Recalculando
votos…
Se sabe que la inflación arrasa, sin
necesidad de encuestas. Precios y efectos electorales.
Cambiemos cruje. A nadie debería sorprenderle. Son crujidos producidos por
un presente que amenaza seriamente su futuro electoral. La derrota asoma en el
horizonte del oficialismo cada vez con más fuerza. Ninguna de las encuestas que
circulan hoy en día por la mismísima Casa Rosada trae augurios de alegría.
Todas esas encuestas pronostican la derrota del oficialismo. La entrelínea del
reportaje que Jorge
Fontevecchia le
realizó a Jaime
Duran Barba en
la edición del domingo pasado era muy clara. “Cristina está muy bien”,
dijo el consultor ecuatoriano –elevado a la condición de gurú por el
Presidente–, quien habló de un final codo a codo entre CFK y Macri. En ese
final codo a codo, hoy Macri pierde. Hace un año, ganaba.
Ya no importa que Marcos
Peña diga que el Gobierno
va a ganar las elecciones. Ya son muchos los integrantes del Gobierno
que no le creen nada. Y entre quienes no le creen, está María
Eugenia Vidal. Su
perspectiva electoral es muy difícil. También ella se enfrenta a una
posibilidad cierta de derrota. Es una posibilidad de alta probabilidad dado
que, en la provincia de Buenos Aires la elección se define por una simple
mayoría y no hay segunda vuelta. Pero no es solo la circunstancia electoral la
que está conmoviendo a la gobernadora, sino también la realidad. En sus
cercanías señalan cuánto la afecta el escuchar en sus contactos cara a cara con
la gente la voz de alguien pidiéndole comida.
Críticas. Por esta conjunción de factores es que en la reunión que
compartió con Horacio
Rodríguez Larreta y
otros gobernadores oficialistas fue crítica no con Dante
Sica en particular,
sino con el manejo de la economía. Ahí los dardos van siempre contra
Marcos Peña y Nicolás
Dujovne. En verdad, deberían ir también contra el Presidente,
pero ese es un atrio al que Vidal nunca llegará.
Molesto por la situación, el ministro
de Producción y Trabajo ofreció su renuncia, que fue rechazada de plano por el
Presidente. Sica, que comparte la filosofía económica del Gobierno, es
muy crítico de la gestión de Nicolás Dujovne. No es para menos: Sica
es un economista con formación política forjada en las arenas del
peronismo, mientras que Dujovne es un comentarista de la realidad
que actúa como tal y sobre quien no queda claro cuál fue la razón por la cual
Macri lo designó como ministro de Hacienda.
Como ya se ha dicho, el único capital de
Dujovne –de quien se sabe que cruza la calle desde el Ministerio de Hacienda a
la Casa Rosada en auto con vidrios polarizados por temor a ser reconocido– es
su buena relación con la directora gerenta del Fondo
Monetario Internacional, Christine
Lagarde, cuyo apoyo al Gobierno
continúa siendo firme, pero no compartido por los técnicos del organismo
asignados al caso argentino, que son muy críticos de la gestión del Gobierno.
Varias de esas críticas debieron escucharlas Dujovne y el presidente del Banco
Central, Guido
Sandleris, a
lo largo de su estadía en Washington, lugar donde no se los respeta mucho. Por
otra parte, la lectura hecha de la frase de la señora Lagarde – “sería una
tontería de parte de cualquiera de los candidatos darle la espalda al trabajo
que se está haciendo”–no ha sido dirigida solamente a los candidatos de la
oposición, sino también al Presidente ante las nuevas medidas
económicas que se anunciarán el miércoles próximo.
Despertar. El presente de la economía argentina es malo. Si bien hay
sectores en los que se verifica una cierta reactivación económica – agro, donde
la cosecha es mucho mejor que el año pasado, petróleo por Vaca
Muerta y construcción por la
obra pública–, todos los demás indicadores van mal, con una caída brutal del
consumo y aumento de desempleo.
Macri tuvo esta semana varias reuniones
con Roberto
Zapata, el socio de Jaime Duran
Barba que trabaja a full en el diseño de la campaña electoral del oficialismo.
En sus famosos focus group apareció algo que no es novedad: la posible derrota
de Macri. Zapata no solo transmitió datos, sino que también formuló
propuestas para revertir esta situación. Algunas de esas propuestas parecen
un chiste en el contexto del drama socioeconómico por el que atraviesa nuestro
país. Aunque, hay que reconocer que, hasta aquí, el Gobierno ha sido exitoso en
el manejo de esas técnicas electorales. ¿Se repetirá eso este año?
En 2015 Macri también comenzó perdiendo la
elección que después terminó ganando. Pero en ese entonces era oposición. Sus
promesas generaban esperanza. Hoy, esas esperanzas están idas en muchos de sus
propios votantes.
Entre los economistas hay una discusión sobre
la efectividad o no del control de precios. Todos coinciden en que en el largo
plazo es una medida con destino de fracaso. La única posibilidad que tiene de
funcionar es en períodos cortos –90 a 180 días– y, para que eso ocurra, es muy
importante el “timing”, el momento en que se pone en práctica. Hacer las cosas
en el momento oportuno es un don del que este gobierno carece.
El otro problema es la falta de convicción en
la forja de una política de acuerdos. Y como esa carencia comienza en el propio
Macri y se refuerza en Peña y Duran Barba, todo es poco creíble.
Lo mismo pasa con las conversaciones con
referentes a los que se despreció durante largo tiempo. No queda claro
aún si las reuniones que el Presidente tuvo con Martín
Lousteau en
los últimos días fueron para hablar de la cuestión económica o para evitar su
emigración hacia otras arenas políticas. Lousteau está en una situación expectante; el
miércoles estuvo reunido con Roberto
Lavagna que, por lo que se
sabe, lo quiere como candidato a jefe de Gobierno porteño. Hay otro
desencantado notable con Cambiemos que busca sumarse a la campaña de
Lavagna: Facundo
Manes. Manes supo ser asesor
especial de María Eugenia Vidal y en 2017 aspiró a ser primer candidato a
senador nacional por la provincia de Buenos Aires. “Lo bajaron de un hondazo”,
recuerda una voz importante dentro de Cambiemos.
En la calle, mientras tanto, lo que se ve y
se escucha es un continuado de desencanto, desesperanza, necesidad, falta de
trabajo, pobreza y creciente malhumor.
“El que es elegido príncipe con el favor
popular debe conservar al pueblo como amigo”, postulaba Nicolás
Maquiavello. Es
algo que el presidente Macri parece no haber tenido en cuenta últimamente.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, indicar Nombre Completo y Lugar de Origen. Muchas Gracias