1973. Seguro que el Quijote era hincha de Huracán, Sancho
de Vélez…
Siempre dicen que
"la tarde cae". Esta vez el pibe Houseman la volvió a levantar allá
en Liniers... El suspenso angustioso de esa maniobra interminable. Olivera
pasó. Antes otro. Fenoy en el piso. Después, la zurda para el gol. “EL GOL”. ¿En qué habrá pensado el pibe
Houseman? No, en la tierra no estaba... Fotografía: El Gráfico
La crónica de Osvaldo Ardizzone sobre la victoria del Huracán de Menotti
frente a Vélez es uno de los mejores artículos publicados en El Gráfico en sus
casi 100 años de vida.
©
Escrito por Osvaldo Ardizzone el martes 10/04/1973 y publicado por la Revista
el Gráfico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Fotografías: Alfieri, Carreño, Alfieri (h), Rodríguez, Gordon. Por Redacción
EG · 23 de abril de 2020
Sí, allí estaban enfrentadas las dos eternas contrafiguras. El de la Triste Figura y el Otro. ¿Qué Sancho muchas veces tuvo razón? Sí que la tuvo. Y la tiene... La vida es lo que se toca. La vida es sentido común. "Que el verdadero amor murió en la sopa", decía el viejo Discépolo en su amargura... Esquema. Planteo. Diagrama. Logística. Computadora. I.B.M. Cero, cero, siete. Pero alguna vez vamos a mirarles el color de los ojos a las muchachas en vez de tomarles las tres medidas... Vamos a jugarnos la parada a un sueño, a la carta que nunca se da, al número que nunca sale. A sentirnos con una pluma en el sombrero, en una raída corbata voladora y una rosa en el ojal de la chaqueta... Y a contemplar cómo el pájaro se vuela, aunque en la esquina esté Sancho acechándolo con la mezquindad de una trampera...
¿Qué fue Vélez? Cerebro. Cálculo. ¿Cuál fue su argumento? Impedir.
Destruir. Vélez ya sale subalternizado a la cancha. A favor de los golpes que
suponen fortaleza, virilidad, está denunciando, justamente, conciencia de
inferioridad, pusilánime dependencia. ¿Por qué Tagliani comete cuatro
infracciones antes de los cuatro minutos de juego? Porque eso está en el
argumento de los Sanchos. ¿Por qué Riestra va fuerte contra el pibe Houseman
sobre los quince minutos? Porque en el sentido práctico y realista de los
Sanchos está contemplada la importancia de Houseman. Y por eso mismo es que
Riestra tiene que irse de la cancha antes de los noventa. Porque en la semana
del hombre de Vélez hay un cuidadoso trabajo cerebral. ¿Qué Sancho ganó muchas
veces? Sí. Generalmente gana. Todos los días sucumbimos ante su gran sentido
práctico y realista de la Vida... Pero no conquista. No seduce. No enamora. Y,
por ahí, tampoco gana. Como ocurrió en esta oportunidad. Yo sé que hay que
vivir, que hay que luchar para ganarse el mango. Que se hace duro andar por
este mundo con un ramo de flores en la mano y una canción... Pero, a veces
pienso, ¿es posible que alguien se deje influenciar a tal punto por esa
maliciosa pitonisa que sólo susurra malos pensamientos?... Tagliani. Pienso en
Tagliani. Un foul violento al minuto contra Roque Avallay. Otro foul a los dos
minutos. Otro a los nueve. Pero no es la infracción que surge del
enfrentamiento. No está relacionada con los vaivenes del juego. Porque vos vas
a una pelota y yo también. Y por ese ponemos fuerte los dos. Y gana el que más
fuerte pone o el que sabe más. No. Son los malos pensamientos de Sancho. Es el
cálculo. Es el programa. Es lo que se toca. Lo único que vale. ¡Y pobre Roque
Avallay! ¡Así seguirán siendo de oscuros los desventurados domingos que le
esperan!... Los ejércitos de Sanchos que estarán maquinando la trampera sórdida
para el pobre pájaro que apenas si aspira a que le permitan volar... Así serán
de oscuros los desventurados domingos que le esperan a este pibe Houseman...
Señor D'Amico... Si es que en su programa de la escuela cuenta con algún capítulo debido a la inspiración de Sancho, arránquelo... Arránquelo definitivamente. No diga cattenacio. No, suprima definitiva-mente los eufemismos. Es hombre a hombre. Es hombre y golpe. Es, simplemente, eso. Nada más que eso. Eso que ya conoció mi ingenua tía Eulalia apenas vio el primer partido de fútbol... Cuando me dijo: "Pero, sobrino..., vas que me habías hablado can tantas palabras raras de este juego... Si es fácil... Tan fácil que menos que los arqueros ponemos uno a cada une. Y ya está. Y si ese uno se va lo detenemos con un golpe. Y ocurre que ese golpe apenas si equivale a una de las tantas tarjetas amarillas que el señor árbitro lleva en el bolsillo superior de su chaqueta...". Que así me dijo mi cándida tía Eulalia apenas accedió a acompañarme a una cancha... Por eso, señor D'Amico... Erradique definitivamente las directivas "prácticas" a lo Sancho de su programa de la escuela... No le pido que expida el diploma para técnicos "soñadores"... Pero que al menos vuelen, sueñen... Aunque ahora parezca una vocación de precio muy alto...
