Laberintos
de la pandemia…
El tenedor de Bono. Dibujo: Pablo Temes
La iniciativa de la diputada
Vallejos produjo espanto en sectores empresarios. El silencio presidencial
aumentó la incertidumbre.
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Escrito por Nelson Castro el sábado 23/05/2020 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
En la Capital
Federal y el conurbano bonaerense hay cuarentena para rato. A la ampliación de
ayer hasta el 8 de junio seguirá seguramente otra que se extenderá hasta fin de
mes. Los especialistas que asesoran al Presidente han dicho ya que se espera
que los casos positivos de coronavirus comiencen a bajar recién hacia la
segunda mitad del mes de agosto.
Los números de la
última semana acentuaron la centralidad absoluta del Área Metropolitana de
Buenos Aires (AMBA). Pero no solo eso fue lo que generaron esas cifras; también
marcaron el comienzo de un enfrentamiento entre los gobiernos de Horacio
Rodríguez Larreta y de Axel Kicillof. El dedo acusador partió desde la
Provincia de Buenos Aires.
Las diferencias
de criterio en el manejo de situaciones tan complejas como las del presente
siempre existen y es válido discutir sobre ellas; pero lo que sucedió en estos
días fue otra cosa: una acusación al jefe de Gobierno porteño de generar las
condiciones para que la pandemia se expanda a ambos lados de la avenida General
Paz.
Las cifras
muestran que el aumento de casos en CABA es producto del incremento en la
cantidad de testeos que se están haciendo, predominantemente en las villas 31,
1-11-14 y 21. Las condiciones de hacinamiento en las que viven sus habitantes
hacen de imposible cumplimiento las recomendaciones del aislamiento social
preventivo. Es verdad que el gobierno porteño demoró su llegada a esos lugares.
Grueso error. Pero hay que decir que lo mismo le cabe al gobierno bonaerense:
los testeos en los llamados barrios populares empezaron tarde.
Resulta
desconcertante que, ante esta circunstancia, el Presidente y el ministro de
Salud de la Nación, Ginés González García, no hayan buscado amalgamar un
criterio de trabajo común. Argentina es la nación que tiene una de las
cuarentenas más largas del mundo. Eso es consecuencia de la acertada decisión
de AF de imponer el aislamiento social preventivo tempranamente.
Ahora, lo que
está faltando son las medidas concomitantes para hacer la cuarentena vivible. Y
esto es algo que el Presidente minimiza permanentemente. Lo hace con pose de
ofendido. Parece que hablar de los efectos colaterales de la pandemia es una
apostasía.
Efectos
colaterales. Este acápite corresponde a un rubro de creciente impacto
psicofísico, socioeconómico, sanitario y político. Ansiedad, depresión,
insomnio, irritabilidad y mayor consumo de alcohol son algunas de las consecuencias
psíquicas de la cuarentena. Las socioeconómicas –cierre de comercios y
fábricas, caída de los salarios e impagos, falta de comida en las zonas
marginales– son producto de la brutal caída de la actividad económica.
Las afectaciones
médicas tienen que ver con una combinación muy riesgosa en la que se observan
situaciones de gente que tiene miedo de concurrir a los hospitales y centros
médicos privados y, a su vez, de indicaciones desde esas mismas instituciones
para que los pacientes no concurran a la consulta en caso de que los síntomas
que experimentan no correspondan a los del coronavirus.
Esto es algo que
debe ser modificado de inmediato. He aquí, pues, el desafío: qué hacer para
compatibilizar la cuarentena con estos hechos que forman parte de la vida
misma. Es propio de esta Argentina atravesada por la grieta pensar este desafío
en términos de procuarentena y anticuarentena. La antinomia anula cualquier
posibilidad de discusión y de evolución. Esto ha sido ya repetido hasta el
cansancio. Por eso es increíble que no se aprenda.
Al borde del default.
La renegociación
de la deuda navega por aguas procelosas. El Gobierno está convencido de que
está haciendo todo bien. Sus acólitos, también. Cree que la pandemia le juega a
su favor. La actitud del gobierno de los Estados Unidos y del Fondo Monetario
Internacional de un supuesto apoyo a la Argentina da vuelo a esas ilusiones.
La actitud y la
estrategia del ministro de Economía, Martín Guzmán, son objeto de controversias
no solo desde sectores opositores e independientes. Se lo critica desde las
entrañas del oficialismo por su dogmatismo, al que agrega cierta cuota de
soberbia. Sin embargo, su poltrona es intocable. El Presidente lo sostiene con
convicción y firmeza.
Muchos de los que
conocen al detalle los números y los vericuetos de la negociación sostienen que
el Gobierno no lo está haciendo bien. Observan que hay una buena predisposición
de los acreedores de antemano que está siendo desaprovechada, circunstancia que
achacan a la existencia de restricciones internas políticas dentro del
oficialismo que dificultan peligrosamente las gestiones.
La oferta que se
hizo es de 46 dólares cada 100, mientras los acreedores reclaman entre 58 y 62
cada 100. No se está tan lejos, a pesar de que esas diferencias representan
miles de millones de dólares.
No es ese aspecto
de la economía el único en el que reina un estado de confusión. En lo que
respecta a lo vernáculo, las cosas no son muy diferentes. El proyecto de la
diputada Fernanda Vallejos –apoyada por el ministro de Trabajo, Claudio Moroni–
de incorporar la participación del Estado en las empresas que pidieron ayuda al
Gobierno es producto de la miopía intelectual que producen los ideologismos.
“Espanto” es la palabra que define la reacción que la sola enunciación de esta
iniciativa produjo en todos los sectores empresariales.
Algunos ya han
hecho saber que, si esto prospera, procederán a cerrar dejando un tendal de
gente en la calle. ¿Imagina alguien al Estado manejando las decenas de miles de
empresas que han pedido ayuda al Gobierno para poder subsistir? La diputada ha
dicho que esto nada tiene que ver con la confiscación. Nadie le cree.
Lo grave no es
solo que existan iniciativas como estas sino también el silencio del
Presidente, que no hace más que generar mayor incertidumbre acerca del presente
y el futuro de Argentina, el país del mañana mejor que nunca llega.
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