La permanente involución…
Donde hay un dólar, Martín Guzmán. Dibujo: Pablo Temes
Impunidad, degradación institucional, relato y mentira en lugar de la realidad: la Argentina que tanto nos duele.
Escrito por Nelson Castro el sábado 27/11/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Con el sobreseimiento de Cristina Kirchner y
sus hijos, Máximo y Florencia, en la causa Hotesur y Los Sauces –acusados
nada menos que de lavado de dinero–, la impunidad y la degradación
institucional alcanzaron el pasado viernes niveles preocupantes para cualquier
república que se considere bien establecida. Hay en las últimas decisiones de
una parte de la Justicia que debe juzgar a la vicepresidenta y sus secuaces una
lamentable coincidencia: las acusaciones se caen sin siquiera llegar a juicio.
Esto es, sin la culminación del proceso, sin escuchar a los testigos y sin la
exposición de pruebas en su contra.
Ya había ocurrido en las causas Qunita y Memorándum con Irán. Mucho se ha hablado del plan de impunidad de CFK sistemáticamente negado por sus abogados, allegados y correligionarios; lo cierto es que la realidad viene demostrando que su diseño se viene cumpliendo a rajatabla. “Cristina necesitaba sí o sí evitar este juicio porque, de haberse llevado a cabo, el cúmulo de evidencias en su contra era tal que no hubiera habido ninguna posibilidad de lograr la absolución”, explica una fuente judicial que conoce la causa al dedillo. La ex presidenta en funciones sabe que nunca irá presa. No es esa su preocupación. Lo que la perturba es la existencia de una condena.
Amado Boudou logró
una reducción del tiempo que pasó preso. Lo que no consiguió –ni conseguirá– es
evitar su condición de condenado, es decir, de persona con prontuario. Lo mismo
se aplica para Julio
De Vido, Ricardo Jaime, José López y Juan Pablo Schiavi.
La otra cosa que inquietaba a CFK era la situación de su hija Florencia, que no
tiene fueros. Para ella, el destino inevitable era la cárcel.
En la Justicia hay muchos jueces, fiscales y funcionarios
honestos. A todos ellos, el bochornoso fallo dividido del Tribunal Oral Federal
Número 5, integrado por Adrián Grünberg, Daniel Obligado –que
votaron a favor– y Adriana Palliotti –que votó en
disidencia y afirmó que “no se advierte la existencia de evidencia alguna con
el alcance de ‘prueba nueva’ (...) que pudiera habilitar, siquiera mínimamente,
esta vía para arribar a un sobreseimiento”–, deja mal parado a todo el sistema
judicial como tal.
El apuro en la emisión del fallo tampoco es casual. El
Dr. Grünberg termina su subrogancia la semana que viene y, además, el 10 de
diciembre, el Frente de Todos contra Todos perderá su supremacía en el Senado,
lo cual echa por tierra el sueño de la reforma judicial pro impunidad anhelada
por CFK.
El fallo pone en jaque la credibilidad del Poder Judicial. Esta es la verdadera dimensión del significado del veredicto de los camaristas Grünberg y Obligado. Y eso tiene consecuencias nocivas para la consolidación del concepto republicano que rige la vida institucional de nuestro país. Cuando la Justicia consagra la impunidad, el ordenamiento social se ve alterado. Si la decencia y la indecencia dan lo mismo, la corrupción finalmente triunfa. Nadie crea que se puede combatir la pobreza en los lugares donde el delito se impone. Los países con más altos niveles de decencia de sus funcionarios son los países donde hay mayor igualdad social. La corrupción en el poder y la pobreza van de la mano. Donde impera la corrupción, la ley no vale nada. Es lo que estamos viendo en muchas zonas de la Argentina.
En las últimas decisiones de la justicia sobre CFK las acusaciones no llegan a juicio.
La vicepresidenta ya tenía conocimiento de este fallo
cuando el pasado miércoles por la noche reapareció por primera vez –luego de su
operación y del silencio poselectoral– en el brindis de despedida de los
senadores que concluyen su mandato. En el encuentro –de carácter privado– no
dejó definiciones políticas pero se la vio distendida y de muy buen humor, algo
no habitual en ella. En rigor a la verdad, quien interprete su ausencia
mediática como un repliegue se equivoca. CFK está activa y sigue de cerca todas
las actividades de gobierno con ojo crítico y mano lista para volantear; desde
la negociación con el FMI hasta la llamada ley de envases que, de aprobarse
el proyecto, funcionará en la práctica como una nueva caja para las
organizaciones sociales.
En su conferencia de prensa del viernes la señora portavoz de la presidencia, Gabriela Cerruti, teorizó sobre los logros del Gobierno y la “flamante” situación del país para justificar la medida restrictiva para quienes no pueden cancelar el saldo de sus viajes al exterior en un pago y optan –u optaban– por hacerlo en cuotas.
Según Cerruti todo está
tan bien que el nuevo cepo al turismo es necesario. Veamos sus palabras de
manera textual para que se entienda un poco mejor lo inentendible: “Es una
disposición del Banco Central que es momentánea y puntual, que se refiere a
algo absolutamente específico y que tiene que ver con este proceso de crecimiento
y reactivación económica en el que estamos, muy fuerte. Han visto las cifras de
esta semana de reactivación del consumo, del turismo interno, de las pymes, de
la actividad económica”. El kirchnerismo cree que todo es relato y mentira. La
medida que tomó el Banco Central tiene una sola explicación: faltan dólares, el
acuerdo con el FMI es todavía incierto y hay temor a lo que pueda suceder en el
mercado cambiario.
Todas
estas cosas ya sucedieron en el pasado. Es la larga y permanente involución de la Argentina que
tanto duele.
Producción periodística: Santiago Serra.
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