El Imaginero
¿De qué quiere
usted la imagen? -preguntó el imaginero-.
Tenemos santos
de pino, hay imágenes de yeso.
Mire este Cristo
yacente, madera de puro cedro.
Depende de quién
la encarga: una familia o un templo. O si el único objetivo es ponerla en un
museo.
-Déjeme pues que
le explique, lo que de verdad deseo -dijo el cliente-.
Yo necesito una
imagen del Jesús, el galileo, que refleje su fracaso intentando un mundo nuevo.
Que conmueva las
conciencias y cambie los pensamientos.
Yo no la quiero
encerrada en iglesias ni en conventos, ni en casa de una familia para presidir
sus rezos.
No es para
llevarla en andas, cargada por costaleros.
Yo quiero una
imagen viva de un Jesús hombre sufriendo, que ilumine a quien la mire el
corazón y el cerebro; que den ganas de bajarlo, de su cruz y del tormento.
Y quien
contemple esa imagen no quede mirando un muerto, ni que con ojos de artistas
sólo contemple un objeto, ante el que exclame admirado ¡Qué torturado más
bello!
Perdóneme si le
digo -responde el imaginero- que aquí no hallará seguro la imagen del Nazareno,
vaya a buscarla en las calles entre la gente sin techo, en los hospicios y
hospitales donde haya gente muriendo, en los centros de acogida en que
abandonan a viejos, en los pueblos marginados entre los niños hambrientos, en
mujeres maltratadas, en personas sin empleo.
Pero la imagen
de Cristo no la busque en los museos, no la busque en las estatuas, en los
altares y templos, no siga en las procesiones los pasos del Nazareno. No la
busque de madera, de bronce, de piedra o yeso.
Mejor, ¡busque
entre los pobres, su imagen de carne y hueso!
Martín Valmaceda (Chile)
Martín Valmaceda (Chile)
Conmover poema de Valmaceda, expresa cabalmente la idea y el sentimiento que es carne en mi, de Jesus un luchador por los humildes vigente aun después de dos mil años. Cada vez que lo leo no puedo evitar emocionarme profundamente. Jose
ResponderBorrar