Señor D'Amico... Si es que en su programa de la escuela cuenta con algún capítulo debido a la inspiración de Sancho, arránquelo... Arránquelo definitivamente. No diga cattenacio. No, suprima definitiva-mente los eufemismos. Es hombre a hombre. Es hombre y golpe. Es, simplemente, eso. Nada más que eso. Eso que ya conoció mi ingenua tía Eulalia apenas vio el primer partido de fútbol... Cuando me dijo: "Pero, sobrino..., vas que me habías hablado can tantas palabras raras de este juego... Si es fácil... Tan fácil que menos que los arqueros ponemos uno a cada une. Y ya está. Y si ese uno se va lo detenemos con un golpe. Y ocurre que ese golpe apenas si equivale a una de las tantas tarjetas amarillas que el señor árbitro lleva en el bolsillo superior de su chaqueta...". Que así me dijo mi cándida tía Eulalia apenas accedió a acompañarme a una cancha... Por eso, señor D'Amico... Erradique definitivamente las directivas "prácticas" a lo Sancho de su programa de la escuela... No le pido que expida el diploma para técnicos "soñadores"... Pero que al menos vuelen, sueñen... Aunque ahora parezca una vocación de precio muy alto...
¡Ay, Roque, Roque,
los domingos que habremos...! Fenoy no encontró a la pelota, pero se lo
encontró a Roque en el camino. Y Roque se cae, se levanta. Y sigue.
Estoicamente... Fotografía: El Gráfico
Y, esta vez, El
Quijote...
No sé si Huracán
dispone de una mayoría de buenos jugadores. Lo que sí sé es que se construyó
con algunos elementos que estaban en la casa. Y con supuestos "rezagos"
de otros clubes. Basile, el Coco Basile, libre de Racing. Chabay, libre de
Racing. Larrosa, viajando y olvidado por Centroamérica. Russo, otro
"enviado" de Platense. Houseman, este pibe Houseman, incorporado por
apenas unas chirolas. Carlitos Babington, postergado en la opinión hasta hace
un poco más de un año. Buglione, lo mismo... Pero es la vocación lo que
importa. Es la influencia del Quijote que prevalece en la actitud frente al
fútbol. Es lo que sustenta el Flaco Menotti y que consiguió transmitirle a cada
uno de los jugadores. Que triunfe e que no triunfe, al cabo Es el hecho que
menos importa para las conclusiones. Que el pobre Quijote también idealizaba a
las mozas de cordel.
Pero importa la idealización de una
manera de jugar. La forma de interpretarla. Generosamente. Hasta con grandeza.
Hace apenas unos días, Huracán enfrenta a Racing. Encuentra la oposición de un
esquema "a lo Sancho", tan calculado como éste. Donde tampoco faltó
el golpe como elemento "práctico". Y, al cabo, cinco goles. Cinco
goles con un final de fiesta. Con todo el público de pie. Con todos los sueños
de ese público metidos allí en el campo. Los mismos sueños que los de Roque
Avallay, que los de Miguel Bríndisi. Que los de todo Huracán. Un gol, dos
goles. Y al ataque. Jugar. Jugar y jugar. Que el gol no es el zapatazo fortuito
ni la pelota encontrada. Es el fútbol. La consecuencia de una quimera jugada al
cincuenta por ciento aunque los que estén enfrente sean molinos de viento.
Al cincuenta por ciento de seguridad y el otro cincuenta al sueño. Por eso todos los goles son borrachera para los que están adentro y para los que están afuera. Que también la gente, esa que está en la tribuna, tiene un cacho, siempre tendrá un cacho de Quijote... Como ese gol de Roque frente a Racing. Ese de la pared con Miguel y que después alcanzó a tocar junto al palo. Ese mismo que Roque, entrando por la izquierda y clavando la pelota al segundo palo de Fillol. Ese final de Miguel Brindisi higienizando el gol en un metro cuadrado con tres hombres en el camino y el arquero en el piso... Así, como me decía el Coco Basile después de este partido de Vélez, y el de Racing... ¿Para qué voy a pasar al ataque con esos tipos que hay adelante? Si ahora aplaudo los goles desde el fondo. Lo mismo que me decía Carrascosa... Sí, puede que existan los buenos jugadores. Que Menotti se haya "beneficiado" con el aporte de cinco delanteros de gran calidad y capacidad goleadora. Pero importa la convicción. Importa lo que se siente. Importa la fidelidad a un estilo que ya está arraigado en cada uno de los hombres... Que ya hizo conciencia de equipo... Que ya hizo conciencia en las tribunas. Por eso Houseman conquista ese gol final contra Vélez, Porque no tiene trabas. Porque inventa. Porque sigue soñando como cuando llegó a Huracán. Y en Huracán el Flaco Menotti no le corta las alas.
