Carrió y Vallejos traducen
(al revés) la enciclopedia del fracaso…
La semana empezó con paro rural y termina, una vez más, con polémica sobre el campo:
• La ultra kirchnerista Fernanda Vallejos, traicionada por una visión supuestamente híper ideológica, lamenta que vivamos del agro.
• Desde el otro polo, la chaqueña Elisa Carrió, anclada en la defensa del statu quo, defiende a las corporaciones agropecuarias, curiosamente, por la misma razón que Vallejos las odia.
© Escrito por Edi Zunino el viernes 15/01/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Empecinadas en afirmarse electoralmente de un lado
de la polarización que siempre promueven, ambas rivales se equivocan, si bien,
a la vez, las dos tienen algo de razón. Porque sin el campo la Argentina no
existe. Y sólo con el campo, tampoco.
El asunto es que ver sólo una parte
del problema nos deja siempre sin un plan productivo maestro. Si no nos
proponemos combinar buenas materias primas con buenas manufacturas, con buena
tecnología, con buenos servicios, con buena salud, con buena educación y con
buena seguridad, la Argentina va a seguir siendo una entelequia. O un botín a
la espera del próximo corsario.
Pongamos el foco en nuestra situación
poblacional. Ahí se demuestra que el bendito “país rural” que repetimos como
loros dejó de existir hace rato. Lástima que la pandemia nos dejó también sin
censo el año pasado, pero los datos reunidos hasta el de 2010 alcanzan para
sostener lo que digo.
Veamos. En el período censal
1980-1991, la tasa de crecimiento anual medio de la población fue del 14,7 por
mil (1,47%), en el decenio 1991-2001 del 10,1 por mil (1,01%) y entre 2001-2010
del 11,4 por mil (1,14%). Hacia 2011 el 92% de la población argentina vivía en
ciudades, convirtiéndose en uno de los países más urbanizados del mundo.
En contraste, el 40% de los pueblos rurales está en riesgo de extinción.
Traduzco: el campo no es negocio para
millones de personas que migran a ciudades desindustrializadas sin capacidad de
dar trabajo ni servicios suficientes. Eso es la pobreza estructural, una
dimensión que cuestiona el futuro si el 65% de los niños y los jóvenes son
pobres.
Las causales mayores del éxodo rural son la
tenencia de la tierra y la falta de servicios ya que “los costos tan elevados
de la tierra han hecho que muchos productores no hayan podido acceder a ella y
por eso migraron; primero, a las pequeñas localidades, y después, a
las más grandes. A eso hay que sumarle la falta de servicios (caminos,
electricidad, comunicaciones), factores que provocan el éxodo de los pobladores
que abandonan el lugar en busca de un futuro mejor en las ciudades”.
Pero esa situación sólo acarrea un
problema mayor. Muchas veces, los productores que emigran a las ciudades solo
encuentran desarraigo y marginalidad. Los datos indican que una fracción
importante de ellos se ubica en asentamientos que no reúnen las condiciones
mínimas.
Decíamos que, según el censo 2010, el
40 por ciento de los pueblos rurales está en riesgo de extinción. Hablamos de
lugares con menos de 2.000 habitantes. La mayoría de los que emigran son
jóvenes que buscan trabajo o viajan para estudiar.
La población de los pueblos “en
crisis o riesgo de extinción” disminuyó más del 10 por ciento entre el censo de
2001 y el de 2010, y nada indica que la tendencia haya cambiado. Más bien,
parece todo lo contrario. Estudios del INDEC y el Conicet sostienen que
la merma comenzó en 1960 y se agudizó con los años, luego que el censo nacional
de 1991 registró 430 pueblos “en crisis”. En 2001 la cifra ascendió a 602, en
tanto 128 poblaciones crecieron menos del 10 por ciento y 90 desaparecieron,
hasta llegar a los 800 pueblos en riesgo de extinción hace una década.
Urge un plan. Salirse ya del
chiquitaje corporativo y partidario. De la pelea pretenciosa sin
sustancia. Está demostrado: la grieta es un negocio para súper minorías
económicas y políticas.
El presidente Alberto Fernández
debería estar menos ansioso por las elecciones de medio término que por no
claudicar en su propuesta de Unidad Nacional que le hizo ganar las elecciones
con al menos un 15% de votos más que los aportados por Cristina Kirchner.
Si claudica, la frustración no va a
ser suya. Será nomás -ni menos- que un nuevo capítulo en la voluminosa
Enciclopedia del Fracaso Nacional que venimos hace décadas empecinados en
escribir.
Radio Perfil (escuchar el audio de la nota)
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