Batalla electoral...
"Todo bajo control" Nicolás Dujovne. Dibujo: Pablo Temes
Macri se juega el futuro de Cambiemos.
Cristina Fernández, su impunidad. Los desafíos de Vidal para ganar en Provincia.
© Escrito por Nelson Castro el domingo
30/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Y ahora, la campaña. Ya superada la traumática
etapa del cierre de las listas de candidatos –que
dejó heridos, humillados y ofendidos por doquier–, todos se preparan para una
contienda electoral que será dura y abundante en lodo. La reelección o
no de Mauricio Macri pone en juego el futuro de Cambiemos. Si pierde,
esa coalición estalla. A su vez, Cristina Fernández de Kirchner juega su
impunidad y el último intento del kirchnerismo de quedarse con el peronismo.
Las tensiones en el oficialismo están a la
orden del día. La apertura que significó las postulaciones de Miguel Ángel
Pichetto a la vicepresidencia y de Martín Lousteau a la
senaduría por la Capital Federal es considerada desde el núcleo duro del PRO
como un factor de maquillaje. Ello es producto de una visión absolutamente
miope que aún predomina en el ámbito de réprobos y elegidos. Estos últimos –los
elegidos–, que son la exposición de la soberbia y la incompetencia que han
llevado al Gobierno y al país adonde hoy está, no tienen una cabal comprensión
del desafío que enfrentará el oficialismo si gana.
Ese desafío tiene nombre: se llama
gobernabilidad. Es lo que Pichetto le asegura a Macri si llega a triunfar. Y
ese va a ser un elemento clave para su eventual segundo mandato que
transcurrirá nuevamente con minoría en ambas cámaras. Lousteau, de muy buena
llegada a la gente joven, le aporta al Gobierno votos, algo de lo que tiene
desesperada necesidad. Esa necesidad y esa desesperación explican la increíble
cruzada contra la candidatura presidencial de José Luis Espert. Nadie hizo
tanto como el Gobierno por darle a esa postulación una relevancia de la que
carecía. Las presiones y las zancadillas que utilizaron para intentar que la
justicia electoral le impidiera al economista ser candidato fueron casi
novelescas. La que terminó con la transfugueada de Alberto Asseff no
fue la única.
Todo resulta entendible –aun cuando
reprochable– al ver los números que arrojan hoy las encuestas. Según las cifras
de Synopsis, una consultora que ha tenido aciertos importantes en las últimas
elecciones, la fórmula Espert-Rosales alcanza el cuarto puesto con el 4,1% de
votos. Esos votos, que provienen de muchos macristas desencantados, son
decisivos para el Gobierno. Pueden significar la victoria o la derrota.
La lista de Vidal. Para quien, al día de hoy,
la elección está muy difícil es María Eugenia Vidal. Es algo que
ella sabe y reconoce. Hay una convicción de que fue en función de esa realidad
como armó las listas de candidatos. Algunos dentro del mismo oficialismo no
dudan en calificarla como una lista propia de un ejército en retirada, en la
que abundan “hijos de”, “sobrinos y ahijados de”, “secretarias de” –el “de”
hace referencia a funcionarios– que figuran entre los postulantes. Según los
datos de la última semana, en el Conurbano –más específicamente en la primera y
en la tercera sección electoral– Juntos por el Cambio está perdiendo por 10
puntos. Esto equivale a un millón de votos.
Para recuperar ese millón de votos deberían
ganar el resto de la secciones –es decir, el interior de la Provincia– por
alrededor de 30 puntos de diferencia, algo que tiene la categoría de lo
imposible. Veamos algunos ejemplos: en 2015, en La Plata, Cambiemos obtuvo casi
el 50% de los votos mientras que hoy está llegando al 35% y con dificultad; en
Mar del Plata, en donde Vidal logró el 50% de los sufragios en 2015, hoy está
en el 30%; y lo mismo vale para Bahía Blanca. “Si se tiene un problema serio en
el Conurbano y se bajan los indicadores de las grandes urbes del interior, no
hay de dónde rasguñar los votos que se necesitan”, señala con crudeza una voz
de Cambiemos.
La definición de las listas ha terminado por
acentuar la polarización que irá en aumento de aquí a octubre. La tercera vía
ha quedado reducida a una vía muerta. En pos de la dinámica electoral, habrá
que ver si esa polarización se plasma ya en las PASO o se cristaliza en la
elección de octubre.
A quien las cosas tampoco le resultan
sencillas es a Alberto Fernández. El peso de La Cámpora en la confección de las
listas de candidatos en la provincia de Buenos Aires no lo dejó bien
parado. Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” De Pedro, Andrés Larroque y
el mismo Kicillof representan lo opuesto del mensaje de convivencia política
que pregona el precandidato presidencial. El cierre de las listas dejó expuesta
su falta de peso político territorial.
El punto más fuerte sobre el que
pivotará su campaña será la catastrófica situación de la economía. El
más débil, la defensa de Cristina Fernández de Kirchner. Ya el otro
día tuvo que salir a reconocer la “falta de ética” (sic) de haber alquilado
habitaciones de sus hoteles a Lázaro Báez que, en ese tiempo,
era un proveedor del Estado. Olvidó el caso Aerolíneas Argentinas, cuyas
tripulaciones también se alojaban en los hoteles de la familia Kirchner. El
presidente de Aerolíneas era, en ese entonces, Mariano Recalde.
Con el Fondo. El logro más destacado que pudo exhibir Alberto
Fernández en la semana que pasó fue su reunión con el enviado del
Fondo Monetario Internacional, Alejandro Werner. Allí,
Fernández no solo hizo gala de una precedente relación de amistad con su padre
–Manuel Werner supo ser un colaborador del ministro de Economía
de Héctor Cámpora y Juan Domingo Perón, José
Ber Gelbard–, sino también de mostrar al equipo económico que lo acompañará
si es electo. El único que faltó fue Guillermo Nielsen, pero las
que estuvieron fueron sus ideas, sus propuestas y su conocimiento de la letra
chica, elementos claves para renegociar el acuerdo con el Fondo. Algo que
ocurrirá inexorablemente, sea quien fuere el próximo presidente de la Nación.
Tanto esta reunión como la que Werner mantuvo
con Roberto Lavagna hablan de las dudas que en el FMI tienen
en relación con el resultado electoral. Las encuestas que ponen en duda la
victoria de Macri también llegan al 700 de la calle 19, en Washington, sede del
organismo internacional.
Tanto Fernández como Lavagna fueron muy
críticos de los términos del acuerdo con el Fondo. En ambos casos, la respuesta
de Werner fue la misma: el plan económico es responsabilidad del Gobierno, algo
que sus interlocutores creyeron tan poco como la nada.
Al que tampoco le creyeron mucho los
empresarios e inversores en Nueva York fue al ministro de Hacienda, Nicolás
Dujovne. Habló ahí de un triunfo de Macri en primera vuelta que ninguna
encuesta pronostica y de una recuperación de la economía que, en muchos casos,
es inexistente. "¿De qué país habla?", se preguntaban
varios de los que escuchaban al ministro que no sabían si reír o–como es el
caso de los que tienen inversiones en el país– llorar.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.
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