"Déle, déle... invente... juéguesela a la que le gusta...". Por eso Houseman no tira al gol apenas recibe de Babington. Se anima. Cincuenta por ciento a la seguridad. Y el otro cincuenta al sueño. Me gambeteo a uno, a dos, al arquero. Y hago el gol. Y es EL GOL. Así con todas las letras en bajo relieve. Es EL GOL donde se juntan el insensato atrevimiento del pibe con todo Huracán y con todos los que estamos afuera... ¿A ver si los que están afuera es verdad que no juegan, como pregonan los entendidos? ¿A ver si toda esa gente es realmente "gilada", como dicen los que están en la trastienda de los que saben?...
Al cincuenta por ciento de seguridad y el otro cincuenta al sueño. Por eso todos los goles son borrachera para los que están adentro y para los que están afuera. Que también la gente, esa que está en la tribuna, tiene un cacho, siempre tendrá un cacho de Quijote... Como ese gol de Roque frente a Racing. Ese de la pared con Miguel y que después alcanzó a tocar junto al palo. Ese mismo que Roque, entrando por la izquierda y clavando la pelota al segundo palo de Fillol. Ese final de Miguel Brindisi higienizando el gol en un metro cuadrado con tres hombres en el camino y el arquero en el piso... Así, como me decía el Coco Basile después de este partido de Vélez, y el de Racing... ¿Para qué voy a pasar al ataque con esos tipos que hay adelante? Si ahora aplaudo los goles desde el fondo. Lo mismo que me decía Carrascosa... Sí, puede que existan los buenos jugadores. Que Menotti se haya "beneficiado" con el aporte de cinco delanteros de gran calidad y capacidad goleadora. Pero importa la convicción. Importa lo que se siente. Importa la fidelidad a un estilo que ya está arraigado en cada uno de los hombres... Que ya hizo conciencia de equipo... Que ya hizo conciencia en las tribunas. Por eso Houseman conquista ese gol final contra Vélez, Porque no tiene trabas. Porque inventa. Porque sigue soñando como cuando llegó a Huracán. Y en Huracán el Flaco Menotti no le corta las alas.
"Déle, déle... invente... juéguesela a la que le gusta...". Por eso Houseman no tira al gol apenas recibe de Babington. Se anima. Cincuenta por ciento a la seguridad. Y el otro cincuenta al sueño. Me gambeteo a uno, a dos, al arquero. Y hago el gol. Y es EL GOL. Así con todas las letras en bajo relieve. Es EL GOL donde se juntan el insensato atrevimiento del pibe con todo Huracán y con todos los que estamos afuera... ¿A ver si los que están afuera es verdad que no juegan, como pregonan los entendidos? ¿A ver si toda esa gente es realmente "gilada", como dicen los que están en la trastienda de los que saben?...
El
final. El abrazo de Brindisi al pibe Houseman. El conmovido reconocimiento de
la jerarquía de Miguel a ese "gran loco" que nunca aprenderá a jugar
en serio... "Pero, ¿cómo te atreves a hacer esas cosas...?" Fotografía: El Gráfico
Y sigue el sueño...
Sé que todo pudo concluir en el cero. Que a favor de la calculada organización defensiva de Vélez, Huracán no pudo realizar la producción de las últimas fechas. Pero lo que importa es que el puntero siguió siendo Quijote hasta el final. Que no traicionó sus ideales. Que no se subalternizó. Que no arrojó la pluma ni renegó de la rosa. Vé!ez, en su papel, pretendió demostrar la verdad de su sentido práctico. Lo consiguió a medias. Lo consiguió hasta los ochenta y siete minutos.
Después, Sancho volvió a su eterna condición de escudero. El pibe Houseman se jugó la parada a un gran sueño. Al cien por cien de un sueño. Porque este "atrevido" carece de todo sentido de la realidad. No pisa la tierra. No, la conoce. No sabe lo que es una I.B.M. No tiene ni una idea vaga sobre el mecanismo infalible de las computadoras. Vuela. Anda por la cancha con un duende a cuestas. Los Sanchos, el ejército de tantas Sanchos, no lo entienden. Es que no pueden entenderlo...
