¿Hay algo para mí, o no?
Hasta que Alberto Fernández anuncie el nuevo gabinete,
muchos pugnan por un cargo. Macri, sin autocrítica y una imagen en la UIA
impensable hace poco.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 01/12/2019 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La transición de la nada sigue su curso. Por eso, las miradas están puestas en el 6 de diciembre, cuando Alberto Fernández dará a conocer su gabinete.
“Cristina no vetó
a nadie”, dijo Fernández durante el reportaje que concedió a Radio Colonia hace
dos días. Sin embargo, desde el interior del Frente de Todos, las voces que
hablan de los vetos de la vicepresidenta electa se multiplican día tras día. De
concretarse, algunas designaciones hablarán por sí solas de ese poder de
imposición de CFK.
Ejemplos. Un caso es el de
Alejandro Vanoli, cuestionadísimo ex presidente del Banco Central, que tiene
una causa judicial a cuestas por la venta de dólares a futuro, mencionado para
ocupar la titularidad de la Anses. Cómo no imaginar una situación de
controversia con Sergio Massa, una de cuyas referentes más notables es Mirta
Tundis, un nombre puesto para ese cargo, a quien Cristina siempre ha
manifestado un particular desamor. En voz muy baja, algunos referentes del
Frente Renovador reconocen que esperaban un poco más en la repartija de cargos.
En el armado del
futuro gobierno surge con claridad la distribución del poder. AF manejará el
Poder Ejecutivo y CFK el Congreso, es decir, las comisiones y las designaciones
de jueces.
A propósito de
causas judiciales que incriminan a ex funcionarios kirchneristas, hay que decir
que la marcha del viernes por una Navidad sin “presos políticos” fue un fiasco.
Nadie puede creer seriamente que Amado Boudou, Julio De Vido, Ricardo Jaime o
José López sean presos políticos. Una cosa es revisar los criterios de la
prisión preventiva, y otra muy distinta es llamar preso político a quien tiene
un fallo condenatorio en primera y segunda instancia. ¿Dirán lo mismo si la
Justicia condena a algún funcionario del gobierno saliente?
Economía. Pero volvamos al
gabinete del futuro gobierno. La expectativa mayor, claramente, está puesta en
Economía. Descartado ya Guillermo Nielsen, aparecieron “tapados “como Martín
Guzmán y Martín Abeles, quienes no perecen tener el peso político suficiente
para enfrentar los desafíos internos y externos con los que deberán lidiar no
bien comience la nueva administración. Por eso en el horizonte se perfila una
vez más Matías Kulfas como el favorito.
Lavagna. El río
de versiones que hubo en la semana incluyó una supuesta reunión entre AF y
Roberto Lavagna, de la que se dio hora y lugar de realización. La verdad es que
esa reunión nunca se hizo. ¿La habrá durante el fin de semana?
Lo único cierto
hasta aquí es que el ex candidato presidencial de Consenso Federal tiene una
visión bastante negativa de esta transición. La designación de su hijo Marco
para ocupar la titularidad del Indec –una muy buena elección del presidente
electo– ha ido por un camino independiente y no debe tomarse como indicio de
una cercanía o pertenencia al nuevo gobierno del ex ministro.
Hubo por allí
sobrevolando la idea de que Lavagna podría estar al frente del Consejo
Económico Social. Esa idea no lo entusiasma mucho. Su pensamiento es que esa
estructura no debería estar en sus manos sino en las de alguien designado con
el consenso de sus futuros integrantes.
Preocupa a
Lavagna que, a diez días de asumir, el futuro presidente no haya definido aún
su conformación y que hayan circulado rumores de que sugiere nombres. “Eso es
absolutamente falso. Nunca ocurrió ni ocurrirá”, asevera con algo de fastidio
una voz de la cercanía estrecha del ex ministro de Economía.
En las oficinas
de Puerto Madero de AF reina el desorden. Así, mientras el jueves Fernández
respondía mensajes por Twitter, muchos aspirantes a funcionarios fatigaban sus
dedos enviándole tuits que hasta el día de ayer no habían tenido respuestas. La
pregunta que le hacían era muy simple: “¿Hay algo para mí, o no?”.
Macri. En Juntos
por el Cambio ha comenzado el tiempo de la catarsis. El amén a Macri se va
terminando junto con su fallido gobierno; los reproches, en cambio, no. Por el
contrario, van en aumento.
Unos, como los de
María Eugenia Vidal, son amables. Otros, en cambio, son más agrios. La columna
que escribió Emilio Monzó en la edición del jueves de La Nación es un ejemplo.
No a la obsecuencia, dice ahí el saliente presidente de la Cámara de Diputados,
a quien ni Macri ni Vidal trataron bien.
Los discursos de
despedida del presidente exhiben una notoria falta de autocrítica, indicio de
una significativa falta de contacto con la realidad.
“No podemos
disfrazar de victoria una derrota”, dijo sin pelos en la lengua Nicolás Massot,
uno de los castigados al ostracismo por su cercanía con Emilio Monzó.
“Dejamos la vara
muy alta”, viene diciendo Macri sin ruborizarse. ¿36% de inflación anual en
2016, 24,8% en 2017, 47,6% en 2018 y más del 50% en 2019, 35% de pobreza, una
deuda externa monumental, empresas que siguen cerrando, miles de personas que
se quedan sin trabajo, es dejar la vara muy alta? Como dijo uno de los
empresarios que asistieron a la conferencia que organizó la Unión Industrial
Argentina, “Macri no se dio cuenta de que quiso gobernar el país sobre una
realidad que no existía”.
Lo vivido el
jueves en ese encuentro demostró una vez más que la realidad supera con creces
la ficción. Ver por un lado al presidente electo aplaudido repetidamente por un
auditorio totalmente colmado por empresarios que pugnaban por acercársele para
saludarlo y sacarse fotos y selfies con él y, horas después, al actual
presidente siendo recibido con tibios aplausos por una concurrencia menor que lo
escuchó por compromiso habría representado una imagen de ficción hasta hace
unos pocos meses.
O quam cito
transit gloria mundi (“Oh, cuán rápido pasa la gloria del mundo”). Es lo que,
con cierta lobreguez, debe haber pensado Macri a esa hora en ese lugar.
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