El Plan Cóndor…
© Escrito por Martín Balza (*) el jueves 29/07/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Lo obrado por la última dictadura cívico-militar, y dentro de ella el denominado Plan Cóndor, es un signo patológico y una desvalorización moral: una verdadera transnacional del terror, integrada por las dictaduras de nuestro país (Jorge Rafael Videla), de Bolivia (Hugo Banzer Suárez), de Brasil (Ernesto Geisel), de Chile (Augusto Pinochet), de Paraguay (Alfredo Stroessner) y de Uruguay (Aparicio Méndez Manfredini) y, en menor medida, con contactos con las fuerzas armadas de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Argentina era la sede del Plan Cóndor, según archivos
desclasificados por Estados Unidos
Por el lado argentino, entre los vinculados al Cóndor figuran, entre otros, los ex generales Videla, Díaz Bessone, Suárez Mason, Menéndez, Riveros, Galtieri y Harguindeguy. Ellos no obviaron incorporar a varios delincuentes comunes como Aníbal Gordon y sus secuaces.
El plan había sido concebido como tal por el presidente chileno, general Augusto Pinochet Ugarte, en 1975, e instrumentado por el general Manuel Contreras, jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (DINA).
Consistió en un programa regional de inteligencia y coordinación de los servicios de inteligencia nacionales, con conocimiento y anuencia de los Estados Unidos. Algunas reuniones y operaciones de la intriga se realizaron cuando en la Argentina todavía persistía un gobierno constitucional, el presidido por María E. Martínez de Perón.
El Plan era clandestino y compatibilizó, con diversos matices, un terrorismo de Estado a nivel regional, principalmente en el Cono Sur, con el propósito de eliminar todo atisbo izquierdista y contribuir a la derrota del comunismo internacional.
No obstante, en la práctica no era otra cosa que la eliminación de opositores a las dictaduras militares, explotando la profunda animadversión de estas hacia todo vestigio marxista-leninista, una versión criolla del principio nazi “del enemigo único”.
La plena vigencia de la Guerra Fría contribuyó a ello. La concientización ideológica se materializó a través de los cursos dictados en la Escuela de las Américas y desde 1958 la “doctrina francesa” de represión contrainsurgente aplicada en Indochina y Argelia también influía en algunos sectores del Ejército.
Se elaboró y ejecutó una planificación de asesinatos de opositores ideológicos. Entre ellos en Buenos Aires, en 1974, el del general del ejército de Chile Carlos Prats y su esposa; el del ex presidente de Bolivia Juan José Torres; en 1976, el del senador Zelmar Michelini y del diputado Héctor Gutiérrez Ruíz, ambos uruguayos; el del paraguayo Federico Tatter, secuestrado y desaparecido.
En Washington, en 1976, asesinaron al ex canciller chileno Orlando Letelier y a su secretaria Ronni Moffitt. En 1980, la Argentina colaboró con el sangriento golpe de Estado ligado al narcotráfico del general Luis García Meza en Bolivia, que evitó que Hernán Siles Suazo asumiera como presidente, pese a haber ganado las elecciones.
Otros testimonios son por demás relevantes. En julio de 1976 fue secuestrado en Buenos Aires el periodista uruguayo Enrique Rodríguez Larreta, quien posteriormente declaró:
“Nos detenían argentinos y nos interrogaban uruguayos. Nos colgaban, nos daban descargas eléctricas y ponían sal gruesa en el piso para que pasara la corriente” (La Nación online, Bs As 9 Feb 2005).
El periodista paraguayo Martín Almada, secuestrado el mismo año, fue torturado y forzado al exilio, posteriormente descubrió en Lambaré importantes archivos que aseguran que solo el Cóndor causó miles de víctimas entre muertos, desaparecidos y detenidos.
Por el lado argentino,
entre los vinculados al Plan Cóndor figuran, entre otros, los exgenerales
Videla, Díaz Bessone, Suárez Mason, Menéndez, Riveros, Galtieri y Harguindeguy.
En el año 2000, el exgobernador de
Río de Janeiro, Leonel Brizola, denunció que “los ex
presidentes Joao Goulart y Juscelino Kubitschek, fueron asesinados en el marco
del Cóndor, simulándose un ataque cardíaco y un accidente respectivamente”
(Clarín; 6 mayo 2000). El general brasileño
Agnaldo del Nero Augusto reconoció la participación de su país: “Nosotros no
matábamos. Deteníamos y entregábamos (…) Brasil se limitó a colaborar con
informaciones, a entregar agentes extranjeros y vigilar subversivos"
(Página 12 online; Bs As, 31 diciembre 2007).
El Cóndor tuvo un capítulo
centroamericano denominado Operación Charly. Se desarrolló principalmente entre
1980 y 1982. Consistió en exportar métodos de inteligencia, contrainteligencia y
técnicas tales como secuestros, desapariciones forzadas y torturas a El Salvador, Guatemala,
Nicaragua y Honduras. En este último país, aún recuerdan que allí se estableció
su central operativa.
Su objetivo era adiestrar a los
“contras”, apelativo dado a los ex secuaces del dictador nicaragüense Anastasio
Somoza, refugiado en Honduras luego del triunfo electoral del Frente Sandinista
de Liberación Nacional (FSLN) en 1979, conducido por Daniel Ortega. El nombre
de ese partido refiere a Augusto C. Sandino, patriota nicaragüense que dirigió
entre 1927 y 1933 la resistencia contra el ejército de ocupación de los EEUU y
fue asesinado en 1934.
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espiar a Argentina y otros países del Plan Condor en los 70
El artífice de esta aventura fue Galtieri. El área de Inteligencia de Ejército, como en el Plan Cóndor, fue la más involucrada. Estaba
conducida por los generales Alberto Valín y Carlos A. Martínez, y los coroneles
Jorge Muzzio y Mario Davicco; el responsable operativo era el coronel José
Riveiro. No serían ajenos a Charly el brigadier Carlos W. Pastor, canciller y
cuñado de Videla, y el embajador argentino en Honduras Arturo Ossorio Arana.
La asistencia costó a la argentina
25 millones de dólares. El plan era aparentemente simple: rodear a los
sandinistas y encausarlos hasta Honduras para proceder a su aniquilación. Contó
con la colaboración, entre otros, de los generales estadounidenses Alexander
Haig y Vernon Walters. El fracaso de la operación es conocido y se consumó durante la presidencia de Ronald Reagan. Esa actitud servil fue totalmente
inconducente, como lo demostró el comportamiento de los EEUU en la Guerra de Malvinas.
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critica el Plan Cóndor desde una celda de máxima seguridad
No es fácil adquirir una dimensión
cabal de todo lo expresado. La dictadura cívico-militar de los ´70 se inmiscuyó
en episodios que hoy nos avergüenzan.
Evidenciaron una impunidad y un cesarismo castrense por ejercer un poder omnímodo, arbitrario y criminal. Pero en la Argentina ello está definitivamente superado desde el advenimiento de la democracia. Nada de lo ocurrido desde entonces puede ser comparado con aquel triste capítulo de nuestra historia.
* Martín Balza. Ex Jefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica.
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