Retorna la antipolítica…
Rosca de Reyes. Emilio Monzó. Dibujo: Pablo Temes.
La falta de soluciones alienta el reparto de culpas al
Estado. Derecha y populismo, en su laberinto.
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Escrito por Carlos De Angelis, Sociólogo, el domingo 16/12/2018 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Misterios.
No
hace falta recordarlo, la caída del PBI en combinación con una alta inflación
produce una reestructuración de la economía. Hay menos recursos para
más gente, y la redistribución de los ingresos no es neutra ni homogénea.
En este marco es notable la pérdida del poder adquisitivo del salario sin
una reacción de los trabajadores o sus representantes sindicales que
en contadas excepciones lograron reabrir las paritarias.
Probablemente el
temor a la pérdida de la fuente de trabajo sea un disuasivo lo suficientemente
poderoso para suspender reclamos. La reducción de gastos como esparcimiento,
indumentaria, e incluso alimentos de mayor calidad o primeras marcas, producen
un efecto cascada en industria, comercios y cuentapropistas que sufren el
proceso recesivo sin un horizonte claro. El aumento de la canasta básica tiene
su contrapartida en el aumento de la pobreza, como mostró esta semana el
Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
La situación económica actual tiene un atributo
particular, no hay explicación por parte del Gobierno del fenómeno: ya no se
hacen predicciones.
Si
el secreto eran las metas de inflación, hoy están en el cementerio de las
buenas ideas. Si se trata de targets de emisión monetaria, la inflación se
debería haber detenido de inmediato como pasó no bien se instaló la
convertibilidad menemista. Si el problema era el dólar, los precios se tendrían
que haber frenado o incluso bajado cuando se detuvo la corrida cambiaria. Si el
problema era la falta de competencia, la apertura a las importaciones demostró
que los productos de afuera siguen la misma curva de precios que los locales, con
la ruptura del entramado productivo. El Gobierno apuesta a que pase el tiempo,
que las tasas de interés hagan su trabajo, que los sectores agroexportadores
comiencen a liquidar divisas a más tardar la segunda quincena de marzo, lo que
permitiría aflojar el torniquete monetario y “bajar dinero” al terreno, como se
dice en las usinas gubernamentales con la reelección como objetivo. La tarea
política la hará la polarización y las divisiones dentro del peronismo.
Maldades.
La
única explicación estridente sobre el penoso devenir económico argentino
proviene de los economistas ortodoxos. La explicación que
dan al problema tiene un solo nombre: el Estado. Es el Estado opresor que
ahoga a los empresarios con altos impuestos el causante de todos los males del país. Este
razonamiento se propaga en todos los estratos y grupos de la sociedad, aun
entre los propios empleados públicos. Dentro de esta explicación, el sujeto
de la maldad son los políticos corruptos que solo quieren enriquecerse a costa
del sufrimiento de todos los demás. Un grupo que está lejos de las
preocupaciones del pueblo y que en cuya agenda figura un solo ítem:
enriquecerse.
La antipolítica es la clave y desde ahí, este grupo de
economistas sueña con su lanzamiento a la arena política.
Aspiran
a arrancarle el 5% del segmento más liberal del bloque electoral
de Cambiemos. No se trata de dar pelea al primer nivel, pero
sí armar una bancada para la próxima Cámara de Diputados. En la segunda vuelta esos votos
volverán a Cambiemos, pero ya no importará.
Los
más lúcidos se preguntan si el programa que proponen –por ejemplo, eliminar los
planes sociales, privatizar la salud y la educación– se podría hacer dentro de
los marcos de la democracia actual. Estos sectores de la “nueva”
derecha vernácula intentan sumarse al viento de cola que sobrevuela en buena
parte del planeta. Sin embargo, ni Donald Trump, ni Marine Le Pen, ni Mateo Salvini adscriben al dogma neoliberal; por el contrario,
son proteccionistas y
especialmente antiinmigrantes. El propio Salvini como hombre fuerte del
gobierno italiano causa dolores de cabeza a la “burocracia” de Bruselas por su
decisión de aumentar el déficit fiscal por encima de lo permitido por la Unión
Europea, mientras rechaza a las pateras que llegan desde África.
Entender.
El
problema es que la elite argentina tiene dificultades para comprender
lo que es el populismo, más allá de la visión construida por ciertos
comunicadores que han simplificado el fenómeno a unos forajidos que toman el
poder para beneficio propio. En este sentido, muchos autores como Gino Germani, Octavio Ianni y Torcuato Di Tella han problematizado la cuestión, antes de
que se pronunciasen las palabras kirchnerismo o chavismo. Simplificando, el
populismo es un movimiento político que surge como respuesta al fracaso de los
proyectos de modernización/globalización/liberalización cuando el resultado es
la exclusión de amplios sectores de la sociedad, incluyendo a parte de las
clases medias. Respuesta a un fracaso.
Estos
espacios sociales excluidos suelen ser lo suficientemente heterogéneos para
encontrar denominadores comunes por lo que el concepto de pueblo sirve para
reunir a todos, construyendo el antagonismo entre “los de abajo” (el pueblo)
contra los de arriba (la oligarquía o el establishment). Por definición va
contra un sector de la clase política.
La
causa contra el régimen en el yrigoyenismo.
Desde
una perspectiva más cercana a Ernesto Laclau, el populismo es la construcción de una
lógica política vertebrada por un discurso impreciso y fluctuante porque busca
representar a demandas sociales heterogéneas. En este sentido, la figura de
líder es central porque es quien logra obtener el apoyo directo, inmediato y no
institucionalizado de las bases políticas. La cuestión del “apoyo directo” es
fundamental para entender la naturaleza conflictiva con la prensa por parte de
quien lidera que no acepta la mediación que propone el periodismo.
Alianzas.
Más
allá de todo, pensar que él o la líder construyen todo el proyecto en
soledad es una ingenuidad. Se precisa de la “rosca” que
demanda Emilio Monzó. La rosca son las negociaciones informales con
dirigentes locales o sectoriales para conseguir apoyos a cambio de distribución
de espacios de poder. Entender la rosca es también entender las correlaciones
de fuerza de la sociedad. Pero Mauricio Macri con el armado del gabinete y la repartición
de los cargos hasta las terceras líneas también "rosqueó", aunque
respondiendo a la lógica de abrir el gobierno al "poder
real": el económico (los famosos CEO), relegando a los "políticos
profesionales" del radicalismo. Un modo de antipolítica.
Lo que Monzó pide entonces es otra rosca, una que amplíe la alianza de gobierno
a espacios no macristas puros. Lo impulsa la perspectiva de no llegar tan
apretado a una segunda vuelta que, a todas luces, va a ser para alquilar
balcones.
(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos
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