Sé que todo pudo concluir en el cero. Que a favor de la calculada organización defensiva de Vélez, Huracán no pudo realizar la producción de las últimas fechas. Pero lo que importa es que el puntero siguió siendo Quijote hasta el final. Que no traicionó sus ideales. Que no se subalternizó. Que no arrojó la pluma ni renegó de la rosa. Vé!ez, en su papel, pretendió demostrar la verdad de su sentido práctico. Lo consiguió a medias. Lo consiguió hasta los ochenta y siete minutos.
Después, Sancho volvió a su eterna condición de escudero. El pibe Houseman se jugó la parada a un gran sueño. Al cien por cien de un sueño. Porque este "atrevido" carece de todo sentido de la realidad. No pisa la tierra. No, la conoce. No sabe lo que es una I.B.M. No tiene ni una idea vaga sobre el mecanismo infalible de las computadoras. Vuela. Anda por la cancha con un duende a cuestas. Los Sanchos, el ejército de tantas Sanchos, no lo entienden. Es que no pueden entenderlo...
El Coco Basile. La
figura del partido. Fotografía: El Gráfico
La figura del
partido. Porque cuando ya se habían construido "las cárceles" en toda
la cancha. Cuando, pasados esos primeros veinte de Huracán, Vélez prosperaba en
las capturas personales, fue necesario fortalecerse atrás. Que el Quijote que
hay en Huracán a veces interrumpe sus sueños y se ve en la obligación de
descender a la tierra y pensar en las mezquinas necesidades de la pitanza...
Que de vez en cuando es impostergable defenderse para poder seguir comiendo...
Y fue cuando en el partido apareció el Coco Basile. Este de la segunda juventud
—mejor de la segunda etapa porque recién alcanzó los veintisiete años—.
Y recuerdo que antes era el Coco de Racing. Aquel "del camión", aquel del cabezazo en aquella turbulencia del pelotazo de Martínoli y los setenta y cinco kilos del Coco atracando en el área de enfrente... Y en la nueva "mística", metido en esta logia de respetuosa amistad con la pelota, volvió a aparecer el Coco de la tercera de Racing. Aquel que jugaba como número cinco. Aquel que sabía pisotearla, aunque nunca la estampa y los movimientos se adornaran con los matices de los simplemente habilidosos, o de los que fraternizan con el lujo ocioso...
Volvimos a ver a Basile jugador, pero siempre metido dentro de su sobria personalidad, cada vez más sobria a favor de esa experiencia y esa serenidad que trae el tiempo... Coco Basile de la cabeza a los pies. Trabajando en el fondo y en el medio, De arriba y de abajo. Cortando en el anticipo y en la espera medida. Y hasta para tenerla cuando el ida y vuelta de la pelota exigía la prudencia de una pausa- saludable... "Ellos marcaron muy bien... Nosotros anduvimos para marcar un par de goles en los primeros veinte. Después nos taparon. Pero nunca llegaron con claridad, salvo en esa jugada de Benito que para mí estaba offside... Después siempre tiraron centros y de frente... ¿Usted me pregunta por qué en el gol no tiró de primera Houseman? Porque no tira nunca. Porque se la juega siempre..."
Y recuerdo que antes era el Coco de Racing. Aquel "del camión", aquel del cabezazo en aquella turbulencia del pelotazo de Martínoli y los setenta y cinco kilos del Coco atracando en el área de enfrente... Y en la nueva "mística", metido en esta logia de respetuosa amistad con la pelota, volvió a aparecer el Coco de la tercera de Racing. Aquel que jugaba como número cinco. Aquel que sabía pisotearla, aunque nunca la estampa y los movimientos se adornaran con los matices de los simplemente habilidosos, o de los que fraternizan con el lujo ocioso...
Volvimos a ver a Basile jugador, pero siempre metido dentro de su sobria personalidad, cada vez más sobria a favor de esa experiencia y esa serenidad que trae el tiempo... Coco Basile de la cabeza a los pies. Trabajando en el fondo y en el medio, De arriba y de abajo. Cortando en el anticipo y en la espera medida. Y hasta para tenerla cuando el ida y vuelta de la pelota exigía la prudencia de una pausa- saludable... "Ellos marcaron muy bien... Nosotros anduvimos para marcar un par de goles en los primeros veinte. Después nos taparon. Pero nunca llegaron con claridad, salvo en esa jugada de Benito que para mí estaba offside... Después siempre tiraron centros y de frente... ¿Usted me pregunta por qué en el gol no tiró de primera Houseman? Porque no tira nunca. Porque se la juega siempre..."
Buglione: Y el otro elogio. A
este Buglione que no está tan familiarizado con ese tipo de crítica. Muy bien
el último jueves frente a Racing. Muy bien en esta oportunidad. Y todo eso está
en la expresión de Buglione: "Ahora
me siento seguro... Hablé con Menotti y me dijo que me mantendría. Creo que eso
me hacía falta..." Bien. Defendiendo y con la pelota.
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