jueves, 20 de septiembre de 2018

El socialismo actual… @dealgunamanera...

El socialismo actual…


En vísperas de las elecciones locales del 2015, y para salir del maligno estereotipo que tenemos del régimen ‘socialista’ de nuestros vecinos latinoamericanos y de las guerrillas, es necesario reconsiderar la concepción que tenemos del socialismo actual.

© Escrito por Andrés Quintero Olmos el jueves 08/01/2015 publicado por el Diario El Heraldo de la Ciudad de Bogotá, Colombia.

Hoy en día, el socialismo occidental es la contraposición directa al régimen político despótico. En efecto, el uso de la palabra socialismo conlleva mayores retos y responsabilidades hacia la democracia y los derechos humanos. En palabras del expresidente español Felipe González,“el socialismo puede ser definido en grandes líneas como la profundización del concepto de la democracia”.

En su origen, el socialismo era un tipo de organización social fundada sobre la propiedad colectiva de los medios de producción en contraposición al capitalismo. Sin embargo, hoy en las democracias de los países desarrollados ya no hablamos en la práctica política de socialismo marxista, leninista o marxista-leninista. El debate entre socialismo y capitalismo caducó.

Desde la caída del muro de Berlín, los conflictos sociales o geopolíticos ya no se basan sobre fundamentos ideológico-políticos entre el lado anticapitalista y el lado anticomunista. Hoy, los conflictos políticos, como lo dijo cabalmente el autor Samuel Phillips Huntington, son “choques de civilizaciones”, es decir, conflictos socio-culturales, éticos o religiosos entre los pueblos que nada tienen que ver con la aceptación o no del capitalismo. De ahí el anacronismo de las Farc.

Desde la Convención de Frankfort de 1951 de la Internacional Socialista, se debe interpretar de manera contemporánea al socialismo. Por un lado, como una organización social-demócrata que instaura una organización social en donde los ciudadanos e individuos deben tener peso en las decisiones colectivas. Y, por otro lado, que los valores democráticos rijan en todos los niveles de la sociedad para que esta esté organizada sin relaciones de dominación ni sumisión, sin diferencia de clases y sin prejuicios o discriminaciones.

Algunas corrientes político-ideológicas en el mundo han logrado traducir estos preceptos en realidad. Los movimientos políticos de la socialdemocracia española, sueca, francesa, danesa, belga, alemana, canadiense, entre otros, han logrado implantar, con mayores o menores niveles de éxito, las vicisitudes modernas del socialismo en realidades tangibles para sus pueblos.

De este modo, el socialismo no puede seguir siendo interpretado como el antagonismo del capitalismo, sino más bien como su vertiente moderada; el socialismo de nuestros tiempos pretende corregir los aspectos injustos y las externalidades negativas del capitalismo salvaje. Por consiguiente, quienes contraponen capitalismo y socialismo, o no conocen el primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo.

Por ende, y sin ahondar sobre los aspectos positivos o negativos del verdadero socialismo, tenemos que responsabilizarnos a la hora de utilizar el término para no caer en la tentación de acoplar su significado con los modelos autoritarios de Venezuela, Cuba o de las guerrillas colombianas.



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