Desafíos electorales…
Peso,
Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes
La compleja tarea de Vidal en
Provincia. El rol de Marcos Peña. Cómo el acuerdo Mercosur-UE se mete en la
campaña.
Escrito por Nelson Castro el domingo 07/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Mauricio Macri ha hecho
una adecuada lectura de la dinámica electoral y de sus consecuencias: el
Gobierno necesita tener una buena performance en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO).
Si así no fuera, la incertidumbre política que desataría la inminencia de una
victoria del kirchnerismo haría trizas la endeble estabilidad económica que
exhibe el país hoy en día. Y eso sería para el Gobierno el pasaporte a su derrota.
En lo concreto –es decir, en los números–, hacer una buena elección para el
oficialismo significa no perder por más de siete u ocho puntos. Una diferencia
mayor marcaría el adiós a la posibilidad de reelección del Presidente. Así,
pues, las PASO se han transformado no ya en una gran encuesta, sino en una
verdadera primera vuelta de la elección presidencial.
El desbande de
Consenso Federal ha alcanzado la categoría de fiasco. Si algo le faltaba para
coronarlo, es la pelea para evitar la interna en la Capital Federal. La
contradicción no pudo haber sido mayor: en la agrupación que lleva la palabra
consenso lo que domina es la imposición. Tan lejos ha llegado ese absurdo que
se creó ahí una nueva grieta. ¡Inentendible!
Acuerdo
Mercosur-UE. Macri vivió el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea como una victoria
personal. En verdad, fue una sorpresa. Muy pocos –casi nadie– de los
participantes de la reunión del G20 en Osaka tenían esperanzas de llegar a este
entendimiento. Los que frecuentan al Presidente coinciden en señalar que esto
le levantó el ánimo.
Un acuerdo de
este tipo siempre es muy bueno en tanto y en cuanto se observen dos requisitos:
el primero es que se negocie con precisión y cuidado su instrumentación. Esa es
la clave. Lograrlo lleva tiempo y demanda mucha destreza política.
En los detalles
es donde la negociación se hace más ardua. Y esto vale tanto para el frente
interno como para el externo. En Europa ya han aparecido las primeras
resistencias. Las padeció Emmanuel Macron, con los agricultores franceses, ya que
le han hecho saber su posición contraria al acuerdo.
En lo interno
no hay que olvidar que el tratado necesita ser ratificado por el Congreso. Solo
será posible alcanzar dicho propósito si hay consenso político, algo que en la
Argentina tiene la categoría de utópico. Esa discusión se dará recién el año
que viene y dependerá del resultado electoral.
El kirchnerismo
ya ha hecho saber, a través de Alberto
Fernández y de Axel
Kicillof, que revisará el acuerdo, lo que, a buen
entendedor, significa que lo rechazará. De ser así, será una
contradicción –una más– de las que constituyen le esencia K. De Kicillof no
sorprende; de Fernández, sí. En 2014, Cristina
Fernández de Kirchner abogó fuertemente por alcanzar un
entendimiento de este tipo.
El 19 de marzo de ese año, la ex presidenta publicó en su cuenta de Twitter: “Estamos muy esperanzados en avanzar con las negociaciones”, en referencia al posible acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. La publicación estaba acompañada de una foto en la que se la veía junto al entonces presidente de Francia, François Hollande.
El 19 de marzo de ese año, la ex presidenta publicó en su cuenta de Twitter: “Estamos muy esperanzados en avanzar con las negociaciones”, en referencia al posible acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. La publicación estaba acompañada de una foto en la que se la veía junto al entonces presidente de Francia, François Hollande.
CFK había
viajado a la Ciudad Luz para reunirse con él y hablar de la deuda que la
Argentina mantenía con los 19 países integrantes del Club de París. Durante ese
encuentro también se habló del tratado de libre comercio, que se comenzó a
discutir oficialmente en 1999.
El segundo
requisito del cual dependerá la viabilidad de este acuerdo tiene que ver con
aspectos estructurales de la economía de la Argentina.
Con la presión
impositiva, la inflación y las tasas de interés que existen hoy en día, no hay
ni habrá ninguna posibilidad de que en la Argentina haya desarrollos
productivos que puedan ser competitivos. De esto se habló en la reunión que
mantuvo Macri con distintos sectores empresariales el miércoles pasado en la
Quinta de Olivos. Todos coincidieron en este punto. El desafío es transformar
esa coincidencia en hechos. El actual gobierno se la ha pasado hablando de la
necesidad de bajar impuestos y lo que ha hecho a lo largo de su gestión es
subirlos.
Lucha
por Bs. As. María Eugenia Vidal tiene por delante una tarea ciclópea.
Hoy está perdiendo la provincia de Buenos Aires en forma clara. Si bien achicó
las diferencias con el envión que, según muestran las encuestas, se produjo en estas dos
últimas semanas, la diferencia con la fórmula Kicillof-Magario es
aún significativa.
El conurbano
bonaerense es donde se definirá la elección. No es novedad. En ese territorio
abundante en contrastes y necesidades, la imagen positiva de CFK es alta y eso
tracciona hacia arriba los candidatos a la gobernación del kirchnerismo. Es
exactamente lo contrario que sucede con Macri, un verdadero salvavidas de plomo
para las aspiraciones electorales de la gobernadora. Se calcula que para ganar
la Provincia necesitaría un corte de boleta de 6 puntos. Hoy, eso es un
imposible.
En la
distribución de tareas que se acordó en la reunión del rencuentro de Sergio Massa con
los intendentes kirchneristas –en la que participaron también Kicillof y
Verónica Magario–, el líder del Frente Renovador se comprometió a ponerle el
cuerpo a la campaña para recuperar los municipios del Conurbano que Cambiemos
ganó en 2015. En la mira, a priori, hay dos: Quilmes y Pilar.
No está claro
aún cuál es el aporte en votos que Massa le suma al Frente de Todos. Hasta
ahora parece poco significativo. Es lo que se desprende de la mayoría de las
encuestas. El precandidato a gobernador les pidió a los intendentes que
salgan a mostrar las cosas que hicieron con la plata de sus municipios sin
ayuda de la gobernación. “Vidal
es Macri” es la consigna sobre la que girará la campaña
que hará centro en la crisis económica.
La economía
sigue arrojando números malos. La disociación con el discurso del Gobierno es
abismal. No hay noticias económicas buenas en la vida de la mayoría de los
argentinos. Ante las dificultades que esto representa para la reelección,
importantes referentes de Cambiemos, más vinculados al PJ y a la línea
fundadora del PRO, creen que sería un buen momento para despedir a Marcos Peña y
asignarlo con dedicación exclusiva a la campaña.
Tanto es así
que, durante las dos últimas semanas, se habló muy fuerte de Peña como ministro
de Relaciones Exteriores de un eventual próximo gobierno de Macri. “Estas cosas
tendrían que tener algún nivel de definición; eso ayudaría mucho a convencer al
votante indeciso de que las cosas mal hechas se van a corregir”, señala un
consultor con llegada al núcleo del Gobierno.
La polarización
extrema de la elección llevará inexorablemente a una campaña negativa y
agresiva en la que abundará la escasez de ideas. Ese oxímoron –la escasez de
ideas en abundancia– es el verdadero drama de la política vernácula.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.
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