Voten a Otro…
Ellos. Alfonsín constituyó la Conadep que el peronismo se negó a integrar,
Luder no era líder. CEDOC
© Escrito por el Carlos Ares, Periodista, el jueves 23/02/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Se agradece la foto, la sonrisa, las caminatas, los besos a los niños, los autógrafos, las selfies, las palmadas, los abrazos, la fe, la confianza, la promesa de que ahora sí, que esta vez sí. Conmueve el esfuerzo, el tiempo que dedican a ensayar las respuestas para todo. Da ternura verlos lanzarse a las calles de barrios, de pueblos, como niños a los que les abren las rejas del patio a la hora del recreo. Gracias por eso.
Que sería de la
democracia si nadie se ofreciera a participar del sistema dentro de las reglas
del juego. Quedaríamos a merced del que impusiera su voluntad por la razón de
una fuerza capaz de producir terror, o codicia. Personajes oscuros,
millonarios, siempre amenazantes, rodeados de grupos de apriete, o de lobby,
que, desde sus empresas, o sus gremios, son capaces de ubicar siervos leales,
bien pagados, en puestos claves: ministros, jueces, hasta presidentes si fuera
necesario.
Treinta temporadas
de la misma serie, con los mismos actores. Gana el peronísmo, los sindicatos que controlan el Estado riegan la
planta permanente. Los empresarios cómplices negocian. Moyano recoge la basura
que desparrama. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos olvidan
quién fue Gerardo Martínez, el secretario general de la Uocra. Baradel no hace
paros, Biró no habla, la CGT apoya. Nadie deja de robar, como pedía Barrionuevo.
El episodio donde los giles que ganan la elección se creen que tienen el poder,
también lo vi. Termina mal.
Un líder es aquél que hace lo que no se espera de él. Apunté para mí esa impresión a comienzos de los años ochenta, durante la campaña electoral de Felipe González a la presidencia del gobierno español. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se definía como “un partido de clase, de masas, marxista y democrático”. Sevillano, abogado, a los 32 años Felipe fue elegido secretario general en 1974, durante un Congreso realizado en Francia.
Muerto Franco, el
rival político era la Unión de Centro Democrático (UCeDe), de Adolfo Suárez. En
1979, Felipe propone al Congreso abandonar el marxismo. La mayoría de los mil
delegados vota en contra, Felipe renuncia. Sus declaradas intenciones de
convertir al PSOE en un partido moderno, democrático, interclasista,
europeísta, que inclusive debía debatir el ingreso de España a la OTAN, le dio
un reconocimiento general. La renuncia al cargo aumentó su popularidad en las
encuestas.
De regreso, seguí la campaña a las elecciones de 1983. El candidato Italo Luder estaba de acuerdo con la posición del peronismo: aprobar la amnistía que se habían dictado los comandantes de la dictadura. Alfonsín, contra el temor de una parte del radicalismo, constituyó la Conadep que el peronismo se negó a integrar, promovió el Juicio que finalmente se hizo. Argentina, 1985. Luder no era un líder, Alfonsín sí.
Un candidato
honesto debe dejar en claro los términos del contrato antes de la elección. No
alcanza con el “qué”, hay que explicar el “cómo” para que no haya equívocos
después, cuando la mayoría de la sociedad tenga que bancar las medidas
anunciadas. De otro modo, no hay gobierno que pueda contra los que retienen el
poder desde siempre. Al terminar el discurso, se tendría que oír la frase de
cierre del líder, aunque no la diga: “Esto es lo que hay que hacer, si no
quieren, voten a otro”.
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