CFK en Acción. Sin programa no hay acuerdo...
Muchas gracias por todo... Cristine Lagarde - Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.
Pese al relato oficial sobre el entendimiento con el Fondo Monetario, lo acordado es algo mucho más modesto.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 29/01/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
En la mañana del viernes, el presidente Alberto Fernández anunció que el Gobierno cerró un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar la deuda tomada por el gobierno de Juntos por el Cambio por US$ 44 mil millones.
“Había un problema gravísimo y urgente y ahora tenemos una solución posible y razonable”. Las palabras del primer mandatario serán el nuevo latiguillo que pululará por las esferas del poder por tiempo indeterminado. El principio de acuerdo con el FMI es, sin lugar a dudas, una buena noticia; de otra forma, lo que venía era la caída al abismo. Sin embargo, el paso de las horas ha dejado expuesto con claridad los vaivenes del Gobierno, a los que intentó –como siempre– enmascarar con el relato, y las diferencias internas que afectan la credibilidad de AF quien, curiosamente, grabó su discurso en medio de una ambientación similar a la que utilizó Fernando de la Rúa para anunciar el acuerdo con el FMI al que se había arribado en el año 2000.
Fuego amigo. “Todo pudo haber sido más sencillo”, afirmaba una voz importante del FMI desde su oficina en Washington en la gélida mañana del viernes. “El gobierno argentino tiene un importante elemento a su favor: después de los efectos negativos que internacionalmente produjo el default de 2001, nadie quiere repetir algo similar. Es curioso que no se den cuenta de esto para negociar más inteligentemente.”
Las horas previas al acuerdo sumaron tensión. Desde Balcarce 50 hablaban de “cuestión de Estado” para evitar las filtraciones, pero al mismo tiempo, reconocían que las declaraciones que circularon a mitad de semana sobre la posibilidad de optar por no pagar y cerrar el diálogo con el FMI jugaron en contra.
El propio ministro de la Producción, Matías Kulfas, tuvo que salir a decir que no era razonable plantear un escenario de default: “Esa hipótesis no se valida con la realidad”. Los dardos fueron tanto para el diputado nacional cristinista Leopoldo Moreau como para el director del Banco de la Nación Argentina, Claudio Lozano.
En rigor de verdad, son muchos más los que agitaron esas versiones. La propia CFK arremetió desde Honduras contra los organismos de crédito internacional y ejerció una velada crítica a los Estados Unidos para tirarle un poco más de nafta al fuego.
Una fuente cercana al ministro lo reiteró en sus propias palabras: “El kirchnerismo duro y también el kirchnerismo bobo tiene la fantasía de no pagar y usar la plata para el bienestar del pueblo. Eso es exactamente una retórica estudiantil de las que se usan en el colegio secundario para hacerse el altruista. La realidad indica que si no se acuerda con el Fondo, el costo lo termina pagando la gente. Dejemos la estudiantina para los chicos” –bramó.
Es justo decir que, para congraciarse con la parte más áspera del Frente de Todos Contra Todos, el propio Presidente optó por montar su propio show en Merlo cuando apeló a la memoria colectiva: “Cuando los ajustes llegaron el pueblo padeció” –dijo con un rostro de congoja impostado. Luego del preacuerdo alcanzado insistió en que el FMI debe hacer una crítica profunda de su política de las últimas décadas.
En medio de este tira y afloje, el dato político más significativo fue el estrepitoso silencio de CFK. Es un silencio que habla de su desacuerdo y disgusto por el paso que se ha dado. Es producto de su vida en la irrealidad. Recuérdese que en sus dos primeros gobiernos se decidió no tomar préstamos del FMI a tasas del 4 al 6% y se optó por recibirlos de Hugo Chávez a intereses significativamente mayores.
En el discurso de su anuncio Fernández enfatizó diferentes aspectos teñidos de relato: “No restringe, no limita ni condiciona, los derechos de nuestros jubilados que recuperamos en el año 2020. No nos obliga a una reforma laboral. Promueve nuestra inversión en obra pública. No nos impone llegar a un déficit cero”.
Lo primero que hay que subrayar de este párrafo es la mentira de su primera línea: si hay un sector de la sociedad que nada ha recuperado es el de los jubilados y pensionados. Lo segundo es que, en su conferencia de prensa, Martín Guzmán dijo algo diferente: habló que el equilibrio fiscal –déficit cero– se alcanzaría en el 2025. Entonces, ¿se pidió o no se pidió déficit cero?¿Quién miente?
No se explicó cómo se va a financiar el déficit de los próximos años que, según el mismo Guzmán, será del 2,5% del PBI este año, del 1,9% el próximo año y de 0,9% en 2024. Dijo también el ministro que el nuevo programa representaría una cifra de 44 mil millones de dólares, algo que no está mencionado en la comunicación del Fondo.
“También hemos acordado que el apoyo financiero adicional de los socios internacionales de Argentina ayudaría a reforzar la resiliencia externa del país y sus esfuerzos para asegurar un crecimiento más inclusivo y sostenible”, dice en otro de sus párrafos el parte del FMI. En la acepción segunda de la palabra resiliencia que aparece en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua se la define como la “capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”. No queda claro, pues, cuál será la instrumentación por medio de la que la Argentina logrará reforzar la “resiliencia externa”.
“El personal técnico del FMI y las autoridades argentinas han llegado a entendimientos sobre políticas clave como parte de sus discusiones en curso sobre un programa respaldado por el FMI”, señala la declaración del organismo en su comienzo. Lo que hay son “discusiones en curso sobre un programa respaldado por el FMI”. Es decir, falta el programa y sin un programa no habrá acuerdo final posible. A buen entendedor, pocas palabras.
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