Rebeca Anijovich: El cambio en educación debe ser
cultural, no de metodologías…
Rebeca Anijovich, pedagoga.
Asegura que sólo las aulas “flexibles” incluyen a todos
los estudiantes.
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Escrito por Mariana Otero el 21/10/2019 y publicado por el Diario La Voz de la
Ciudad de Córdoba, Provincia de Córdoba, República e los Argentinos.
“A mayor
flexibilidad, mayor capacidad tienen un aula y una escuela de contribuir a los
propósitos de una educación que aloje a todos los estudiantes”.
De esta manera responde Rebeca Anijovich a la pregunta de cómo lograr el
aprendizaje en aulas diversas y heterogéneas, en tiempos cambiantes.
Anijovich es especialista y magíster en Formación de Formadores por la
Universidad de Buenos Aires (UBA), profesora de posgrado en universidades
públicas y privadas y asesora pedagógica e institucional en escuelas de Chile,
de Uruguay, de Brasil y de México. Días atrás, dictó en Córdoba la conferencia
“La escuela, ¿un lugar para todos?”, en la Universidad Blas Pascal, y dialogó
con La Voz.
–El
gran desafío de estos tiempos es transformar y mejorar la educación secundaria.
¿Es eso posible?
–Es una necesidad revisar la escuela secundaria y es posible porque
voluntades de distinto tipo, docentes, directivos y profesionales dedicados a
la educación, están pensando en cómo transformarla atendiendo a los mundo
cambiantes y a los adolescentes que tienen otros modos de aprender. Los
estudiantes están atravesados por las tecnologías, pero no solamente por ellas,
sino por contextos sociales, económicos y políticos que son diferentes. Esto
exige que la estructura de la escuela secundaria, que tiene más de 100 años,
genere un modelo alternativo. Los institutos de formación docente deben avanzar
en los nuevos modos de enseñar, en el uso de tecnologías, en el desarrollo de
estudiantes más autónomos, en el trabajo más colaborativo, no en áreas
disciplinarias exclusivamente, sino con una mirada más multidisciplinaria. Todo
esto hay que enseñarlo a los futuros docentes. Por otro lado, desde la gestión
deben pensar en cambios que tienen que ver con la organización de los espacios
y los tiempos para favorecer otro tipo de estrategias de la formación de los
estudiantes y de los ciudadanos.
–¿Qué
estrategias se pueden implementar para garantizar que los alumnos desarrollen
habilidades para desenvolverse en ese mundo cambiante y en un futuro incierto?
–Pensamos y creemos firmemente que todos pueden aprender.
Parece una obviedad afirmarlo y hay que contribuir con acciones para que esto
suceda. Pero conseguir el logro real de este principio y propósito inclusivo
requiere de mucho trabajo. Las aulas heterogéneas constituidas bajo el concepto
de “flexibilidad” muestran diversos modos de organizar los espacios, los
tiempos, los agrupamientos de los estudiantes, los modos de comunicación y el
uso de los recursos en función del contexto social, de los propósitos y de los
contenidos por aprender. A mayor flexibilidad, mayor capacidad tienen un aula y
una escuela de contribuir a los propósitos de una educación que aloje a todos
los estudiantes.
–¿Cuáles
deberían ser esos propósitos que incluyan a todos?
–Dado que no estamos hablando de cuestiones técnicas,
sino de un enfoque educativo, señalamos sus propósitos principales. Esto es,
ofrecer a los estudiantes oportunidades para elegir, para tomar decisiones y
para desarrollar habilidades metacognitivas, aprendiendo a aprender. Disponer a
la escuela en su conjunto como un entorno educativo estimulante, rico en
propuestas diversas que ofrezcan múltiples oportunidades para un aprendizaje
significativo y con sentido. Propiciar el desarrollo de un estudiante autónomo,
con capacidad para trabajar junto con otros, y reconocer sus modos de aprender,
sus estrategias, sus intereses, su expectativas, sus ritmos de aprendizaje y
sus estilos de pensamiento.
–¿Algunos ejemplos para el aula?
–Ofrecer opciones en la producción final de una unidad o
de un proyecto. Por ejemplo, si el docente está trabajando sobre alimentación,
una alternativa para ofrecer a los alumnos es que elijan el mejor modo de
demostrar lo que aprenden en ese proyecto a través de tres posibles
producciones finales. Pueden entonces elegir entre diseñar un póster, hacer un
video, grabar un podcast, proponer un menú semanal de comidas
sanas para el comedor del colegio. En todas las producciones, deberían
fundamentar la distinción entre comida sana y comida chatarra y tienen que
estar asociadas a los criterios con que se las va a evaluar. Otra opción es
ofrecerles alternativas en cuanto a los recursos. Así, algunos preferirán
trabajar con música y otros, con artes plásticas, o a través de una
dramatización. De esta manera, les ofrecemos diferentes recursos y técnicas
para que ellos elijan con qué quieren avanzar y desarrollar el proyecto. Por
otro lado, hay que estimularlos a que trabajen con fuentes de información
diferentes, como sitios en internet, textos, entrevistas. Todas las opciones
que mencioné son ejemplos de lo que los docentes pueden ofrecer a sus alumnos
sin perder de vista nunca los propósitos de enseñanza de cada proyecto. Como
tampoco deben dejar de lado los contenidos y capacidades “no negociables”. Con
esa expresión me refiero a los contenidos que cualquier niño –no importa en qué
escuela esté estudiando– debe aprender. Sobre el resto, puede trabajar por
intereses.
–¿Por qué resulta tan difícil realizar cambios en educación?
–Cambiar no es fácil para nadie, pero es posible entender
que, cuando hablamos de cambiar en educación, estamos hablando de un cambio
cultural, no de un cambio de metodologías. Requiere cambiar algo que aprendimos
durante muchos años en nuestro tránsito por la escuela como estudiantes. Allí
aprendimos un modo de ser estudiantes y modelos docentes. También es importante
pensar hacia dónde vamos, por qué queremos cambiar, qué esperamos de ese
cambio, y hacer estas reflexiones con otros, en comunidad educativa. Asimismo,
pensar si ese cambio lo vamos a poder sostener en el tiempo.
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