Un tembladeral…
Súpersergio: Dibujo: Pablo Temes.
La
coalición oficialista va a las urnas con una fórmula sin kirchnerismo.
© Escrito por
Nelson Castro el sábado 24/06/2023 y publicado por el Diario Perfil de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Todo lo que se había anunciado ya no será y aquello que parecía
imposible se convirtió en realidad. La definición del binomio de unidad para
las presidenciales del oficialismo dejó un tembladeral de heridos dentro de
Unión por la Patria.
No va más. Cristina Fernández, su hijo Máximo y La Cámpora en su conjunto son
los grandes perdedores. La coalición oficialista va a las elecciones con una
fórmula sin kirchnerismo. No se trata de una mera derrota en el armado
electoral; lo que ocurrió tiene un sabor amargo para el kirchnerismo que
anuncia un cambio en la tendencia histórica: Cristina Fernández ha perdido
poder.
Si el “qué” resulta novedoso, el “cómo” termina describiendo un final
anunciado aún más contundente. El poder de los gobernadores peronistas
representados en las últimas horas de las negociaciones por Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja; Gerardo
Zamora, Santiago del Estero; y Raúl Jalil, mandamás de Catamarca, se hizo
sentir con fuerza para evitar la catástrofe electoral que ponía en peligro la
territorialidad de todo el conjunto. Los intendentes del peronismo hicieron lo
propio, nadie quería suicidarse con una fórmula que solo representaba la
tozudez de la vicepresidenta y los suyos. No estaban dispuestos a “morir con
las botas puestas”.
Massa es el gran ganador en esta pulseada.
Estocada mortal para la ideología kirchnerista
La mañana del viernes, el terremoto político desatado por los jefes
territoriales sacudió al kirchnerismo duro y puso en jaque a la fórmula Wado De Pedro/Juan Manzur que terminaron
incendiados ante propios y ajenos. La política es ingrata pero la mala política
es, además, cruel. La mentira y el egoísmo fueron las últimas cartas de la
vicepresidenta antes del cierre de listas. Es hora de salir a recoger los
platos rotos y hacer control de daños. La conformación final de las listas
definirá lo que les haya quedado –como consuelo– a los K puros en los
casilleros de diputados y senadores, más algún acuerdo poco probable en los
puestos ejecutivos de un eventual gobierno masista. Ya no importa que esos
lugares sean el refugio para los dirigentes de La Cámpora y otros acólitos de
CFK. Al cierre de esta columna seguían las negociaciones para definir esos
lugares.
¿Fue Alberto Fernández el verdugo final de su mentora?
Sería un título demasiado grande para quien no ha podido demostrar en la gestión
capacidad alguna de liderazgo. Pero hay que reconocerle que, como en sus viejos
tiempos de operador político, estuvo en el momento justo en el lugar indicado,
para colocar en la fórmula a Agustín Rossi, un moderado que parecía haberse
esfumado días atrás. “Alberto hizo lo que tenía que hacer, una vez que no había
lugar para seguir militando las PASO, se negó a aceptar una fórmula que hubiera
sido una catástrofe. Negoció con los gobernadores, se encargó de desarmar la
candidatura de Scioli y le puso un poco más de lógica al caos general”,
describió un hombre cercano al Presidente.
Massa se erigió como el gran ganador en esta pulseada. Una estocada
mortal para la ideología kirchnerista. El hombre encargado de negociar con el
FMI y otros cucos indigeribles para la mitología K será la cabeza de la fórmula
de la coalición gobernante. Otra contradicción que deja muy mal parado al
relato que han sostenido durante más de veinte años.
Desde el Instituto Patria se apuraron a decir que “no se sienten
derrotados” y que lo que han aceptado es “un acuerdo para salvaguardar la
unidad y la institucionalidad”. Una perorata muy similar a la explicación que
se publicó en la cuenta de Twitter de Unión por la Patria, para comunicar
semejante volantazo. Dicho sea de paso, una cuenta institucional, que
representa a los “nombres viejos” con un “nombre nuevo” pero sin ningún nombre
propio. Una pieza de colección.
Sergio Massa continuará al frente de Economía
hasta las PASO. El desgaste de una contienda presidencial le impedirá cualquier
otra actividad. Con algo de malicia pero bastante de razón, un oficialista que
lo conoce muy bien dijo sarcásticamente: “Sergio ya no daba más, llegó con lo
justo al frente del ministerio. La máquina de humo ya no tiene nada más para
dar”. Aun así hay que reconocerle al hombre de Tigre su habilidad para
sobrevivir e imponerse. Ahora deberá demostrar hasta dónde puede llegar. Pero,
sin dudas, la nueva fórmula le imprime mayor competitividad a la campaña.
Entre las caras de la derrota no solo el ministro del Interior ha
quedado expuesto al ridículo. En el espacio de Daniel Scioli todo era
desilusión. El exgobernador bonaerense había confirmado su candidatura 24 horas
antes de su abrupto final junto a la precandidata a gobernadora Victoria Tolosa
Paz. Una aventura político-electoral demasiado corta. Juan Grabois había bajado
su candidatura por la designación de Wado De Pedro. Estaba furioso y terminó
anunciando que se presentará en las PASO.
En la oposición la pulseada por los lugares y cargos tampoco se venía
resolviendo con racionalidad. Ayer por la tarde continuaban los tironeos y las
negociaciones de último momento. Nunca antes se había visto una pelea por el
poder tan descarnada y pornográfica. Los que prometen sacar la Argentina
adelante se han comportado con un nivel alarmante de egoísmo y falta de empatía
por la situación y los problemas reales de la gente. Los candidatos de la
oposición se han encargado de resaltar que, en política, no son todos iguales y
no todo da lo mismo.
A juzgar por el papelón que vienen haciendo públicamente y a cara
descubierta en los últimos meses, cualquiera podría pensar que “no son
todos iguales” pero se parecen bastante.
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