Provocaciones…
Tension. Venezolanos
exiliados y argentinos chavistas chocaron frente a la embajada en Bs. As. Fotografía:
CEDOC PERFIL
El 30 de Abril hubo decenas de miles de manifestantes
en la calle, donde ejercieron su derecho a protestar contra el gobierno de
Macri. También se cantó por el regreso de Cristina Kirchner. A la tarde de ese
mismo día, frente a la embajada de Venezuela, un grupo de exiliados manifestó
su apoyo a la protesta contra Maduro que había estallado en Caracas. Los
hostilizaron aguerridos defensores locales del “madurismo”; volaron trompadas,
le arrebataron el teléfono a un repartidor. La Policía de la Ciudad intervino,
excesiva e ineficaz, como es costumbre.
© Escrito por Beatriz
Sarlo el domingo
04/05/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Los exiliados venezolanos ejercían su derecho y no es difícil
comprenderlos, porque Maduro es una hipérbole de rasgos que estuvieron
presentes en el chavismo, pero que ahora alcanzan un indecente paroxismo de intolerancia.
Lo que en Chávez era una ideología expresada con talento oratorio, con Maduro
perdió expresividad y carisma. Lo suyo es el verticalismo impuesto por la
fuerza o la corrupción.
Los defensores argentinos de Maduro alegan
que hay que aguantarlo todo con tal de enfrentar al imperialismo. Hay que
aceptar la falta de comida y la subordinación a un jefe vociferante e inepto
como si fuera una prueba heroica. Solo quienes no pasan privaciones piden tales
sacrificios: enfrenten ustedes al imperialismo, mientras aquí nosotros todavía
tenemos Parlamento, somos legisladores o funcionarios, cobramos dieta,
viajamos, vamos a la universidad, publicamos nuestras ideas. Aguanten ustedes.
A los venezolanos los vemos en Buenos Aires todos los días
trabajando en lo que consiguen, decenas de horas en bicicleta repartiendo los
deliveries de porteños más afortunados; decenas de horas limpiando o atendiendo
bares, cobrando en negro, viviendo en una ciudad extranjera donde se los
distingue por su acento y donde compiten por los peores trabajos.
Son inmigrantes, esa condición que los
discursos recogen con hospitalidad ampulosa y la realidad desmiente. A los
venezolanos millonarios y proimperialistas nunca tuve oportunidad de verlos
todos los días en el transporte público, ni cargando un cajón de Glovo. Deben
haber elegido ciudades como Miami para pasar el rato.
Pues bien, esos trabajadores venezolanos estaban en Buenos
Aires, frente a la embajada de su país, apoyando a quienes, en Caracas, tiraban
piedras y eran reprimidos por la policía, con el arma novedosa de las tanquetas
topadoras. Separados por un cordón policial, un grupo con algunas banderas
rojas manifestó su antiimperialismo agrediéndolos de palabra. En esa escena, el
dolor del exilio se sumó al insulto recibido frente a la embajada. Un hombre de
un lado se trenzó con uno del otro y empezaron las trompadas.
Hay que entender el totalitarismo como una patología de la
idea democrática, donde el populismo hace que la democracia se vuelva contra
ella misma, reflexionó un filósofo de la política. No se equivocaba, aunque no
estaba pensando en el eje La Habana-Caracas-La Cámpora-Recoleta.
En Caracas ya hay varios muertos que no
siguieron el consejo que les dio Pepe Mujica: no ponerse delante de las
tanquetas. Seguro que esos infelices se pusieron delante de las balas.
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