese enojo fue el presidente de YPF, Pablo
González. Hay que recordar que YPF es una compañía manejada por La Cámpora. Es
una parte más de la totalidad de las cajas del Estado que quedaron en manos de
la agrupación que lidera el hijo de los Kirchner. En esa administración, junto
con el afán por gerenciar el dinero que mueve la firma con intencionalidades
político-partidarias, abunda –como no podía ser de otra manera– la ineptitud
que derivó en este inconveniente que paralizó por varias jornadas a todo el
país. Eso enojó a Massa, quien, de todas maneras, nada puede hacer para
modificar la situación. ¿Podrá hacerlo en caso de ser electo presidente?
En la reunión con los empresarios en la sede de la Unión Industrial
Argentina (UIA), el ministro- candidato vivió algunos momentos incómodos. El
reclamo principal de los industriales pasa por los dólares que las empresas
necesitan para importar los insumos que precisan para seguir operando. Las
respuestas dadas no fueron satisfactorias. Hubo cruces picantes entre Massa y
algunos de los allí presentes. El ex intendente de Tigre intentó zanjar esa
tensión ofreciendo cargos a empresarios en su idea de un gobierno de unidad
nacional. Entre las vacantes en danza está la presidencia del Banco de la
Nación.
Parte de la gente ve un país sin otro
rumbo que el desencanto y la frustración.
Uno de los problemas que tiene Massa para contrarrestar su falta de
credibilidad es la presencia activa del kirchnerismo que, claramente, no ceja
en su intento de imponer su agenda, la que, como es bien sabido, está vinculada
directamente a las necesidades de Cristina Fernández de Kirchner. Su prioridad
es el Poder Judicial.
En ese ámbito, la condenada vicepresidenta busca descabezar a la Corte
Suprema y, además, designar a decenas de jueces afines. Ese intento fracasó con
Alberto Fernández. La presión la tiene ahora Massa. Y si llegara a ser elegido
presidente, la tendrá mucho más aún. Una muestra de ello ocurrió esta semana
con el cruce de alta tensión entre los dos miembros de la Corte Suprema de
Justicia –su presidente, Horacio Rosatti, y Carlos Rosenkranz–, que rechazaron
de cuajo y en duros términos el juicio político que les quieren promover desde
el kirchnerismo. El dictamen de la Comisión de Juicio Político ya está listo
para elevar la acusación que pasará, entonces, a la Cámara de Diputados. El
oficialismo está esperando la palabra de Massa para ver si aprueba ese paso
que, de concretarse, será juzgado por un Congreso con otra integración en el
que el kirchnerismo no tiene mayoría pero en el que está la mano de CFK, con su
hijo Máximo y Eduardo “Wado” de Pedro como verdaderos comisarios políticos.
Esta movida impulsada por la vicepresidenta generó la protesta inmediata
y enérgica nada menos que del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, quien
acusó directamente al ministro-candidato de estar apoyando esta maniobra. Es lo
peor que podría haber esperado Massa, que estaba planeando algún movimiento de
seducción hacia el gobernador, cuyo apoyo necesita para captar algunos de sus
votos, que son cruciales para allanarle el camino hacia la Casa Rosada.
En las huestes de Javier Milei tampoco reina el sosiego. La sociedad con
Mauricio Macri ha producido un profundo impacto –no siempre positivo– puertas
adentro del espacio libertario. Tal es la fuerza de ese impacto que el
candidato debió salir a ratificar los ejes principales de su propuesta de
gobierno: la dolarización y el cierre del Banco Central. Pero, más allá de esos
ruidos internos, Milei necesita esa asociación no solo por los votos sino
también por los fiscales. Ya terminado el idilio con Luis Barrionuevo –un sapo
que Milei se deglutió con una fenomenal ingenuidad–, la necesidad de tener
fiscales que actúen con firmeza y conocimiento de la mecánica electoral hace
que la colaboración con el PRO sea imprescindible. Eso para empezar porque, si
llegara a la presidencia de la Nación, va a necesitar el apoyo del equipo
amarillo y de otros sectores de No Tan Juntos por el Cambio para aspirar a que
se aprueben algunos de sus proyectos legislativos. Uno de los hechos que
generaron los mencionados recelos fue, en estas horas, la aparición del nombre
de Federico Sturzenegger como un posible convocado para desempeñar funciones
dentro de un posible gobierno libertario. La verdad es que Sturzenegger tuvo un
opaco papel como presidente del Banco Central. Su gestión fue –y sigue siendo–
blanco de críticas muy duras, muchas de las cuales vienen desde las mismísimas
filas de JxC. Resultaría paradójico, además, que Milei, que denuesta al Banco
Central, convocara a su gobierno a uno de sus expresidentes.
Al candidato libertario tampoco lo ayudan las disparatadas declaraciones
públicas de algunos de sus dirigentes. El caso más resonante de estos días ha
sido el de Diana Mondino, una destacada economista que, vaya a saber por qué
razón, ha puesto en la agenda de la campaña temas tan delicados como el de los
trasplantes, con posturas muy criticables como la de la venta de órganos, o la
comparación del matrimonio igualitario con los piojos.
Massa o Milei. Es lo que hay.
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