Política sin calidad…
‘Box Populi’... Juan D. Perón. Dibujo: Pablo Temes.
Un problema del país es que
oficialismo y oposición comparten la pobreza con que representan a la gente.
“Siempre es bueno contar
con liderazgos que no se agoten en una sola persona. La diversidad de figuras
capaces de sostener un liderazgo ejecutivo es una fortaleza de JXC. Luego la
gente decidirá quién los representa mejor”.
La frase pronunciada en plena campaña de cara a las
primarias pertenece a uno de los dirigentes de la provincia de Buenos Aires,
pero por aquel entonces, todos en la coalición opositora repetían un eslógan
similar con la convicción –ilusión en realidad– de que para el 2023 faltaba
mucho tiempo y que las internas se aplacarían con un triunfo en las elecciones
de medio término.
El
triunfo llegó pero, lejos de amainar, la interna recrudeció.
La división del radicalismo es solo una muestra de ello. Tanto es así que, hace
apenas unos días, se modificó la conducción de la mesa nacional de Juntos por
el Cambio que quedó conformada así: Mauricio Macri –listo
para salir a jugar su “segundo tiempo”–Horacio Rodríguez Larreta, como jefe de
Gobierno porteño; los titulares de la UCR, PRO, CC y el Peronismo Republicano;
los gobernadores; los presidentes de los bloques e interbloques de diputados y
senadores de los partidos miembro, en líneas generales. La ausencia de María Eugenia Vidal ya
era un secreto a voces. Sin el cargo de gobernadora y con un año para el
olvido, la ex mandataria ex orgullosamente bonaerense, no tenía ninguna chance
de ocupar algún cargo de relevancia partidaria.
Dentro de la coalición opositora se molestan con su silencio respecto del último escándalo protagonizado por uno de los ministros de su gestión. La AFI reveló las imágenes del ex ministro de trabajo Marcelo Villegas expresando su deseo ante un grupo de empresarios de “armar una Gestapo” para terminar con los gremialistas. “MEV se expresó en duros términos por la derrota respecto a la reelección de los intendentes que tendrán una chance más de seguir al frente de sus municipios, pero no dijo nada de Villegas que era su ministro de Trabajo.
El repudio debió haber sido inmediato. Se dilató y ahora sería un
bluff por la falta de timing político. Hizo lo mismo cuando tuvo que definir su
salto de la provincia de Buenos Aires a la Ciudad. Demoró tanto en dar una
noticia controvertida que se la terminó devorando la expectativa que ella misma
había generado” –aseguró en duros términos un dirigente bonaerense del espacio
que supo tener peso dentro de su gobierno.
Lo de la restauración de la re-reelección de los
intendentes bonaerenses marca que, en más de un aspecto, hay muchos dirigentes
de No Tan Juntos por el Cambio que son iguales a los que pueblan la geografía
política del Frente de Todos contra Todos.
Pero los problemas de la oposición no se agotan en el
radicalismo ni en Vidal. Sino en las disputas internas por el poder de cara a
las presidenciales. Esa urgencia por resolver una interna todavía muy caliente
los hace tropezar con errores de conducción política en todos los niveles. Son
errores garrafales que termina pagando la gente.
El Senado de la Nación convirtió en ley el proyecto
oficialista de modificación
del impuesto a los Bienes Personales por falta
de cohesión y de estrategia política. Un calco de lo que ocurrió en Diputados.
Posibles soluciones y excusas pueriles para traspiés que nunca deberían haber
ocurrido. El senador Martín Lousteau aferrándose a la idea de que el quórum se
había logrado pasado el tiempo reglamentario y ya, sobre la leche derramada, el
liberal José
Luis Espert convocando a una rebelión fiscal para boicotear el
avance del Gobierno. El aumento de la alícuota del impuesto a los bienes
personales va a afectar a mucha gente de clase media que ha hecho su patrimonio
en base a mucho trabajo y esfuerzo.
En el Frente de Todos Contra Todos también se vive la
fiebre de la interna, por eso festejaron a viva voz el amateurismo de sus
rivales. “Nos daban por muertos y terminamos cerrando el año mejor de lo que
cualquiera esperaba y con una victoria importante en el Congreso” –se escuchó
decir en el entorno de un envalentonado Alberto Fernández.
El año cerró sin haber alcanzado el acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional que es imprescindible para que la Argentina recupere la
posibilidad del acceso al financiamiento internacional.
La nueva ola de la pandemia causada por el covid-19
expone –día tras día– las incongruencias del Gobierno. Las desvaídas
conferencias de prensa de la ministra de Salud, Carla Vizzotti constituyen
un aporte notable a la confusión general. Desde ayer, rige en el país el
pasaporte sanitario.
Nadie en el ámbito del Ministerio se tomó la molestia de
preparar una campaña de información clara y sostenida para ilustrar a la
ciudadanía sobre cómo, por qué y para qué usarlo. Lo mismo viene aconteciendo
con el tema de los autotesteos, un instrumento lleno de grises al cual la mala
comunicación oficial logra con gran éxito hacer aún más gris. Uno de los puntos
confusos es el precio al público, que representa una sideral diferencia con el
precio de costo.
Los que piensan mal –y aciertan–, no dejan de sospechar
acerca de la existencia de un posible negociado. Las “grisuras” no terminan ahí
sino que se extienden a la inexplicable diferencia entre la cantidad de vacunas
distribuidas y las aplicadas, algo que a más de un año de haber comenzado la
vacunación nunca pudo ser enmendado.
Los hechos de estos días demuestran que la Argentina
tiene un grave problema con la calidad de su representación política que abarca
tanto al oficialismo como a la oposición. “Cuando los que mandan pierden la
vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. (Georg Lichtenberg).
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